Opinión

Militarización del Polo Norte

Con el inminente ingreso de Suecia y Finlandia, la OTAN se extiende por toda la península escandinava, llega al Polo Norte y suma frío a la geopolítica mundial. Durante 108 años, Finlandia formó parte del Imperio Ruso, período en el cual la rusificación fue la política oficial. En 1917, estuvo entre los territorios cedidos por los bolcheviques a Alemania por el Tratado de Brest-Litovsk, acuerdo anulado en 1918, momento en que Finlandia proclamó la independencia, reconocida por el poder soviético cuya capital, Petrogrado, distaba a 40 kilómetros de la frontera finesa.

En 1939. al comenzar la II Guerra Mundial, para alejar la frontera con Finlandia de Petrogrado (luego Leningrado), la URSS pidió a ese país que le cediera parte de su territorio, a lo cual los finlandeses se negaron. Entonces, la URSS invadió Finlandia que sucumbió al poderío militar soviético y poco después al alemán.

Alemania no respetó la neutralidad finesa y unos 100 mil de sus efectivos operaron desde allí contra la Unión Soviética y, como consecuencia de ello, su territorio fue nuevamente atacado por la Unión Soviética; lo mismo hizo Gran Bretaña. Los Estados Unidos rompieron relaciones con Finlandia que, en 1944 firmó un armisticio con la Unión Soviética, en virtud del cual cedió a la URSS el 10 por ciento de su territorio. Comenzó así la “finlandización”.

En Occidente el término “finlandización” fue utilizado como sinónimo de satelización y de sometimiento de la política exterior finlandesa a la de URSS, particularmente a partir del Tratado Soviético-Finlandés de 1948, que incluía compromisos de carácter militar y constituyó la base de la política exterior finlandesa hasta 1992, que procuraba no indisponer a la URSS.

Las sospechas se acentuaron cuando Finlandia se abstuvo de insertarse en el Plan Marshall y no se adhirió a la OTAN. Por cierto, el Tratado soviético-fines fue invocado en una sola ocasión por la URSS; fue en 1962 durante la Crisis de los Misiles en Cuba, cosa rechazada por el presidente Urho Kekkonen.

En 1974, Kekkonen, que adoptó la filosofía de sus predecesores, señaló: “No ofrecemos nuestro tratado con la URSS como modelo para otros Estados, pero ofrecemos como modelo sus consecuencias: una cooperación basada en la confianza mutua de dos Estados con diferentes sistemas sociales.

Así entiendo la finlandización y con esta interpretación el término puede ser usado, sin que ofenda a Finlandia”. En los hechos. La soberanía y la efectiva neutralidad finlandesa fue reconocida universalmente. Seis presidentes finlandeses asumieron que, al no poder evadir la relación con un vecino todopoderoso, el pragmatismo era la mejor receta.

Afortunadamente la misma cantidad de líderes soviéticos no abusaron de sus ventajas y respetaron la dignidad del pueblo y del Estado finlandés. Es lamentable la situación creada en torno a Finlandia y Suecia cuya neutralidad sobrevivió a la Guerra Fría y ahora sucumbe a la experiencia de Ucrania, atacada no tanto por querer ser miembro de la OTAN, sino porque no lo era.