Opinión

Rusia-Ucrania. En la dirección correcta

Las guerras terminan cuando un adversario vence al otro o cuando ambos se convencen de que esa posibilidad no existe y persistir en el empeño carece de sentido.

En la contienda que hoy perturba a Europa y al mundo, Rusia no está ganando y Ucrania no puede vencer. Rusia puede descargar su poderío militar sobre Ucrania y aplastarla. De ese modo perdería más que ganar, comprometiendo su crédito político para siempre, aval sin el cual no es posible ejercer un liderazgo internacional.

De llegar a semejante situación no importará cuando petróleo, gas y oro posea ni cuantas sean sus ojivas atómicas y sus misiles porque para entonces carecerá de influencia y autoridad. No obstante, la paradoja del “gana/pierde” no concierne sólo a un país, sino que afecta a todos los contendientes, incluidas Europa y los Estados Unidos a quienes también les conviene parar porque la paz es más rentable que la guerra y las batallas de ideas más viables que las militares.

En las últimas horas, Rusia y Ucrania, asistidas por Turquía y la ONU, han dado dos pasos y medio en la dirección correcta que, aunque tenues, son evidencias de que los entendimientos son posibles y la guerra puede cesar.

El primer paso fue el acuerdo cuadripartito entre Rusia-Ucrania, Turquía y la ONU para desbloquear el Mar Negro y permitir la salida hacia los mercados internacionales de unos 25 millones de toneladas de granos. El segundo paso lo dio Rusia al reabrir el gasoducto Nord Stream 1, por el cual el gas ruso fluye hacia Alemania desde donde se distribuye a partes de Europa, que había sido detenido por mantenimiento programado.

El medio paso está constituido por la propuesta del presidente Vladimir Putin de poner en funcionamiento el gasoducto Nord Stream 2. En conjunto ambas instalaciones, pudieran aportar una solución definitiva al problema del abastecimiento de gas y en gran medida a la generación de electricidad y calefacción en Europa.

La libertad de los mares fue un anhelo de comerciantes y estadistas de todos los tiempos, alcanzado cuando después de la II Guerra Mundial se establecieron pactos y convenciones que lo aseguran, hasta que Ucrania y Rusia con su querella convirtieron el Mar Negro es zona de guerra.

El Mar Negro fue alguna vez un lago otomano, luego soviético/ruso y ahora un lago desdichado. En sus aguas ha operado la Flota Rusa del Mar Negro desde que en el 1873 fuera fundada Grigori Potiomkin, fue luego heredada por la Unión Soviética con quien vivió los avatares de la II Guerra Mundial y la Guerra Fría y en 1991 pasó a manos de Rusia.

Restablecer la libertad de navegación y comercio por el Mar Negro, un espejo de agua de 436 mil 400 km del cual son ribereños seis Estados (Turquía, Bulgaria, Rumania, Ucrania, Rusia y Georgia) y restablecer la conexión con el Mar Mediterráneo, el Mar de Mármara, el Estrecho de los Dardanelos y el Mar de Azov es de vital importancia para el comercio mundial. En sus costas viven millones de personas, funcionan más de 30 puertos y florecen emblemáticas urbes como Estambul, Odessa, Sochi, Yalta, Sebastopol, Varna, Sujumi, Burgas y otras. El mar negro recibe aportes de agua dulce de los ríos Danubio, Dniéster, Dniéper y Don.

Ucrania es uno de los productores y exportadores más importantes del mundo de trigo, maíz y cebada. Representa el 10 por ciento del mercado mundial de trigo, el 15 por ciento de maíz y el 13 por ciento de cebada. También cubre más del 50 por ciento del comercio mundial de aceite de girasol. En el 2021 Ucrania exportó 33 millones de toneladas de cereales. Los compradores son, entre otros, Egipto, China, Turquía, Nigeria e Indonesia; también México, Japón, Corea del Sur, Vietnam y España, Países Bajos, Arabia Saudita, Alemania se registraron como los principales países importadores. Antes de la guerra, Ucrania exportaba 44.7 millones de toneladas de grano.

El acuerdo firmado proveerá corredores seguros en el Mar Negro entre Ucrania y el Estrecho de Bósforo. Los barcos en esa zona serán atacados, operación que será supervisada por un centro de control en Estambul, que estará a cargo de Naciones Unidas. El acuerdo estará vigente por cuatro meses y se renovará automáticamente. Se estima que el grano pueda empezar a exportarse a mediados de agosto, aunque según el ministro de Defensa ruso, podría comenzar en los próximos días.

Por el gasoducto Nord Stream 1 han comenzado a fluir hacia Alemania 67 millones de metros cúbicos diarios, lo cual es apenas el 40 por ciento de la cantidad que puede aportar el sistema. Por su parte el Nord Stream 2, tendido a lo largo de mil 234 kilómetros por alta mar desde San Petersburgo hasta Lublin, en Alemania. A un costo de 11 mil millones de dólares y listo para funcionar pudiera llevar a Europa casi trescientos millones de metros cúbicos de gas, suficiente para abastecer necesidades industriales y alumbrar y calentar 26 millones de hogares en el Viejo Continente.

El Presidente Recep Tayyip Erdogan, de Turquía, país que custodia el Bósforo, entrada y salida del Mar Negro y acceso desde y hacia el Mar Mediterráneo, que ha jugado un papel fundamental en la consecución del acuerdo, ha señalado que es el primero de importancia firmado por ambas partes desde que Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero. Para Erdogan, el acuerdo podría abrir “Una vía hacia la paz’’. ¡Que así sea! Bienaventurados quienes dan chances a la paz.