Opinión

Colombia, un nuevo país

Todo en la posesión de Gustavo Petro, primer presidente exguerrillero de Colombia, estuvo lleno de símbolos de esperanza por un nuevo país y Colombia toda se volvió una fi esta para recibirlo. Desde el camino que va de la Cancillería hasta la Plaza de Bolívar, que esta vez no estuvo cubierto con alfombra roja, hasta la imposición de la banda presidencial por parte de la hija del asesinado líder del M19, movimiento armado al que perteneció el nuevo Presidente, hasta las 16 mil personas que colmaron la plaza y la gente que se congregó en otros cuatro sitios de Bogotá y en varias ciudades de todos los departamentos para ver la ceremonia en pantallas gigantes.

Los festejos se extendieron a San Antonio, ciudad limítrofe de Venezuela, donde esperan la prometida apertura de relaciones para la cual ya se iniciaron acercamientos y, como no sucedía hace cuatro años, Nicolás Maduro felicitó al nuevo Presidente. A la Guardia de Honor Presidencial esta vez se sumaron las guardias indígena, campesina y cimarrona.

El Himno Nacional fue entonado por la soprano negra Bety Garcés, primera cantante lírica afrocolombiana, y actuaron la pianista, también negra, Teresita Gómez y el bailarín clásico -afro también- Fernando Montaño, solista del Royal Ballet de Londres. No fueron los únicos símbolos innovadores: como invitados del Presidente estaban una barrendera de Medellín, un pescador del Magdalena, un campesino de la región andina y una humilde habitante del Chocó, la zona más pobre del país, a quienes había conocido en sus giras políticas.

Se había previsto que la espada de Bolívar, que para el Presidente tiene un significado especial porque fue robada por ese movimiento como la acción con la cual se dio a conocer, estuviera en lugar destacado como símbolo de que “no se envainaría hasta cuando Colombia alcanzara su plena independencia”, como dijo el Libertador.

Pero la espada no llegó porque el Presidente saliente se negó a permitirlo, a pesar de que se habían tomado pólizas muy costosas como exige el reglamento, se había pedido permiso al ministerio de Cultura y tanto la Cancillería como la Guardia Presidencial tenían preparado el ceremonial. Con esa negativa descortés y contraria a lo acordado, cerró Iván Duque su gobierno. Fue su última pataleta, porque eso no puede considerarse acto de gobierno. Ante esto, Petro, una vez investido como Presidente, solicitó a la Casa Militar, como primera acción de gobierno, traer la espada.

Cuando esta llegó, todo el cuerpo diplomático, los presidentes y los expresidentes, se pusieron de pie con la única excepción del rey de España. Tenía sus razones: era la espada de quien liberó cinco naciones del yugo español presidido por un antepasado suyo. El discurso del Presidente del Congreso, esta vez un aliado de Petro, fue por la paz, con un llamado al ELN que esta vez parece dispuesto a negociar porque “la violencia política no tiene justificación, el camino es la paz y es ahora”; que “construirán sobre lo construido” y que este Congreso será independiente del Ejecutivo.

Terminó diciendo que Colombia está decidida a convertirse en una potencia mundial de la vida”, que ha sido un lema de campaña de Petro. Por su parte, el nuevo Presidente reafirmó su promesa de paz total (ya ha habido acercamientos con el ELN y la mayor banda criminal, el Clan del Golfo, decretó cese al fuego unilateral); habló del fracaso de la guerra contra las drogas que “ha dejado más de un millón de muertos, fortaleció a las mafias y debilitó a los Estados”.

“Tendremos que esperar a otro millón de muertos y que un millón 800 mil americanos mueran por consumo? Que nos quieren ayudar en la paz? Pues entonces cambien la política antidrogas… Somos una de las sociedades más desiguales del mundo, pero la igualdad es posible si somos capaces de generar riqueza, producir trabajo y conocimiento; por eso proponemos una reforma tributaria que produzca justicia”, afirmó.

Anunció que su Gobierno haría reformas tributarias, de salud, pensional, educativa y laboral. Y que los bienes en poder del Estado por extinción de dominio a narcotraficantes “serán manejados por asociaciones sociales, laborales y campesinas”. Coherente con sus promesas de campaña, dijo: “Haremos que el futuro verde sea posible. Son los ricos los que producen el efecto invernadero pero nosotros tenemos la mejor esponja que es la selva amazónica.

¿Dónde está el FMI para salvar la selva amazónica? Necesitamos la unidad latinoamericana; ella debe salvarnos como nos destruirá la división. Tenemos que coordinar investigación científica, educación, redes de energía eléctrica, fuentes de energía limpia y defender la paz mundial… Buscaremos alianzas con África, con pueblos afro de América, con el mundo árabe”.

Concluyó presentando el decálogo que guiará su presidencia: “1, Paz verdadera y definitiva, acogiendo lo determinado por la JEP y la Comisión de la Verdad. 2, Una sociedad solidaria y del cuidado de ancianos, niños, discapacitados. 3, Gobernar con y para las mujeres. 4, Diálogo con todos. 5, Escuchar a todos. 6, Defender a la población de la violencia con una seguridad humana. 7, Lucha contra la corrupción y recuperar lo que se robaron, pero no perseguir a la oposición política ni a la prensa. 8, Proteger el suelo y el subsuelo, mares y ríos, enfrentar la deforestación e impulsar energías limpias. 9, Desarrollo de la industria nacional, economía popular y el campo, privilegiando a las mujeres y al pequeño y mediano empresario. 10, Cumplir y hacer cumplir la Constitución y hacer nuevas y mejores leyes”.