En 1945 Estados Unidos utilizó sus primeras bombas atómicas contra Japón estableciendo un monopolio nuclear que duró hasta el 1949, cuando la Unión Soviética detonó su primera arma nuclear. Entonces las superpotencias poseían bombas atómicas, pero no podía utilizarlas una contra la otra porque, dada la distancia entre ambos, carecían de medios portadores capaces de alcanzarse mutuamente.
Cuando en el 1957 la Unión Soviética colocó en órbita el primer Sputnik (satélite) evidenció un desarrollo de la cohetería que superaba a Estados Unidos, lo cual alteró decisivamente la correlación de fuerzas. Aquel año la Estimación de la Inteligencia Nacional de Estados Unidos consideró que para el 1960 la Unión Soviética podía disponer de 100 misiles intercontinentales. Cuando en el 1961 Yuri Gagarin viajó al espacio, la inferioridad coheteril estadounidense se acentuó. Los militares norteamericanos identificaron aquella situación como la “brecha de los misiles”.
No obstante, desde los años 50, al comenzar la Guerra Fría, Estados Unidos se encontró ante la necesidad militar de realizar una permanente exploración y espionaje sobre la Unión Soviética, un inmenso país de 24 millones de km² con excelente aviación de caza y poderosas defensas antiaéreas. Para ello, trabajando intensamente, se creó el avión U-2 un aparato dotado de una arquitectura especial y prestaciones excepcionales.
En el 1953 se aprobó un prototipo semejante a un planeador, extremadamente ligero que consumía poco combustible y podía volar grandes distancias a alturas superiores a los 20 mil metros, lo cual lo colocaba fuera del alcance de los cazas y los misiles antiaéreos de entonces. La CIA encargó 20 de aquellos aparatos. El primero entró en servicio en agosto del 1955.
En el 1956, los U-2 comenzaron a operar desde Turquía y, en el 1958, desde Pakistán hasta Noruega, cruzando toda la Unión Soviética de Este a Oeste y de Sur a Norte peinando, mediante cientos de vuelos, las áreas de Asia Central donde se encontraban las principales instalaciones coheteriles, entre ellas el polígono de pruebas de Semipalatinsk, bases aéreas, fábricas de aviones y misiles y el centro de pruebas que luego se conocería como cosmódromo de Baikonur.
Las evidencias fílmicas y fotografías probaron que las estimaciones de inteligencia eran inexactas y que la Unión Soviética no solo no iba delante, sino que Estados Unidos la superaba. En el 1961, al asumir la presidencia, John F. Kennedy fue informado que la supuesta “brecha de los misiles” no existía, cosa a la que puede haber contribuido las informaciones del espía soviético, Oleg Penkovski descubierto y ejecutado en Moscú en el 1963
Por su parte, los soviéticos desconocían cuánto se sabía en los Estados Unidos sobre sus capacidades nucleares.
El círculo se cerró cuando en 1960, un avión U-2 tripulado por Francis Gary Powers fue abatido sobre la URSS. La técnica usada para el derribo (que contaré en otra entrega) y el hecho de que el piloto no activó el mecanismo de autodestrucción, permitió a los soviéticos capturar vivo al aviador y recuperar intactas las cámaras, fotos y las películas tomadas por el aparato. De ese modo supieron que Estados Unidos conocía la verdad sobre sus emplazamientos y comenzaron los esfuerzos por alcanzar una paridad nuclear real, alcanzada en los años setenta.
En aquel momento la correlación nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética era extraordinariamente desigual. Mientras Estados Unidos poseía 3 mil 451 ojivas nucleares y 203 cohetes intercontinentales, la URSS disponía de 497 ojivas y 36 misiles. Entonces Estados Unidos contaba con 144 cohetes balísticos en submarinos y la Unión Soviética, con 72.
Esas desventajas, acentuada por la presencia en Turquía de misiles estadounidenses de alcance medio explican la decisión de instalar en Cuba cohetes soviéticos de corto y mediano alcances con ojivas nucleares que equilibraran la correlación de fuerzas cuyo descubrimiento, precisamente por un avión U-2, desencadenó la Crisis de los Misiles del 1962.
En los años 90 del siglo pasado con el fin de la Guerra Fría, en lugar de una era de paz, aparecieron nuevas tensiones asociadas a la ampliación de la OTAN hacia las fronteras de Rusia que terminaron por desatar la contienda que se libra en Europa y que, además de Rusia y Ucrania, involucra a los 29 países que forman la OTAN, incluidos los Estados Unidos.
Por ahora, Ucrania se ha abstenido de atacar en escala signifi cativa a Rusia, entre otras cosas porque carece de medios para ello, lo que reclama insistentemente. ¿Lo hará? ¿Cuáles serán las consecuencias?