El 2024 será un año de alianzas para el PRI. En la elección federal, el tricolor contenderá junto con el PAN y el PRD bajo el estandarte de Va por México; sin embargo, en Yucatán, aún no está claro si irá con Acción Nacional o con Morena. Existen argumentos a favor y en contra de ambas alianzas, por lo que este escenario representa una oportunidad para que el priismo yucateco se fortalezca con el intercambio de ideas.
A principios de mes, los dirigentes nacionales del PAN, el PRI y el PRD anunciaron que reanudarían la alianza Va por México para contender este año en las elecciones de Coahuila y Estado de México y el próximo en los comicios para la Jefatura de Gobierno de la capital y la Presidencia de la República.
El IV informe de gobierno del Mauricio Vila fue muestra de los alcances de dicho acuerdo, pues estuvieron presentes importantes fi guras del PRI y el PRD como Alejandro Moreno, Miguel Ángel Osorio Chong, Enrique de la Madrid, Dulce María Sauri y Miguel Ángel Mancera.
Si bien el panorama parece estar claro para el PRI en lo nacional, en Yucatán no es así. La dirigencia estatal del tricolor y sus liderazgos con mayores posibilidades de obtener la candidatura a la gubernatura se han mostrado abiertos a aliarse con Morena. Aunque particular, este es un escenario posible si las dirigencias nacionales dan su aprobación.
Definir la alianza en Yucatán no será tarea fácil para el Revolucionario Institucional, ya que ambas opciones tienen pros y contras.
En lo que respecta a Morena, el PRI puede encontrar similitudes ideológicas en su tendencia a la izquierda, lo cual se traduciría concretamente en un proyecto que priorice el desarrollo del interior del Estado. Además, la alianza se justificaría en discurso por fungir como un frente opositor al gobierno actual.
No obstante, también existe la posibilidad de que el tricolor tenga problemas si se alía con el partido guinda, puesto que el primero se caracteriza por su formalidad e institucionalidad, mientras que el segundo por su desapego a las formas y rechazo a las instituciones. Esto tiene el potencial de crear un ambiente de incertidumbre en cuanto a los acuerdos que se tomen.
Por otro lado, el Revolucionario Institucional y Acción Nacional sí coinciden en la procuración de las formas políticas y el respeto a las instituciones. Esto dotaría de orden y certidumbre a la alianza.
Ahora bien, uno de los principales puntos en contra es que aparentemente no hay un discurso que justifique la colaboración entre ambos partidos en Yucatán. A nivel federal, la alianza se sostiene, pues comparten el carácter de oposición, pero, a nivel estatal, el gobierno es blanquiazul. Asimismo, el Revolucionario Institucional y Acción Nacional han tenido conflictos en todo el Estado durante décadas que aún se resienten fuertemente en los municipios. Estos no pueden ser ignorados pues, aunque la cúpula construya acuerdos, la alianza no será efectiva si no se toma en cuenta el sentir de las estructuras.
Las dos alianzas podrían culminar en escenarios favorables para el tricolor por lo que se debe hacer un análisis, exhaustivo e incluyente, para elegir la que mejor se apegue a los intereses del PRI Yucatán, no de particulares ni de la dirigencia nacional.
Para lograr un análisis satisfactorio, la dirigencia estatal deberá abrir espacios de diálogo que le sirvan a la militancia para a conocer su opinión. Este ejercicio permitirá que se cuenten con suficientes argumentos para ponderar cuál opción es mejor y así poder tomar una decisión con base en la razón. Puede que algunos no queden contentos con el resultado, pero no habrá duda de que este fue pensado y justificado. Abrir espacios de debate igual facilitará la creación de una narrativa que justifique la alianza que se vaya a formar. En este caso, por narrativa se entiende la respuesta a “¿por qué me estoy aliando con ‘x’ partido?”. Esto es lo primero que se le debe aclarar a la ciudadanía cuando se contiende en alianza, especialmente cuando se trata de partidos con los que no había antecedente de ello. En el diálogo, surgirán percepciones que servirán como argumentos para nutrir la repuesta que se dé a tan importante pregunta; mientras más percepciones, más argumentos y, por lo tanto, será más robusta la respuesta.
De igual manera, la apertura de espacios de diálogo le permitirá al PRI fortalecer a sus cuadros en cuanto a identidad partidista y capacidades argumentativas. Reflexionar sobre el partido y escuchar las reflexiones de otros hará que los militantes tengan un mayor entendimiento de la institución a la que pertenecen, así como que desarrollen pensamiento crítico y habilidades para articular argumentos.
Lo anterior traerá beneficios al tricolor previo a las elecciones, ya que podrá contar con militantes capaces de identificar a su partido y distinguirlo de los demás. Esto se traduce en disciplina y congruencia cuando se compite en alianza; juntos, pero no revueltos. Igualmente, el Revolucionario Institucional tendrá en sus filas a cuadros con la capacidad de defender sus ideales políticos en espacios de opinión y comunicar efectivamente el mensaje del partido a la sociedad.
El PRI competirá en alianza para las elecciones del 2024. Ya se anunció que irá junto con el PAN y el PRD para la Presidencia de la República, pero aún no está claro si también lo hará en Yucatán o si se aliará con Morena. Dado que hay argumentos para defender ambas alianzas, el tricolor cuenta con una oportunidad para generar un debate que le permita analizar la situación a profundidad y fortalecer a sus cuadros. Sea con el PAN o con Morena, el PRI deberá crear y transmitir una narrativa sólida para justifi car la alianza; de lo contrario, esta carecerá de legitimidad.