Aunque quizás exista alguna excepción, no visibilizo ninguna manifestación religiosa capaz de representar todos los intereses nacionales de las grandes nacionalidades, comunidades humanas y/o Estados. Este punto de vista incluye a todos los países del Oriente Medio, a Israel, donde uno de cada cinco ciudadanos es árabe y naturalmente a Hamás y otras entidades análogas en cuyos enfoques y perfiles predominan los elementos confesionales.
La fe y las estructuras religiosas aportan a la cultura universal visiones trascendentales, entronizan valores morales y éticos, promocionan la caridad y el perdón, proporcionan consuelo y esperanzas y refuerzan las identidades. Sin los profetas y las deidades y sin Dios, la condición humana, probablemente, estaría incompleta. No obstante, en sus peores versiones, la religiosidad pervierte, divide, opone, promueve odios y da lugar a guerras, incluso fratricidas.
Después de más de 20 siglos de confrontaciones religiosas que incluyeron el martirologio de los cristianos por los emperadores romanos, las confrontaciones entre cristianos, judíos y musulmanes, las nefastas cruzadas lideradas por monarcas europeos y Papas, las guerras de reconquista en España y las cruentas batallas entre católicos y protestantes al calor de la Reforma, así como los conflictos religiosos derivados del dominio del Imperio Otomano... En el siglo XVIII, Occidente incorporó a su cultura y a sus modelos políticos el laicismo, lo cual, para los pueblos del Oriente Medio, es una asignatura pendiente.
El laicismo es una corriente ideológica que reivindica la independencia de los individuos, la sociedad, las instituciones, especialmente del Estado, de toda intervención e influencia religiosa o eclesiástica. La separación de la Iglesia de las instituciones políticas, gubernamentales, judiciales y el alejamiento de todas las jerarquías religiosas de posiciones de poder, constituye una conquista civilizatoria y un aporte trascendental de Occidente a la cultura universal.
La entronización, a mediados del siglo XX, en los ámbitos árabes y persa, predominantemente islámicos, de una entidad nacional como el Estado de Israel, constituido por oleadas de judíos llegados a Palestina desde todo el mundo y cuyo liderazgo ejercieron personas nacidas y educadas en Europa, otorgaron al Estado hebreo una naturaleza confesional que lo confrontó con el mundo árabe/persa de confesión islámica. De haber sido una Entidad laica, liberal y genuinamente democrática, Israel pudo haber sido un hecho aceptable para una región necesitada de innovaciones políticas.
Al margen de consideraciones puntuales, entre los avances políticos más notables en la región, figuran el proceso mediante el cual, de los despojos del Imperio Otomano, bajo el liderazgo de Mustafá Kemal Atatürk se fundó en el 1923 la Turquía moderna, un Estado que, sin perder sus rasgos identitarios esenciales, se proyectó como laico y democrático.
Entre las grandes realizaciones políticas en el Oriente Medio figura la orientación laica y panarabista con matices liberales de los líderes nacionalistas que condujeron los procesos de descolonización y la instauración de las repúblicas, tal como hicieron, entre otros, Nasser, en Egipto; Assad, en Siria; Ben Bella, en Argelia; Gadafi, en Libia, y Arafat, en Palestina.
Como parte de esa positiva tendencia, en el 1947 surgió el Partido Árabe Socialista, o del Renacimiento Árabe (Bass), que se define a sí mismo como nacionalista, árabe y laico y hasta hoy figura como la principal entidad política que más ha influido en los procesos políticos del área.
Un retroceso estratégico, con el cual Occidente se dio un tiro en el pie, lo constituyó la conspiración entre británicos y estadounidenses que en el 1953 condujo al derrocamiento del primer ministro de Irán Mohammad Mossadegh, hasta hoy el único gobernante de perfil laico y liberal democráticamente electo en Oriente Medio.
En materia de institucionalidad política y derechos humanos, en el Oriente Medio, algunos territorios exsoviéticos, incluso en regiones de Europa, debido al retorno de los enfoques confesionales, han ocurrido desastrosos retrocesos que han conducido al surgimiento de Estados teocráticos y a la reincorporación de corrientes religiosas, principalmente islámicas a las luchas políticas que han conllevado a que facciones religiosas asuman cuotas de poder y, en casos extremos, han dado origen a aberraciones como el Estado Islámico y el Talibán, asociadas a enfoques confesionalmente fundamentalista y políticamente ultrareaccionarios.
Después de los errores que condujeron a la partición de Palestina que no debió ocurrir, al hecho de que el Estado Palestino no fuera proclamado en el 1948 como mandó la resolución de la ONU, la creación del Estado de Guerra que dio lugar a la Nakba, en castellano, la “catástrofe”, la más triste efemérides de los pueblos árabes, la creación de la Organización para la Liberación de Palestina y Al-Fatah bajo el liderazgo de Yasser Arafat, con luces y sombras constituyen conquistas del pueblo palestino.
Conforme a Derecho, a lo negociado, acordado y certificado por Naciones Unidas, el representante jurídica y políticamente reconocido del pueblo de Palestina, incluida Gaza, es la Autoridad Nacional Palestina, única entidad calificada para hablar y actuar en nombre de todos los palestinos. Usurpar ese derecho es un desatino cuyas consecuencias están a la vista.
Como siempre, no aspiro a la total aprobación. Son mis opiniones y sólo a mí me comprometen. ¡Alto al fuego de todas las partes ya! ¡Paz para Palestina!