Opinión

Una nueva diplomacia

Gustavo Petro ha inaugurado un nuevo estilo de diplomacia, ejercido directamente por él sin pasar por el trámite en su propia Cancillería y dictado desde su propio aparato de teléfono celular

El presidente colombiano, Gustavo Petro, ha inaugurado un nuevo estilo de diplomacia, ejercido directamente por él sin pasar por el trámite en su propia Cancillería y dictado desde su propio aparato de teléfono celular, utilizando la vía de X (antes Twitter) lo cual le garantiza celeridad y confianza en que lo que se trasmite sea exactamente lo que él quiere decir sin posibilidades de distorsión.

El peligro de ese tipo de diplomacia es que se ejerce al calor del momento, sin guardar las formas de uso para esos menesteres y desdeñando las instituciones con que cuenta el país por mandato constitucional para los pronunciamientos oficiales.

Pero las críticas a ese estilo de manifestarse ante la comunidad internacional no estallaron las múltiples veces en que se ha enfrascado en un duelo de Twitter con el presidente Nayib Bukele, de El Salvador, ni los otros cientos de veces que ha opinado usando esos mismos canales soslayando las normas para la comunicación entre Estados, como cuando se pronunció sobre la derrota de la Constitución de Chile o sobre los gobiernos de Perú.

Las críticas de las democracias más poderosas empezaron a sonar cuando se negó a seguir el libreto y condenar a Rusia por la invasión de Ucrania aduciendo que su compromiso era con la solución negociada de ese conflicto. Y han arreciado ahora, por negarse a condenar a Hamás -lo que para mí constituye un error-, condena los crímenes de guerra de Israel y ha dicho que lo que vio cuando visitó ese país fue lo mismo que vio en el campo de concentración de Auschwitz. Además, denunció que Israel ha instaurado un régimen de apartheid.

Israel saltó y con él los países que lo apoyan, ellos sí condenando a Hamás, pero no los crímenes de guerra y de lesa humanidad que los israelíes están cometiendo en el mínimo territorio a que han reducido a Palestina.

Este estilo de diplomacia colombiano corresponde a que por primera vez en el país gobierna un presidente de izquierda, exguerrillero por más señas y el país se niega a seguir siendo el Caín de América, saltando al ritmo que dicta Estados Unidos. Cuando la guerra de las Malvinas, Colombia fue el único país de Latinoamérica que se puso del lado de los ingleses. Y así siempre, saltando al ritmo que imponía Estados Unidos, como en la guerra contra las drogas que tanta sangre nos ha costado.

Quien sí violó toda norma no sólo de la diplomacia sino de la decencia fue el embajador de Israel, burlándose de nuestro presidente, ante el cual representa su país, sintiéndose fuerte en el apoyo que al suyo le están bridando las potencias Occidentales.

En el Consejo de Seguridad, 12 de sus 15 miembros votaron a favor de la resolución de Brasil para lograr un cese al fuego y la liberación de los secuestrados en poder de Hamás. Pero, a pesar de esa mayoría Estados Unidos, uno de los cinco miembros permanentes, impidió que fuera aprobada. Así, en dos semanas de escalada de esta guerra, dos proposiciones han sido rechazadas.

Como dijo Riyad Mansour, enviado de Palestina a este órgano de la ONU: “Se está produciendo un desastre político y, sin embargo, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es incapaz de decir lo único que de verdad importa: detengan el derramamiento de sangre”.

Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, fue a Israel a expresar su apoyo a Netanyahu sin siquiera un mínimo esfuerzo de mediación, contraria a la posición de Joseph Borrell (vicepresidente de esa Comisión) que ha sido muy claro en la condena a los actos contra la humanidad en la respuesta israelí. Tal vez por ser alemana, el peso de la culpa que carga ese país por los horrores del Holocausto, que no fue sólo de judíos, defina su posición. (José Saramago, el Premio Nobel portugués dijo que “Israel se ha convertido en rentista del Holocausto”).

Por su lado, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha dejado en claro que está alineado sin fi suras con Israel. Los resultados de su visita son irrisorios: gestionar el paso de 20 camiones de comida. Así fueran 200, sabe muy bien que es una gota en un desierto de sedientos a punto de morir de inanición como resultado de las órdenes de Israel. Y Rishi Sunak, el primer ministro británico, llegó al extremo de decirle a Israel: “Queremos que ganéis”. Habría que preguntarle a quiénes incluye en ese “queremos” porque las manifestaciones en Londres y otras ciudades del Reino Unido en apoyo a Palestina han sido apoteósicas.

Es que Israel cuenta con el apoyo de los gobiernos y Palestina con el de sus habitantes, como lo demuestran las multitudinarias marchas en Estados Unidos y Europa.