Opinión

Estados Unidos y la OTAN se hacen a la mar

Estados Unidos extendió la cobertura naval a todos los océanos y mares. Para ello cuenta con un Comando Central de las Fuerzas Navales, y nueve flotas con unos 500 buques

Ante el auge de la piratería en el Mar Rojo, Estados Unidos y otras potencias navales de la OTAN han formado una Armada que comenzará a operar militarmente en ese cruce marítimo, una zona altamente conflictiva.

Al incorporar territorios de México, Estados Unidos salió al Océano Pacífico y al adquirir Alaska sumó costas al Ártico, convirtiéndose en la única potencia naval de tres océanos.

Para cumplir el autoasignado cometido de Policía del mundo, Estados Unidos extendió la cobertura naval a todos los océanos y mares. Para ello cuenta con un Comando Central de las Fuerzas Navales, y nueve flotas con unos 500 buques, de ellos 36 submarinos y 11 portaaviones de propulsión nuclear, además de miles de aviones y un Ciber Comando. Para el 2024 dispondrá de un presupuesto de 886 mil millones de dólares.

En el 2021, en su indetenible expansionismo que proyecta el poderío naval a tierra, Estados Unidos ha auspiciado la alianza Aukus (Australia, Reino Unidos Estados Unidos), cuyo eje será una flota de submarinos nucleares, recursos cibernéticos y de Inteligencia Artificial, y capacidades para ataques a largo alcance y, hace apenas unos días anunció la creación de otro brazo armado naval, esta vez en el veleidoso Mar Rojo.

En respuesta al incremento de acciones de piratería en el Mar Rojo atribuida a efectivos yemenitas hutíes, una poderosa y fogueada entidad no estatal que, con obvios apoyos extranjeros, ha adquirido embarcaciones, drones y misiles que los han dotado de capacidades combativas para interferir la navegación en el área, lo cual, dada la configuración de esa estrecha vía marítima, no es excepcionalmente difícil.

En consecuencia, Estados Unidos ha pactado con otros nueve países: Reino Unido, Francia, España, Italia, Países Bajos, Canadá, Noruega, Seychelles y Bahréin, la creación de una Fuerza de tarea naval para operar en el Mar Rojo, lo cual plantea no pocos problemas. Uno es la radicalización de la actuación de los atacantes y el otro las complicaciones con los Estados ribereños.

Desde tiempos remotos, para sus acciones y la huida, los piratas se ocultan, cosa muy difícil en el mar, donde no hay malezas, montañas ni accidentes naturales, sólo islas, canales y costas, lo cual supone la indiferencia o complicidad de algún Estado, y plantea la posibilidad de un conflicto con alguno de los Estados ribereños en una región sensible y altamente conflictiva.

Un problema adicional ha sido planteado por España, que ha rectificado su posición inicial y ahora indica que sólo participará si es la OTAN y no Estados Unidos, quien ejerce la jefatura de la operación.

Estados Unidos y los países participantes en la coalición cuentan con excelentes flotas, medios técnicos avanzados y vastas experiencias de la lucha armada en el mar. No obstante, los piratas disponen de movilidad y quién sabe de qué otros apoyos en su depredadora faena.

La historia naval de los Estados Unidos comenzó cuando entre el 1801 y el 1805, y en 1815 -en esa misma región- libró la guerra contra los piratas bereberes que saqueaban y se apoderaban de mercantes estadounidenses en el Mar Mediterráneo. De hecho, se incrementó durante la Guerra de Secesión, en la cual -por primera vez- se enfrentaron acorazados a vapor y se prestigió ante su opinión pública en la guerra contra España en el 1898 con las victorias en Cuba, Filipinas y Puerto Rico. Su momento más brillante fue durante la II Guerra Mundial, en la que combatió contra Japón en el Océano Pacífico.

La Armada estadounidense comenzó a tener significación en la política exterior del país cuando, en el 1853, el comodoro Matthew Perry presionó a Japón para que abriera sus fronteras. Con aquel hecho, Estados Unidos se sumó a la “Diplomacia de cañoneras”, un término referido a la búsqueda de objetivos políticos y comerciales por medio de amenazas militares. En el 1907, una flota de guerra navegó 14 meses para dar la vuelta al mundo, exhibiendo el poderío naval estadounidense.

Con la guerra de Ucrania en su apogeo, la masacre israelí en Gaza, el conflicto en Yemen que, por persona interpuesta, enfrenta Irán y Arabia Saudita, se abre un nuevo frente en el Mar Rojo, el cual involucra a siete países de la OTAN y sólo uno árabe, por lo menos de pronóstico reservado.