En el contexto de la intensificación de los combates en la región ucraniana de Donbás, en la cual Rusia ha experimentado importantes reveses militares, sus medios de prensa oficiales admiten la presencia del Grupo Wagner, una agencia de servicios armados o cuerpo paramilitar privado que, como todos los demás de su perfil, exhibe una dudosa reputación.
Aunque de antaño es conocida la existencia en Ucrania de organizaciones paramilitares vinculadas a movimientos políticos contrarrevolucionarios, de derecha, incluso al servicio de los ocupantes nazis, la novedad es que Rusia, cuyo Ejército es considerado por la sociedad como una prestigiosa institución nacional y reputado entre los más poderosos del mundo, acuda a alianzas con formaciones de ese carácter.
Los ejércitos privados formaron parte de la estructura del feudalismo europeo y asiático cuando, antes de que surgieran las monarquías absolutas y los estados nacionales, asistían a los señores feudales en frecuentes guerras locales.
Al atribuir las tareas de defensa y orden público al Estado, el derecho liberal suprimió tales estructuras que, curiosamente, renacieron en los Estados Unidos.
La primera entidad privada de seguridad y de aplicación de la ley, en su momento la más importante del mundo fue la Agencia Detectives Pinkerton, fundada en los de los Estados Unidos en el 1850, que operó durante la Guerra de Secesión y fue contratada por el gobierno para proteger diligencias y ferrocarriles mediante los cuales se trasladaba el dinero, el oro desde California y el correo postal.
En la posguerra proliferaron las agencias de seguridad que, además de la protección física de entidades económicas y financieras privadas fueron contratadas para la protección de espacios públicos como ferrocarriles, parques, escuelas, y utilizadas para la seguridad personal.
Entre las ventajas de estas entidades fi gura el hecho de que, por su carácter privado, su desempeño, incluso represivo, no compromete a los gobiernos. Esta práctica, convertida en un multimillonario negocio, se hizo extensiva a la esfera militar.
Según trascendidos, en cierto momento en Irak, al servicio de los Estados Unidos, hubo más contratistas civiles que militares de ese país. Un informe del Congreso señaló que en el período 2003- 2007, se gastaron unos 85 mil millones de dólares en contratos con empresas militares privadas.
La más notoria de estas entidades es la estadounidense Blackwater, la más importante contratista civil del Pentágono y la CIA. La agencia Wagner, etiquetada como terrorista en el 2021 por la Unión Europea, fue fundada por Yevgeny Prigozhin, multimillonario ruso, laureado con títulos de Héroe de la Federación Rusa y de la República de Donetsk y otras condecoraciones estatales y denostado por la prensa occidental y por autoridades europeas.
Aunque se ha especulado no se han documentado fehacientemente vínculos de Prigozhin con el Kremlin ni con el presidente Vladimir Putin. En un definitorio artículo publicado el 22 de noviembre del 2022, titulado: Grupo Wagner: contrato con la patria, la agencia oficial rusa Rusia Today subraya que: “… La única certeza admitida sobre el Grupo Wagner es su eficacia en combate…” También se sabe que se trata de organización cerrada, nada transparente y con una pobre reputación.
Es difícil calcular qué puede aportar a las operaciones combativas esta formación que no pueda hacer el poderoso ejército ruso que se arriesga con una fuerza que no está bajo su control y altera el principio del mando único, un precepto de la doctrina militar rusa. El tiempo y la práctica dirán.