La visita del secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, a China concluyó con un encuentro no programado con el presidente, Xi Jinping. El Presidente Joe Biden -dijo el Jefe de la Diplomacia estadounidense-, me pidió que viajara porque cree que ambos países comparten responsabilidades al gestionar la relación... Vine a reforzar los canales de comunicación de alto nivel para dejar claras nuestras posiciones y explorar áreas en las que podríamos trabajar juntos. Todo eso lo hicimos...”
El entendimiento alcanzado con Wang Yi, director de la Ofi cina de Asuntos Exteriores del Partido Comunista de China y con Qin Gang, ministro de Relaciones Exteriores, allanaron el camino para el encuentro con el presidente Xi.
La agenda común abarcó todos los temas conflictivos; entre otros, Taiwán, en el cual China mantuvo sus posiciones y Estados Unidos las suyas. China no renuncia a la reunificación, mientras Norteamérica ratifi ca la doctrina de una sola China y apoya la independencia de Taiwán. No hacía falta más. Blinken expuso preocupaciones sobre acciones militares peligrosas en el estrecho de Taiwán, así como en los mares del Sur y Este de China.
En cuanto a Ucrania, la parte estadounidense informó que conversaron sobre la agresión de Rusia y señaló que se acogería con satisfacción que China desempeñara un papel constructivo, para trabajar por una paz basada en los principios que la Carta de las Naciones Unidas. También se habló sobre las acciones y la retórica imprudentes de Corea del Norte.
Blinken explicó las nefastas consecuencias del fentanilo e instó a China a ocuparse del asunto, no tanto de la sustancia, como de los precursores químicos que empresas privadas chinas pueden estar exportando. Al respecto se acordó crear un grupo de trabajo para monitorear la situación y adoptar medidas.
El presidente Xi reiteró a Blinken que: “Las relaciones deben basarse en el respeto mutuo y la sinceridad... El mundo necesita relaciones estables entre China y Estados Unidos... El futuro de la humanidad depende de que ambos se lleven bien... La comunidad internacional no quiere tener que elegir entre uno y otro país. Xi espera que Estados Unidos sea racional y pragmático, colabore con China y mantenga el consenso alcanzado en Bali, el pasado noviembre con el presidente Biden.
“China -reiteró Xi- no tratará de desafiar y reemplazar a Estados Unidos, del mismo modo, EE.UU. debe respetar a China y no socavar sus derechos e intereses legítimos. Ninguna de las partes debe privar a la otra de sus legítimos derechos al desarrollo”.
El Presidente chino ha asegurado que: “Ambas partes han hecho progresos y han llegado a un terreno común en algunos puntos concretos”, lo que, a su juicio, es algo bueno.
La visita del funcionario estadounidense de mayor rango desde la llegada de Biden al poder, podría dar lugar a una apertura, a consultas entre representantes de ambos países, incluso a una entrevista entre los dos presidentes en los próximos meses.
El tono de la visita no pudo ser más conciliador. Matthew Miller, vocero del Departamento de Estado, señaló que las conversaciones fueron “sinceras, sustantivas y constructivas”. Un resultado colateral fue que el canciller Qin aceptó visitar Washington próximamente. No recuerdo otro evento diplomático reciente tan auspicioso. Los resultados ratifican la pertinencia del diálogo, sobre todo allí donde son más profundas las contradicciones.
Ojalá para explotar el éxito y en función de su legado, Blinken repitiera la experiencia respecto a Moscú, Kiev, Pyongyang, La Habana y otras latitudes donde existen situaciones en las cuales Washington está profundamente implicado.