Opinión

Rusos contra rusos. En el umbral del desastre

El 23 de junio, en Rusia se configuró un escenario de golpe de Estado y guerra civil que amenazó al país con una debacle de proporciones históricas

En la tarde del 23 de junio, en Rusia se configuró un escenario de golpe de Estado y guerra civil que amenazó al país con una debacle de proporciones históricas. La sublevación del jefe del Grupo Wagner Evgueni Prigozhin planteó la posibilidad de una guerra dentro de otra, de hecho, un segundo frente para Rusia.

La asonada se desató en cuestión de horas cuando, sorpresivamente, en la tarde del 23, el jefe del Grupo Wagner Evgueni Prigozhin, acusó al Alto Mando del Ejército ruso de bombardear campamentos e instalaciones de sus efectivos ocasionando miles de muertos. Los rostros visibles de la querella son, además Prigozhin, el ministro de defensa de Rusia, general Serguéi Shoigú.

La primera reacción del Kremlin fue poner en estado de alerta importantes ciudades rusas, incluidas Vorónezh, Rostov, San Petersburgo y Moscú, en las cuales se aplicó un estricto control absoluto bajo el régimen de “operaciones antiterroristas”. En esas localidades se suspendieron eventos y espectáculos públicos.

En una acción que indicó la gravedad de la situación, Putin se dirigió al país y en una alocución de cinco minutos y 709 palabras, tildó la acción de “aventura criminal”, “crimen armado” “motín” “apostasía” “puñalada por la espalda” “traición al país y al pueblo” “amenaza mortal” y anunció que “Quienes tomaron el camino de la traición...sufrirán un castigo inevitable, responderán ante la ley y ante nuestro pueblo...”, cosa que por ahora no ocurrirá.

El anuncio del líder checheno Ramzán Kadírov y el despacho de tropas de esa república para interceptar la marcha de Wagner sobre Moscú, amenazó con añadir un elemento étnico a la violenta trama. Exhausta y perpleja Rusia vio como un pillo sin méritos ni valores desafiaba a Vladimir Putin y al Alto Mando militar ruso y vive para contarlo, mientras marcha a un exilio pactado.

Ante la inminencia de una tragedia, asistido por el presidente de Bielorrusia Anatoli Lukashenko que con su autorización negoció con Prigozhin a quien conoce hace más de 20 años, accedió a detener la marcha de sus huestes sobre Moscú, desactivando así la única rebelión militar en la Rusia Europea desde los tiempos del Asalto al Palacio de Invierno.

Yevgeny Prigozhin es una de las perlas de la Rusia post soviética. Un buscavidas, ex presidiario, devenido oligarca que nadie sabe cómo, de vendedor de salchichas en las calles de Moscú, accedió al círculo cercano al presidente Vladimir Putin, a quien con una empresa de catering servía en cenas y eventos que ofrecía en el Kremlin, por lo cual se le adjudicó el mote del cocinero de Putin.

Dueño de restaurantes, sin ningún talento informático conocido, se vinculó al negocio de Internet, creando una Agencia e Internet de la cual se ha dicho que intentó influir en las elecciones de Estados Unidos, por lo cual enfrenta sanciones económicas y cargos penales en aquel país.

Nacido en 1961 en San Petersburgo (antes Leningrado), la misma ciudad donde nació y trabajó Putin, en 1979, fue sancionado por robo. En 1981, fue sentenciado a 13 años de prisión bajo los cargos de robo, fraude y otros delitos. Fue indultado en 1990. En total, pasó nueve años en la cárcel.

En 1914 fundó el Grupo Wagner una mezcla de agencia de seguridad y empresa militar privada cuyos efectivos pueden haber llegado a 50 mil asalariado, en cuya calidad se vinculó, primero en la guerra civil en Ucrania y luego, junto a las tropas regulares, sin subordinarse al mando ruso fue protagonista en la guerra en Ucrania.

Insistiendo en su interpretación de la historia, afirmó que: “Fue exactamente así el golpe que recibió Rusia en 1917, cuando luchó en la Primera Guerra Mundial. Pero la victoria le fue robada. Las intrigas, disputas, politiqueos a espaldas del Ejército y del pueblo provocaron la destrucción del Ejército y el colapso del Estado, la pérdida de vastos territorios. El resultado fue la tragedia de la guerra civil...No permitiremos que esto vuelva a ocurrir. Protegeremos tanto a nuestro pueblo como a nuestro Estado contra todas las amenazas. Incluida contra la traición interna”.

Según trascendidos que el autor no ha podido confirmar, las bases del acuerdo para desactivar de modo incruento la sublevación, fueron las siguientes: (1) Desmovilización de los efectivos y disolución el Grupo Wagner que entregará armas e instalaciones. (2) Eximir de responsabilidades judiciales a Yevgeny Prigozhin y otros cabecillas de la asonada quienes marcharán al exilio y se apartarán de toda actividad militar. Fuentes que prefi rieron el anonimato, mencionaron partes del acuerdo que involucran al Alto Mando militar ruso. Según versiones, Putin puede haber advertido a la OTAN y a Estados Unidos, que no se entrometieron en el problema interno ruso, a la vez se conoció que el presidente Biden se comunicó con los líderes de Gran Bretaña, Francia, Alemania y otros países y dirigentes de la OTAN, con los cuales intercambió sobre los sucesos en Rusia.

Por esta vez, el presidente Vladimir Putin logró desactivar un escenario de golpe de Estado que colocó al país en el umbral de una guerra civil y reveló fi suras internas que sus adversarios no dejarán de aprovechar.

Si bien los hechos pueden no haber afectado de modo inmediato las acciones militares en el frente ucraniano, el desafío significa una alerta y una sugerencia de que quizás sea más rentable trabajar por la paz que insistir en la búsqueda de victoria militar en Ucrania.

Allá nos vemos.