Opinión

Guerra civil en Rusia. Otra vez no

En octubre del 2008, la Corte Suprema de Rusia rehabilitó al Zar y a su familia, asumiendo que fueron víctimas de la represión política

En la Primera Guerra Mundial (1914-1918) Rusia aportó 2 millones 500 mil muertos, siete millones durante la Guerra Civil (1914-1918) y unos 27 millones en la Segunda Guerra Mundial (1941-1945). Cuarenta millones en alrededor de 30 años, más de un millón por año, son demasiados muertos.

En su dramático mensaje a la nación el pasado 24 de junio, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, afirmó que, durante la rebelión del Grupo Wagner, Rusia se asomó al umbral de otra guerra civil.

Aunque no concuerdo con sus argumentos al comparar diferentes eventos históricos, no los discutiré ahora porque, acertados o no, inspiraron un comportamiento a la altura del momento. Fue preferible perdonar a un truhan de pacotilla que cargar con la responsabilidad histórica de no haber evitado otra guerra civil.

Según se dijo, lo ocurrido en Rusia en el 1917 fue un gran golpe al país cuando estaba librando la Primera Guerra Mundial. La victoria le fue robada... La traición condujo a la destrucción del Ejército y el colapso del Estado, a la pérdida de vastos territorios y a la tragedia de la guerra civil...”.

En cuatro líneas, el Presidente alude a sucesos ocurridos hace más de 100 años. Se trata de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el triunfo de los bolcheviques (1917), el Tratado de Brest- Litovsk (1918) y la Guerra Civil (1918-1920).

La Revolución Bolchevique no fue una traición, sino una confrontación, preparada por décadas de intenso batallar frente a la autocracia zarista. En ese período los luchadores, no sólo bolcheviques, sufrieron cárcel, destierro, exilio y la muerte y aprovechando el rechazo a la opresión y por la catástrofe humanitaria y la ruina económica generada por la Primera Guerra Mundial, en la cual Rusia aportó el 40 por ciento de todas las bajas de la coalición integrada además por Reino Unido, Francia y Estados Unidos.

En la coyuntura, las fuerzas progresistas forzaron la abdicación del Zar y establecieron un Gobierno Provisional. Siete meses después triunfó la Revolución Bolchevique. Rusia no perdió la guerra porque formaba parte de la coalición ganadora y porque se retiró de esta antes de que concluyera.

Los acuerdos de paz de Brest-Litovsk fueron la primera acción diplomática del poder soviético efectuada con el fin de poner fin a la participación del Imperio Ruso en aquella guerra, momento aprovechado por Alemania para demandar la entrega de vastos territorios, no de Rusia, sino del Imperio Ruso, entre ellos Finlandia, Polonia, Estonia, Livonia, Curlandia, Lituania, Ucrania y Besarabia, a lo cual Vladimir Ilich Lenin, que procuraba la paz a cualquier precio accedió. No obstante, el Tratado no tuvo ningún efecto real, pues fue anulado por la derrota de Alemania pocos meses después.

En sus palabras, el Presidente ruso menciona a la Guerra Civil como resultado de la misma “traición que condujo a la derrota de Rusia en la Primera Guerra Mundial”, afirmación que omite datos relevantes, entre ellos que, en aquella guerra, para en la cual el Imperio Ruso movilizó a cerca de 10 millones de obreros y campesinos obligándolos a combatir en una guerra que no era suya: si bien algunos militares asumieron las consignas bolcheviques, hubieran seguido a cualquiera que prometiera poner fin a la carnicería.

Obviamente, la salida de Rusia de la Primera Guerra Mundial que devolvía la paz al país, no fue la causa de la Guerra Civil. La Guerra Civil (1918- 1920) fue la respuesta de la reacción interna y de las clases desplazadas del poder por dos revoluciones, la de febrero del 1917 que forzó la abdicación del Zar y la de los bolcheviques que, siete meses después, derrocaron al Gobierno provisional.

Por circunstancias asociadas a la finalización de la conflagración mundial en el 1918 y a la participación de varias potencias europeas y los Estados Unidos que, en calidad de aliados, estaban presentes en territorio ruso y, de modo más o menos fortuitos o intencionales, se involucraron en los conflictos internos de Rusia al participar en el rescate de la Legión Checoslovaca, en función de lo cual intervinieron en asunto internos de Rusia.

Aquella Guerra Civil, que a diferencia de la promovida por Yevgueni Prigozhin tuvo un carácter profundamente clasista, no se desplegó en abstracto sino en medio de la vorágine de la revolución que, en condiciones sumamente precarias, principalmente por la ruina del país como consecuencia de tres siglos de opresión zarista y cuatro años de la Guerra Mundial fue profundamente quebrantado.

A la vez que se libraba la Guerra Civil, los bolcheviques lidiaban con los problemas nacionales gestados por el Imperio Ruso, la parálisis de la economía y las hambrunas que dieron lugar a políticas extremas como el llamado comunismo de guerra, contingentación forzosa, la necesidad de construir un nuevo Ejército y un nuevo Estado y poner en marcha las transformaciones que permitieron despegar al país que finalmente condujeron a la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

La URSS, cuya concepción respectó la proclamada independencia de Polonia, Finlandia, Lituania, Letonia y Estonia —y se cometieron errores al desconocer la voluntad de Ucrania y Georgia—, no fue una versión mejorada del Imperio Ruso, sino un esfuerzo por crear una entidad nueva, propósito a la postre fallido.

El rescate de la Legión Checoslovaca, un cuerpo del Ejército ruso formado por extranjeros que llegó tener 60 mil efectivos, originalmente fue un proyecto patriótico gestado al amparo de Rusia que acogió a exprisioneros y emigrantes checos, eslovacos, así como representantes de otras nacionalidades europeas oprimidas, cuyas metrópolis combatían al lado de Alemania para permitirles participar en la guerra junto a las potencias aliadas de entonces: Gran Bretaña, Francia, Rusia y los Estados Unidos para, al final de la guerra, independizar a sus países, cosa que el Ejército ruso les permitió y que, cuando los bolcheviques forzaron la salida del país de la guerra, quedaron varados en Rusia.

Tras la firma de los acuerdos de Brest- Litovsk, los bolcheviques prometieron facilitar la evacuación de la Legión hacia Francia, lo que no fue posible por el bloqueo naval por parte de Alemania por lo cual se optó por trasladarla por ferrocarril a Vladivostok para embarcarla a Estados Unidos.

En el largo trayecto desde Siberia surgieron contradicciones entre los mandos de aquellas tropas y los bolcheviques que eran mutuamente hostiles. Liev Trotski, entonces Comisario de Guerra, ordenó el desarme de la Legión.

En circunstancias extraordinariamente confusas, aunque sus líderes políticos recomendaron a los mandos de la Legión mantenerse al margen de los asuntos internos rusos, en especial de la Guerra Civil, ello no fue posible.

La Legión se negó al desarme y tomó por las armas varias localidades, siempre al lado de los rusos blancos y de los prisioneros de guerra alemanes y austrohúngaros. De ese modo, aquel poderoso Ejército, se integró a la Guerra Civil. En la coyuntura, la Legión Checoslovaca era la fuerza militar mejor organizada y con mayor capacidad combativa y aunque algunos de sus efectivos se sumaron al Ejército Rojo, los Gobiernos europeos y los Estados Unidos, adversarios de los bolcheviques, los instaron a confrontar al poder soviético.

Durante la toma de la ciudad de Ekaterimburgo por la Legión Checoslovaca, presuntamente para evitar que fueran liberados, fueron asesinados el emperador Nicolás II y su familia, uno de los más desafortunados acontecimientos de la Guerra Civil. En la noche del 17 de julio del 1918, Nicolás II, último de los zares rusos fue asesinado, presumiblemente por quienes los custodiaban. Con él murieron su esposa y sus cinco hijos. En el 1979 se encontraron sus restos.

En octubre del 2008, la Corte Suprema de Rusia rehabilitó al Zar y a su familia, asumiendo que fueron víctimas de la represión política. El tribunal determinó que no existían pruebas documentales de quién ordenó el magnicidio. Dado el tiempo transcurrido y al hecho de que todos los participantes habían muerto, el caso fue cerrado.

En el 1920, concluida la Guerra Civil, luego de intensas negociaciones, la Legión Checoslovaca abandonó Rusia. Evitar que una lucha fratricida, esta vez provocada por bajas pasiones, y que se derramara sangre rusa, fue un acierto que será total cuando, con la misma determinación y sentido humanista, se asuma que también en Ucrania se derrama sangre y que una sangre no merece menos que la otra.

El mérito de los líderes de Rusia y Ucrania, la OTAN y los Estados Unidos, no será vencer en una guerra que no debió comenzar, sino ganar la paz.