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Jorge Gómez Barata profundiza en los alcances que ha tenido el conflicto armado entre Ucrania y Rusia más allá del campo de batalla en tierra

Quien crea que en la guerra que se libra en Europa no concurren factores geopolíticos, debería mirar al mar a donde acaba de llegar la lucha armada.

Rusia ha declarado que los buques mercantes que naveguen por el Mar Negro con destino a Ucrania pueden ser declarados objetivos militares y Ucrania ha hecho lo mismo respecto a los navíos que transiten hacia o desde Rusia. Así, la guerra ha irrumpido en lo que podía ser un remanso de paz.

Los beligerantes, que abiertamente irrespetan las legislaciones internacionales sobre el libre comercio y los derechos del mar, tampoco reparan en que otros cuatro países: Turquía, Bulgaria, Georgia y Rumania poseen costas y utilizan intensamente el Mar Negro en cuyas riberas se encuentran algunos de los más importantes puertos y de las mejores playas de Europa.

La crispación se inició con la incorporación de la península Crimea a Rusia en el 2014 y la escalada que significó la guerra desatada en el 2022 en Ucrania, que ha convertido el Mar Negro en un teatro de operaciones militares entre ambos países, además de la OTAN. Las tensiones se han incrementado a partir de la reiteración de operaciones militares de Ucrania contra el puente de Kerch y las represalias rusas contra ciudades portuarias.

No se trata de un hecho fortuito, sino de un capítulo de la geopolítica naval que parecía sobrepasado. En el mundo existen 57 mares, en los cuales se realiza más del 80 por ciento del comercio mundial. Ellos forman el 70 por ciento de la superficie del planeta y albergan más del 90 por ciento de la biomasa viva. Cinco de ellos son océanos: Atlántico, Pacífico, Índico, Antártico y Ártico. Entre sus características figuran el carácter abierto y las dimensiones.

Un total de 21 países cuentan con costas en dos océanos, ocho son latinoamericanos. Estados Unidos, Rusia y Canadá tienen litorales en tres océanos. En contraposición, 21 Estados carecen de salida al mar.

El Mar Negro es el único de los mares actualmente involucrado activamente en una guerra. Se trata de un bellísimo espejo de agua en forma de mar interior, de 436 mil 400 km² de extensión limitado por las costas de Ucrania, Turquía, Bulgaria, Georgia, Rumania y más recientemente Rusia que, después de sumar Crimea a sus dominios, construyó el puente de Kerch que, con 18 kilómetros de extensión, el más largo de Europa, conecta por tierra a Crimea con Rusia.

Rusia, el país más grande del mundo, no está dotado de amplias facilidades navales. La mitad de su territorio de 17 millones de kilómetros cuadrados está más cerca del Polo Norte que del ecuador y casi todos sus 36 puertos están ubicados en mares interiores.

El Mar Negro es de vital importancia para su proyección exterior. La ciudad de Sebastopol alberga una gran base naval, sede de la Flota del Mar Negro. Por el Mar Negro, atravesando por los estrechos de Bósforo y Dardanelos, los países ribereños, incluidos Ucrania sin otra salida al mar y Rusia, un gigante enclaustrado por 14 fronteras terrestres, acceden al mar Mediterráneo y, atravesando el Estrecho de Gibraltar al océano Atlántico; al canal de Suez y por ahí al Mar Rojo y al Océano Indico.

Se trata de las vías por las que Rusia que carente de accesos expeditos al Océano Atlántico y de costas significativas en el Océano Pacifico, accede a los “mares calientes”.

La guerra en Ucrania ha escalado hasta llegar al mar donde no se deben esperar batallas navales. Rusia cuenta con una de las más poderosas Armadas del planeta y de una fl ota para el Mar Negro mientras Ucrania no dispone ni de un buque de guerra. La asimetría excluye los enfrentamientos, al menos en el agua

 

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