El presidente Gustavo Petro fue elegido teniendo como una de sus banderas la Reforma Agraria. Y esa, que fue propuesta también de dos presidentes liberales (Alfonso López Pumarejo, 1934-1938 y 1942-1945, y Carlos Lleras Restrepo, 1966-1970) más radicales que la suya, ahora le acarrea ser tildado de comunista.
En efecto, en 1936, López expidió la Ley de Tierras que acogía su principio de que el bien público prima sobre el particular y la propiedad tiene una función social. Y el muy liberal Lleras hizo una Reforma Agraria en desarrollo de la ley que, como senador, había impulsado antes, e incluía la expropiación de tierras sin cultivar, su entrega a los campesinos carentes de ella, la dotación de insumos y maquinaria para hacerla productiva y creó el Instituto para la Reforma Agraria (Incora). Se hicieron habituales los titulares de los diarios informando la expropiación y compra de tierras y su entrega a los campesinos; incorar se volvió un verbo cotidiano.
Esa reforma impulsó también la organización del campesinado en la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (Anuc), germen de otros movimientos agraristas, algunos más radicales.
Desafortunadamente, el sucesor de Lleras, el conservador Misael Pastrana Borrero, frenó en seco el proceso de la Reforma Agraria y acabó con la Anuc.
A partir de ahí, las tomas de tierra fueron cada vez más frecuentes y muchos campesinos se incorporaron a las fi las de las organizaciones guerrilleras. La Anuc continúa, pero ya sin la fuerza y la cohesión política de su origen.
La propuesta de Reforma Agraria de Petro es tibia comparada con la de esos antecesores. Lleras proponía la expropiación y Petro plantea la compra de tierra a precios comerciales, entre otros, a los ganaderos afiliados a Fedegan, la organización que los agrupa y que ha sido señalada de alianzas con grupos paramilitares.
Precisamente, Petro, en aras de la concertación, incorporó como uno de los negociadores del proceso de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), al presidente de esa asociación, José Félix Lafourie, conocido hombre de derecha.
Como era de prever, esta semana estalló un conflicto que aún no se sabe cómo terminará. El origen está en un comunicado enviado hace tres días a los ganaderos y que el presidente consideró era una invitación al paramilitarismo. Y, como es habitual en él, por X, antes Twitter, preguntó si provenía de la Dirección de Fedegan. Lafourie respondió de inmediato que lo había enviado él, de su puño y letra, porque se opone al decreto del ministerio de Agricultura -se conoció ese mismo día- que invita a los campesinos a organizarse y movilizarse para promover la Reforma Agraria.
La carta de Fedegan pide a los ganaderos que no olviden las “brigadas solidarias” para defender la propiedad privada. Las alarmas se encendieron porque era fácil recordar las Convivir, esas organizaciones de grandes propietarios del campo, entre ellos los ganaderos, impulsadas por el expresidente Álvaro Uribe Vélez, que se ha comprobado fueron el germen de organizaciones paramilitares.
Petro respondió que “la Reforma Agraria implica que el campesinado hable, se exprese y solicite sus derechos”, así como los grandes propietarios de tierras improductivas tienen sus voceros.
El día de ayer, dos integrantes de la Comisión de Paz del Senado, uno del Pacto Histórico (petrista) y una de la derecha, enviaron una comunicación a la Ministra de Agricultura y al Presidente de Fedegan proponiendo la conformación de una mesa de diálogo para lograr un acuerdo que salve el proyecto de Reforma Agraria. Finalmente soplan vientos de concertación.
Síguenos en Google News y recibe la mejor información
LV