Opinión

Rusos y ucranianos. Guerra fratricida

En este artículo de opinión, Jorge Gómez Barata, da a conocer sobre una entrevista donde el presidente de Rusia, Vladímir Putin, habló de una anécdota de combate

En entrevista con el periodista estadounidenses Tucker Carlson, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, contó la siguiente anécdota. “En un combate, militares ucranianos fueron acorralados por efectivos rusos que los conminaron a rendirse, a lo cual los cercados respondieron: “¡Los rusos nunca nos rendimos!” Así son las guerras civiles: hermanos contra hermanos.

Aunque con el mayor respeto no acredito la versión del presidente ruso de que el Estado ucraniano es una entidad artificial creada por Stalin, aunque comprendo las complejidades demográficas derivadas de la existencia del Imperio ruso, de la creación y disolución de la Unión Soviética, de la confrontación armada entre pueblos eslavos y de la guerra por elección que se libra en Ucrania. Tal vez en el siglo XIII Ucrania no fuera un Estado, pero ¡obviamente lo era en 2022! 

En cualquier caso, por una paradoja, horas después de la entrevista, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski le dio la razón al designar al coronel general Oleksandr Sirski nuevo Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania.

En 1965, Oleksandr Sirski, nació ruso, más exactamente soviético.

El flamante jefe militar ucraniano nació, creció y se educó en Vladímir, una localidad cercana a Moscú, ingresó en las fuerzas armadas soviéticas como cadete y cursó estudios militares en la Escuela Superior de Mando, la principal academia militar de la ex URSS y, en los años 80 fue destinado a Ucrania donde maduró y echó raíces.

Cuando en 1991 la Unión Soviética colapsó, Sirski era uno de los 25 millones de rusos que vivían y trabajaban en otras repúblicas de la Unión y decidieron permanecer en ellas.

En el momento de desaparecer como Estado, los efectivos militares de la Unión Soviética en Ucrania eran más de 700 mil incluidos la poderosa Flota del Mar Negro, con unos 350 buques, mil 500 aviones de combate y un arsenal nuclear formado por mil 272 ojivas atómicas, incluyendo misiles intercontinentales.

Negociando de buena fe, los primeros gobiernos ucranianos, accedieron a compartir con Rusia la herencia militar de la Unión Soviética, entregando parte de la flota naval de los efectivos aéreos y alrededor del 70 por ciento de la industria militar y todas las armas nucleares. Al retirar la técnica, Rusia no interfirió en la decisión de miles de hombres y mujeres de esa nacionalidad que prefirieron integrarse al naciente Ejército ucraniano.

Varias repúblicas exsoviéticas, entre ellas Ucrania, tiene el mérito histórico de ser los únicos países que han renunciado al armamento nuclear. De no haberlo hecho, Ucrania sería hoy una de las principales potencias atómicas del mundo.

En otro contradictorio resultado, Sirski es una de las personas de ascendencia rusa o “ruso parlantes” que en número de decenas de millones pueblan Ucrania y cuya defensa Rusia aludió para desencadenar su “Operación Militar Especial”.

Sin embargo, el militar que actualmente ostenta el mayor rango en Ucrania y al que no puedo llamar “ex ruso”, antes de hacerlo contra las tropas rusas, combatió contra otros “rusoparlantes” en Donbass. Como comandante de las Tropas Terrestres ucranianas dirigió la defensa de Kiev y la reconquista de Járkov. Por haber forzado la retirada rusa de la capital, su país de adopción le concedió el título de Héroe de Ucrania.

Putin, sus abuelos y sus padres, fueron como el nuevo jefe militar soviéticos. También lo fueron Zelenski y sus ancestros. Si no hubiera otras razones, estas serían suficientes para que rusos y ucranianos negociaran la paz y volvieran a vivir en armonía. Seguro estoy de que la mayoría lo desea.