Estados Unidos y la Unión Soviética sobrevivieron a la Guerra Fría, no porque se entendieran sino porque se temían. La destrucción mutua asegurada mediante bombas atómicas y misiles intercontinentales los contuvo. Además, moderó la proliferación.
En casi 80 años sólo nueve países poseen armas nucleares y lo más importante, después de Hiroshima y Nagasaki, ninguno las ha utilizado. Excepto Gran Bretaña y Francia, ningún país de Europa Occidental desarrolló armas nucleares porque Estados Unidos, mediante la OTAN, aportó un paraguas nuclear para el llamado Viejo Continente y otros aliados como Japón, Corea del Sur y Australia.
La Unión Soviética hizo lo mismo respecto a Europa Oriental. Según la narrativa vigente, a partir de las cuales se condiciona la opinión pública, las armas nucleares de Occidente no amenazan —excepto a Rusia— a ningún otro país, mientras según la misma versión, las de Rusia atemorizan a Europa, Japón, Australia y otros países.
China, India y Pakistán no son nuclearmente temidos no porque sus armas no sean eficaces sino porque en el ecosistema internacional no son depredadores naturales.
No ocurre así con Corea del Norte, que se esfuerza por mostrar sus músculos atómicos y prueba un misil tras otro con el riesgo de que, en cualquier momento ocurra como sucedió en la metáfora del cántaro y la fuente.
La guerra en Ucrania, que todavía no es miembro de la OTAN, cosa que presumiblemente ocurrirá en algún momento, ha hecho que, desde altos niveles, se aluda, con cierta frecuencia, al probable empleo de las armas nucleares. De ocurrir, será en Europa que, exceptuando a Rusia, es un continente pequeño y compacto (10 millones 503 mil 751 km² y 50 países) en el cual el uso de armas atómicas puede acarrear efectos devastadores contra países que no constituían blancos nucleares.
De los 9 países nucleares: (Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia, China, India, Pakistán e Israel (sin confirmar), tres (Estados Unidos, Rusia y China) cuentan con la “triada nuclear”, es decir, misiles emplazados en tierra, a bordo de submarinos nucleares y la aviación estratégica. Además del Club de los Nueve, al menos 50 Estados cuentan con suficiente desarrollo industrial y recursos económicos para fabricar armas atómicas, aunque ninguno parece estar interesado en hacerlo.
Existe una peculiaridad asociada a las armas nucleares empleadas por la aviación, las cuales bajo el eufemismo de “almacenadas” se encuentran en bases de la OTAN en países europeos y/o asiáticos, dispuestas para ser utilizadas por aviones que pueden ser activados en minutos. A ello se añaden las embarcadas en submarinos nucleares que suman unos 143. Tales buques son armas extremadamente letales.
El Nevada, por ejemplo, uno de los 14 de Estados Unidos, es portador de 20 misiles intercontinentales Trident capaces de realizar la reentrada en la atmósfera y decenas de ojivas. Rusia, que posee al menos seis, cuenta con el Bélgorod (K329), el primero de quinta generación, capaz de actuar como “submarino nodriza” para 9 submarinos enanos.
Es portador del Poseidón, un torpedo nuclear de 20 metros de largo y carga de 100 megatones, capaz de recorrer 10 mil kilómetros. Puede ser usado, no contra buques, sino contra ciudades costeras y puertos. Inglaterra, Francia y China también poseen algunos con capacidad para lanzar misiles nucleares.
Según trascendidos la nueva alianza formada por Australia-Reino Unido-Estados Unidos (AUKUS) ha encargado seis de estos mortíferos equipos. Los peligros de la proliferación son enormes. A los nueve países que fabrican armas nucleares se suman al menos 20 capaces de construir misiles de diversos alcances y unos 10 (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, China, Corea del Norte, India, Irán, y probablemente Israel y Pakistán) con alcance intercontinental.
Estados Unidos, Rusia, China e Irán los producen “hipersónicos”. Rusia los ha utilizado contra Ucrania e Irán contra Israel. Aunque existen 11 países capaces de fabricar submarinos nucleares (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, China, Suecia, España, Corea del Sur, Japón, Taiwán y Brasil (en asociación con Francia) no todos los operan.
En cuanto a los misiles, debido a los rangos de alcance, altura y velocidad, es más difícil determinar qué países poseen capacidades industriales para fabricarlos. No obstante, con alcance intercontinental son menos los habilitados para manufacturarlos.
Dadas las enormes distancias en que operan, los misiles intercontinentales necesitan elevarse a kilómetros de altura para trazar una trayectoria hacia los blancos situados a miles de kilómetros. Por esa razón, inevitablemente, rebasan la atmósfera terrestre y regresan.
Esa maniobra supone que, tanto los misiles como sus cargas nucleares, estén preparadas para soportar las enormes sobrecargas de tales maniobras. Ucrania, Bielorrusia, Kazajstán y Sudáfrica (sin confirmar) forman el selecto club de países que, después de poseerlas, han renunciado a las armas nucleares.
La proliferación nuclear, como las guerras entre las potencias, eran peligros que la humanidad había conjurado y ahora regresan al amparo de la incompetencia de la ONU y las aspiraciones hegemónicas de la OTAN, Rusia y los Estados Unidos. De ellos depende la paz. A ellos hay que demandar.
(*) Debido al secretismo que rodea a las cuestiones nucleares, la fabricación y modernización de nuevas armas y equipos, especialmente ojivas, bombas, misiles aviones y buques, los datos deben tomarse con reserva y excusarse las inexactitudes.