Síguenos

Volver

ÚLTIMA HORA

El Tiempo

Huracán Beryl se degrada a categoría 4; continúa su trayectoria a la Península de Yucatán

Volver

SIGUIENTE NOTICIA

Campeche

En Campeche, lluvias afectan la producción de miel .El exceso de agua por la temporada de lluvias ha afectado la producción de miel en Campeche, ya que los caminos están inundados e imposibilita el acceso a los apiarios.

Opinión

En esta ocasión, Zheger Hay Harb expuso una de las obras más importantes en Colombia sobre la violencia, se trata de La Vorágine, de José Eustasio Rivera

“Antes que me apasionara por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la Violencia”. Así comienza La Vorágine, de José Eustasio Rivera, una de las obras literarias más importantes de Colombia sobre la violencia, comparada por algunos con El Sertón, del brasileño Guimaraes Rosa, y El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, que para retratar la violencia de “los blancos” en la selva africana, no encuentra otra descripción mayor que decir “el horror, el horror”.

El libro se desarrolla en las selvas del amazonas colombiano, a comienzos del siglo XX (1924) y la violencia de que habla no es la de las dificultades de la selva misma, sino la impuesta por los grandes hacendados caucheros que esclavizaron y diezmaron a los indígenas, que no tuvieron cómo defenderse de las armas de los invasores. Y la de los escasos funcionarios del Gobierno colombiano que llegaban, como en el caso del autor, a cumplir misiones que nadie, si no estaba en el límite de la desesperación, quería aceptar.

Es la historia de la esclavización, hasta la muerte por agotamiento, de los indígenas de cuatro tribus (huitotos, boras, ocainas y uinanes) que ejerció La Casa Arana, y que dejó cerca de 50 mil muertos y miles de desplazados que nadie se preocupó por contar. “El señor Arana ha formado una compañía que es dueña de los cauchales de La Chorrera y los de El Encanto. Hay que ser sumisos, hay que trabajar, hay que obedecer”, dice Rivera en la obra en comento. Indígenas sobrevivientes dicen que sus padres quisieron ocultarles la verdad de las caucheras por temor a que quisieran vengarse y fueran asesinados.

La presencia “civilizada” corrió por cuenta de los religiosos que querían salvar las almas de esos esclavos convirtiéndolos al catolicismo mientras sus cuerpos desfallecían por el sufrimiento insoportable. El caucho era la coca de aquel tiempo y, como el narcotráfico de ahora, atraía a aventureros sin escrúpulos para quienes los indígenas no eran ni siquiera personas.

En La Chorrera, un pueblo en la selva amazónica, sobrevive como testigo la casa del horror, hoy convertida en colegio, para llegar al cual sus estudiantes deben cruzar un río torrentoso. Más tarde funcionó ahí un orfanato en el que los monjes recogían a los niños indígenas huérfanos que había dejado esa masacre. Ahí sigue la casa, con sus bodegas de almacenamiento del caucho y los calabozos donde encerraban a quienes no alcanzaran a recoger la cuota de caucho que estaban obligados a entregar porque ya los árboles sobreexplotados no rendían igual y había que ir más y más adentro en la selva para encontrar árboles productivos.

Al término del régimen de esclavitud cauchera (1890-1930) y el conflicto entre Perú y Colombia (1932) el aporte del Gobierno nacional con la Amazonia fue instalar una cárcel -la Colonia Penal de Araracuara (1938–1971)- a orillas del caudaloso río Caquetá, donde fueron llevados muchos de los presos políticos liberales de la violencia bipartidista de los años 50 del siglo pasado.

A finales de los años 60 aparecen los antropólogos iniciales, que fueron las primeras personas que entablaron con los indígenas relaciones basadas en el respeto, que no llegaban a evangelizar ni a vender nada, ni a explotarlos, que compartían con ellos el mambe de la coca ancestral y a escucharlos para comprenderlos.

En la actualidad, las cuatro tribus que lograron sobrevivir conviven en paz. “Aquí está prohibida la guerra y queremos enseñarle al Gobierno cómo se maneja, cómo se mantiene la paz”, dicen convencidos

SIGUIENTE NOTICIA

Campeche

En Campeche, lluvias afectan la producción de miel .El exceso de agua por la temporada de lluvias ha afectado la producción de miel en Campeche, ya que los caminos están inundados e imposibilita el acceso a los apiarios.