Un colaborador incómodo proveniente del Estado de México aterrizó en tierras yucatecas. Se trata de Jorge Alberto Pérez Zamudio, un personaje cuya reputación está marcada por escándalos y prácticas cuestionables durante su paso por el Gobierno de esa entidad del Centro del país.
Fuentes consultadas en el Edomex aseguran que esta persona, excoordinador de Comunicación Social del Gobierno del Estado de México en la época del priista Alfredo Del Mazo, no solo tiene un pasado oscuro lleno de manipulaciones y desinformación, sino que ahora, con el título de asesor del Gobernador, opera con una agenda que pone en entredicho la congruencia y el compromiso de Joaquín Díaz Mena, incluso, pacta con los enemigos mediáticos que apostaron todo en contra del hoy mandatario. Por su desconocimiento de cómo operan algunos en Yucatán, Pérez Zamudio, con sus negociaciones oscuras, le está abriendo las puertas a quienes hacen de las extorsiones y el golpeteo periodístico, una forma de allegarse de ingresos provenientes del erario.
Según informaciones periodísticas, Pérez Zamudio está vinculado a una de las campañas negras más sucias en la historia reciente de México: la que se desató contra Delfina Gómez cuando era candidata a gobernadora del Estado de México. Como parte de la estrategia del PRI, se emplearon recursos públicos para difundir calumnias y destruir la imagen de la entonces candidata de Morena, a través de medios que cayeron bajo el control discrecional de Pérez Zamudio. Según lo revelado por la diputada mexiquense Azucena Cisneros Coss, el que hoy es “asesor en Yucatán” operaba "sin reglas claras, sin mecanismos de control interno", utilizando los fondos públicos con criterios clientelistas y de tráfico de influencias. Un escándalo de tal magnitud que, según la diputada, involucró al menos 2 mil 352 millones 803 mil pesos en presupuestos destinados a Comunicación Social, entre 2018 y 2022.
A través de documentos y testimonios de periodistas que se negaron a acatar sus órdenes, se supo que Pérez Zamudio usaba las oficinas de Comunicación Social del Gobierno priista para difundir comunicados falsos, desvirtuando la verdad y utilizando recursos públicos para fines completamente ajenos a su labor. Esta manipulación de la información no solo atentó contra el ejercicio democrático, sino que también puso en evidencia la falta de ética y la presunta corrupción en el manejo de los fondos públicos, según la diputada Cisneros Coss.
Más aún, los informes de hostigamiento hacia reporteros y periodistas que intentaron cuestionar su gestión, junto con la forma en que intimidó a los medios mexiquenses, señalan a este personaje como un autócrata que se siente por encima de la ley.
Lo más alarmante es que, tras ser despedido por su implicación en estas prácticas ilegales, Pérez Zamudio ahora se ha colocado en el Gobierno de Yucatán, donde ha comenzado a hacer lo mismo que en el Estado de México: operar en las sombras, sin transparencia y con un desdén total por las reglas del juego democrático.
Qué ironía: en el Estado de México hizo una campaña sucia contra la candidata de Morena y ahora es asesor de Huacho, un gobernador de Morena. ¿Nadie se dio cuenta antes?
Su llegada al gabinete yucateco ha causado incomodidad entre funcionarios locales, pues según fuentes confiables, ha intentado imponer una agenda paralela a la comunicación institucional, con tácticas oscuras que incluyen la cancelación de contratos y ofrecer el pago en efectivo a medios de comunicación, lo que le permitiría -dicen las fuentes- quedarse con una muy buena rebanada el millonario pastel económico. Todo indica que está repitiendo la misma fórmula corrupta que lo caracterizó en su paso por el Estado de México.
Nuestros informantes afirman que a pocas semanas de ser “asesor del Gobernador”, Pérez Zamudio cree que viene a conquistar con su “sapiencia” y por eso se ha portado déspota con los medios locales, incluso trata de cerrar convenios sólo con los nacionales, con los que, por cierto, quedó muy mal desde su salida en el Estado de México.
Las pruebas están sobre la mesa: el pasado de Pérez Zamudio es un claro ejemplo de cómo opera.