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Quintana Roo

Por Yolanda Gutiérrez

 

Trabajadores de la delegación de Alfredo V. Bonfil y parientes de quienes duermen el sueño eterno se abocaron estos últimos días a retirar las malas hierbas del cementerio y dar una manita de gato a las últimas moradas de sus familiares y amigos, respectivamente, de cara a las celebraciones con motivo del Día de Muertos.

Entonces el recinto se viste de fiesta, bandas, mariachis, comida, bebida y rezos de rosario marcan la jornada del día dos de noviembre y los deudos conviven alegremente en las criptas y tumbas al aire libre, según las posibilidades económicas de cada quien, añorando a los que ya están, tal vez con un nudo en la garganta y otro más grande en el corazón cuando la pérdida aún es reciente.

El amplio cementerio de Alfredo V. Bonfil carece de barda, lo que hace que se fusione con las calles colindantes y que sea paso prácticamente obligado para los transeúntes, que optan por atravesar el terreno a fin de evitarse dar un rodeo.

En este panteón las malas hierbas han sido arrancadas por el personal a cargo del mismo, que depende de la delegación y todavía los trabajadores dan los últimos toques, con objeto de que el recinto luzca con el mejor aspecto posible.

También allí familiares de los difuntos se aprestan a dar una mano de gato a las bóvedas, muchas de las que se encuentran protegidas por enrejados e incluso se construyen “casitas” a modo de mausoleos, esto con objeto de preservarlas tanto de las inclemencias del tiempo como de las malas intenciones de vándalos y amigos de lo ajeno.

Algunas de estas “casitas” son casi más espaciosas que las viviendas de interés social, tal como mencionaron, medio en serio medio en broma, algunas de las personas que alistaban la última morada de sus finados para que se encontrase en perfectas condiciones, limpia y recién pintada, el día de la fiesta.

De hecho, son muchas las criptas con rejas y construcciones de material, que los parientes de los finados lavan y repintan con objeto de borrar los grafitis que irrespetuosos pandilleros plasman en muchas paredes, incluso de recintos que se encuentran recién pintados, lo que obviamente causa el enojo de los parientes.

Se platicó con algunas de las personas que aseaban las bóvedas y “casitas” donde reposan los finados y todas coincidieron en señalar la falta de seguridad que impera en el panteón, donde la falta de barda perimetral propicia que por las noches los vándalos se instalen a ingerir bebidas alcohólicas e incluso drogarse, ante la ausencia de vigilancia, tanto de veladores como de la misma policía.

Esto, pese a los letreros de advertencia ubicados estratégicamente que amenazan con poner a disposición de las autoridades toda persona que sea sorprendida tomando, drogándose o pintarrajeando las tumbas.

De hecho, una de las mujeres que se encontró en plena faena de limpieza, manifestó que “es tanta la inseguridad y el vandalismo que mucha gente pone rejas o construye casitas para evitar que les roben a los muertitos, los pobrecitos parientes ponen sus flores, llegan al otro día y ya no hay nada; incluso llegan al extremo de robarse los juguetes que se les ponen a los pequeñines que fallecieron, eso se me hace una falta de respeto pero hay un Dios allá arriba que todo lo ve y que castigará a esas gentes que ni a los muertos respetan”.

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