Por Olivia Vázquez
El sexenio de Enrique Peña Nieto cierra hoy sin lograr una sola inversión de la infraestructura turística que fue planteada en su gran plan de gobierno. Los puentes de la Laguna Nichupté y el Tren transpeninsular que se planteó al arranque de la administración, así como docenas de proyectos que estaban enfocados al saneamiento de la laguna Nichupté, mayor inversión para diversificar la industria y el gran proyecto de recuperación y mantenimiento de playas se quedaron en los recortes presupuestales de la Federación sin reflejar el discurso de que el turismo era una prioridad para el gobierno.
Del 2012 al 2018, los proyectos planteados por esta administración en materia turística fueron ambiciosos, pero respondían más a intereses particulares que los problemas que enfrentaba el destino en materia de movilidad, mayor conectividad y de garantizar su principal activo, que son las playas de este destino.
El empresariado del destino reconoció que aunque el país logró un posicionamiento en el mercado internacional y se subió de rango en materia de captación turística, el éxito del Caribe mexicano se basó en la inversión privada y las estrategias de promoción, no así en la dotación de infraestructura.
El tren transpeninsular, que tenía confirmada una ruta de Mérida a Punta Venado donde siempre se ha dado una planeación para la operación de cruceros, se perdió en una disputa empresarial para hacer llegar el proyecto al destino, sin predecir que la obra sería cancelada finalmente en 2015 por los recortes presupuestales que se enfrentaron.
Dentro de la gran planeación no lograda, también empresarios del destino señalan que los puentes de la laguna Nichupté, tanto el corto de dos kilómetros que formaría un brazo adicional en Punta Cancún para el desahogo de tráfico o el puente largo que saldría del distribuidor vial de la Colosio para conectar con el kilómetro diez, vuelven a formar parte de la lista de obras que por más de dos administraciones federales no se han concluido.
Estos proyectos, junto con el tren transpeninsular, tuvieron recursos asignados por más de tres años sin que se tenga en el archivo siquiera un proyecto ejecutivo claro para que la obra se realice, aunque en su momento funcionarios y autoridades de la Sectur, el Fonatur y hasta la Secretaría de Hacienda Federal, aseguraban que estaban a punto de iniciar las licitaciones y que todo avanzaba, pero el sector empresarial reconoce de nueva cuenta que la falta de transparencia y rendición de cuentas en las instituciones hace perder millones de pesos al país en esos largos procesos de planeación que llegan a triplicar o quintuplicar lo que podría haber costado la obra.
Del proyecto de recuperación y mantenimiento de playas, que abarcaría a toda la línea costera del país, sólo se mencionó en el gran plan de infraestructura turística pero nunca avanzó y destinos como el Caribe mexicano se quedaron solos lidiando con el principal problema de erosión y ahora al cierre de esta administración, suman el golpe directo del sargazo que seguirá amenazando la zona sin tener un plan concreto ni mucho menos fondos para garantizar el activo que le genera al país el mayor ingreso de divisas turísticas.
Del saneamiento de la laguna Nichupté, también se han planteado docenas de proyectos como un canal de intercambio de aguas y otros que supuestamente serían concretados con recursos de programas federales pero que nunca se realizaron a pesar de que se recibieron fondos y se realizaron docenas de estudios para lograr la obra.
La laguna Nichupté, consideran los turisteros, ha sido el gran desperdicio de este destino turístico que nunca se ha logrado aprovechar en una sustentabilidad que le podría dar a la región la mayor riqueza turística.
A estas obras, puentes de conectividad que tenía planteada la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, así como otras obras que vendrían a reforzar la infraestructura turística de la región, donde incluso se habló de mejoras directas a la ciudad, nunca se realizaron y hoy Cancún cierra el sexenio de Peña Nieto con un centro de ciudad totalmente abandonado, sin ninguna infraestructura adicional que soporte el gran problema de movilidad que enfrenta y con cero resultados en muchos de los programas federales que supuestamente se plantearon para la región.
El Programa Nacional de Infraestructura Turística para la región, que planteaba 83 proyectos para Quintana Roo tenía en el turismo uno de los seis ejes de prioridad de esta administración, pero destinos como Cancún se quedaron mirando sin tener un avance significativo en obra.