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Quintana Roo

Escasa presencia de bañistas

Por Yolanda Gutiérrez

Llovió sin prisa, pero sin pausa, en una zona hotelera con un mínimo movimiento turístico en playas y otros espacios públicos; ni siquiera las plazas comerciales, donde nuestros visitantes suelen resguardarse de inoportunas precipitaciones, registraron una importante afluencia.

Según prestadores de servicios y comerciantes, los días de mal clima los turistas por lo general permanecen en sus hoteles y disfrutan de las amenidades que ofrecen los centros de hospedaje, de ahí que cuando llueve, máxime en plena temporada baja, el flujo de visitantes disminuye considerablemente.

Llamó la atención que el mar había irrumpido en los balnearios “robando” un tramo de playa o invadiendo la arena, como sucedió en Langosta, donde se formaron albercas naturales que fueron aprovechadas por los más pequeños para chapotear con toda seguridad.

A temprana hora de la mañana el cielo estaba completamente cubierto de nubes, lo que no fue impedimento para que los primeros bañistas empezasen a llegar a los balnearios públicos, que a lo largo de la jornada no reflejaron buenos aforos, mucho menos cuando comenzó a caer una leve llovizna que poco a poco se transformó en una cortina de agua, fina pero persistente, que provocó encharcamientos en algunos puntos del bulevar Kukulcán e incluso rebosamiento de aguas negras, o al menos eso parecía, por el fuerte olor a caño y productos químicos.

La mayor parte de los bañistas que no se movieron de los arenales cuando empezó a “brisar” optaron por retirarse al arreciar la lluvia, en tanto que sobre el bulevar Kukulcán los visitantes corrían en busca de un refugio que les resguardase de las precipitaciones.

En los balnearios que suelen frecuentar los cancunenses, tales como Las Perlas, Langosta, Pez Volador y Tortugas, no se apreció una importante presencia de locales, situación similar a la registrada en las playas preferidas por el turismo.

Ni siquiera se observó una buena afluencia en las plazas comerciales, mientras que a lo largo del bulevar Kukulcán, con desérticas banquetas, algunos turistas caminaban protegidos por paraguas, en su mayoría con logotipos de hoteles, en tanto que los paraderos de camión se convirtieron para otros en refugios momentáneos donde esperar, al menos hasta que amainase lo suficiente como para buscar otro lugar menos precario.

Y la escasa presencia de bañistas, aunado al cielo nublado y las precipitaciones, propició que camastros y sombrillas de los balnearios públicos no tuvieran una buena demanda, con tan sólo alguno que otro ocupado.

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