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Quintana Roo

De la Redacción

CHETUMAL, 27 de noviembre.- Así como se han intensificado las actividades del trasiego de droga en la zona limítrofe de Quintana Roo y Campeche, en caminos de los municipios quintanarroenses de Bacalar y campechanos de Calakmul y Hopelchén, el crimen organizado mantiene su presencia en la frontera México-Belice a lo largo del río Hondo, y en este 2019 han reactivado los narcoaterrizajes en la zona cañera de Quintana Roo, ya no sólo en territorio beliceño.

Así quedó demostrado cuando el 13 de agosto del año en curso, en la zona agrícola conocida como Las Quinientas, del ejido El Ramonal, en la ribera del río Hondo, municipio de Othón P. Blanco, frontera con Belice, elementos de las Fuerzas Armadas localizaron una avioneta bimotor quemada intencionalmente en una narcopista de reciente construcción, sobre un camino sacacosechas, localizada entre campos cañeros.

Se confirmó que ante la vigilancia que realizaron las Fuerzas Armadas en el conocido triángulo de operaciones aéreas del narcotráfico internacional procedente de Sudamérica, conformada por las comunidades Miguel Alemán, Río Verde y El Gallito, en el municipio de Bacalar, los cárteles de droga cambiaron de ruta aérea al reactivar las narcopistas en la ribera del río Hondo, que también utilizan para sus actividades ilícitas.

La narcopista se ubicó a 16 kilómetros y medio de El Ramonal, población que se encuentra en la ribera del río Hondo, en la frontera México-Belice, y tenía un kilómetro 370 metros de longitud.

Otro incidente relacionado ocurrió el pasado 17 de agosto, cuando se tuvo una balacera entre el Ejército guatemalteco y traficantes de drogas, dejando como saldo doce narcotraficantes detenidos, once de ellos mexicanos y uno colombiano. Todo ocurrió después de un aviso del Ejército Mexicano a sus pares de Guatemala, para el aseguramiento de droga y la captura de los criminales.

En el encuentro a balazos, el Ejército de Guatemala desmanteló una narcopista de una avioneta que había intentado aterrizar en el estado de Quintana Roo; sin embargo, ante el acoso del Ejército Mexicano emprendieron la huida hacia el departamento del Petén, colindante con el municipio de Candelaria, en el estado de Campeche.

Además, los efectivos castrenses aseguraron la avioneta tipo Cessna Turbo Centurión II, con matrícula N6782R, así como 14 maletas con droga y 3 cargadores de AK-47 con municiones. Se amplió el operativo en busca de otros hombres involucrados en este narcocargamento, pero fue imposible su localización.

El aseguramiento de la aeronave forma parte de la conexión de operaciones del trasiego internacional de droga que se registran en la frontera México-Belice y la detención es derivada de la alerta para México, Belice y Guatemala.

Otra vez en la región cañera de Quintana Roo, en la ribera del río Hondo, los narcotraficantes mantuvieron activa la narcopista que abrieron en la zona agrícola conocida como Las Quinientas, en la comunidad El Ramonal, pues el pasado 16 de septiembre, el Ejército Mexicano aseguró ahí un avión tipo jet King Air de doble turbohélice, con matrícula sobrepuesta N252AJ, con capacidad para transportar hasta 1.5 toneladas de droga, a escasos 500 metros de donde el 13 de agosto del año en curso se encontró una avioneta quemada en un 80 por ciento.

El avión tipo jet King Air de doble turbohélice que aterrizó en la pista clandestina es de color blanco con franjas negras y doradas, y en la cola tiene rotuladas las letras Y-B, estilizadas y entrelazadas.

Este narcoaterrizaje mostró de nuevo la intensa actividad de trasiego de drogas en la frontera México-Belice, ya que algunos días antes del hallazgo se aseguraron dos narcoaviones, el primero asegurado por el gobierno de Belice y el segundo se tuvo conocimiento que habría realizado una descarga en el estado de Campeche.

En cuanto a lo que ocurre en la frontera entre Quintana Roo y Belice, se dio a conocer el pasado 2 de octubre, que casi una tonelada de cocaína valuada en 237 millones 600 mil pesos fue asegurada por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en las inmediaciones de la comunidad Tomás Garrido, en el municipio de Othón P. Blanco.

Esto a tan sólo dos días después de que un narcojet aterrizara y descargara en la localidad menonita de Blue Creek, en Belice, en la frontera con México, por lo que se presume que la mercancía está relacionada con el aterrizaje de la aeronave, la cual fue destruida después y dejada a un lado del camino donde aterrizó.

El jet siniestrado es de la marca Gulfstream de color blanco, con las siglas PVO rotuladas a un costado de las turbinas, el cual aterrizó en un camino de terracería la mañana del lunes 30 de septiembre, en el poblado beliceño ubicado en la zona fronteriza con la comunidad La Unión, Quintana Roo, México.

Autoridades de Belice informaron que en el jet no se encontró carga alguna, por lo que todo indica que se trataba de la cocaína localizada y asegurada en Tomás Garrido.

Posteriormente, con tan sólo un día de diferencia, la Sedena realizó un nuevo decomiso el 3 de octubre del año en curso, ahora de unos 400 kilogramos de droga, que al parecer tenían relación con la cocaína que un día antes fue asegurada en las inmediaciones de la comunidad Tomás Garrido, en el municipio de Othón P. Blanco.

Este punto de ingreso para la cocaína al suelo mexicano, ubicado en las inmediaciones de La Unión, Quintana Roo, se ha mantenido permanentemente activo, pues unos meses antes, el 21 de junio de 2019, los restos de una avioneta utilizada para el transporte de cocaína fueron encontrados incinerados en la zona de Blue Creek, distrito de Orange Walk, Belice.

De acuerdo con fuentes extraoficiales, los restos correspondieron a los de una avioneta tipo Cessna, que utilizan los narcotraficantes que operan en la frontera México-Belice para transportar de 400 kilos a media tonelada de droga.

Y apenas a inicios del año una aeronave fue quemada también en esa zona, en este caso se trató de una aeronave tipo Cessna, que puede trasladar hasta 700 kilos de cocaína.

Luego, el 20 de octubre de este año, aterrizó otro narcojet en terrenos de Blue Creek, siendo la misma zona donde semanas antes descendió el narcoavión Gulfstream G2.

La madrugada de ese día fue encontrado abandonado un jet tipo Hawker Siddeley 125 que aterrizó en un camino de terracería cerca de Blue Creek, distrito de Orange Walk, Belice, a poca distancia del poblado La Unión, municipio de Othón P. Blanco, Quintana Roo.

Esta última narcoavioneta fue la séptima del año que se localizó en esa zona de Belice y la vigésima desde 2018, aunque sólo se trata de las que por alguna razón no pueden volver a despegar, ya que son decenas de aeronaves que mes con mes sobrevuelan, aterrizan y descargan en la zona grandes cargamentos de droga, para después volver a despegar y desaparecer sin ser detectadas por los radares.

El avión que aterrizó para ese entonces fue un Hawker Siddeley 125, de características semejantes a un jet King Air, el cual fue abandonado en el área de Blue Creek.

En total, el gobierno de Belice ha acumulado una pequeña flota de aviones de droga abandonados, incluidos dos aviones HS 125, dos Jets, dos King Air, dos Cessna 210 y un gaitero.

Por ser el distrito beliceño de Orange Walk una región que colinda con el sur de Quintana Roo, se ha convertido en un punto estratégico para las operaciones de los cárteles de la droga, los cuales aprovechan la débil vigilancia fronteriza para transportar e introducir grandes cargamentos de estupefacientes desde Belice hacia México.

En sus últimas declaraciones sobre el tema, el excomandante de la XXXIV Zona Militar, General de Brigada Diplomado de Estado Mayor Miguel Ángel Huerta Ceballos, informó que en lo que va del año se ha tenido conocimiento de poco más de 100 vuelos ilícitos de aviones que son utilizados para descargar droga en la zona sur del estado.

En una entrevista el pasado 13 de septiembre, Huerta Ceballos manifestó que en los 8 meses que han transcurrido de 2019 se ha detectado una cantidad arriba de los 100 vuelos ilícitos en la región.

Dijo que existe coordinación con autoridades de Centroamérica y en específico de Belice para la detección de estos vuelos, siendo que al mes se alerta sobre 20 a 30 vuelos sospechosos.

Sobre estos incidentes, mencionó que preocupa que la zona agrícola de Quintana Roo está siendo utilizada para las operaciones de estas narcoavionetas.

El mando militar aseguró que se han presentado aterrizajes en cañaverales y en la zona agrícola del centro de la entidad, aunque recientemente las avionetas han estado desviándose más hacia Campeche, lo que confirma que los cárteles de la droga han extendido sus operaciones a los límites de ambos estados.

Y es que días antes de su declaración, el 8 de septiembre por la noche, se aseguró más de una tonelada de cocaína en una pista clandestina en Belice, cuando la Fuerza de Defensa y la Policía de Belice interceptaron un narcoavión en plena descarga.

La droga estaba repartida en un mil 210 ladrillos, los cuales fueron asegurados por la Policía de Belice, como resultado del operativo de seguridad por el aterrizaje de un narcoavión jet King Air cerca de la carretera que comunica a la ciudad de Belice con Belmopán, lo que desató una balacera que dejó a su paso oficiales heridos.

En el operativo fue asegurado un avión tipo jet de doble turbohélice King Air, así como seis sujetos, cuatro de Honduras, uno de Ecuador y un mexicano, quien era el piloto.

Las autoridades policiales de Belice afirmaron que esta fue una operación simultánea con la de otro avión que entró al espacio aéreo de México la misma noche, y todo indica que realizó su aterrizaje y descarga.

Esta es otra muestra del dinamismo de la ruta del narcotráfico en la frontera entre México y Belice, con constantes aterrizajes en la parte norte de Belice y el sur de Quintana Roo, así como en la zona rural de Bacalar y zona limítrofe de Campeche.

Y de la misma forma que los habitantes de las regiones se extienden entre Quintana Roo y Campeche, los que se encuentran en la ribera del río Hondo, en la frontera México-Belice, reflejan el temor y preocupación de ser testigos pasivos y constantes de las actividades que realizan los integrantes de los cárteles en ambos lados de la frontera.

Sin embargo, es en territorio campechano donde prácticamente es nula la presencia de autoridades municipales, estatales y federales, lo que ha dado pie al veloz crecimiento del territorio controlado por el crimen organizado.

Mientras que en territorio de Quintana Roo, la negligencia y complicidad de las autoridades han producido el mismo resultado, a pesar de la presencia de la fuerza estatal, representada por la Policía Rural Estatal, dependiente de la Secretaría de Seguridad Pública.

Los habitantes de los múltiples poblados demuestran su temor debido a la gran presencia de narcotraficantes en la zona, lo cual los ha dejado en una situación vulnerable y de silencio perpetuo.

El sentimiento de abandono en el que han sido colocados por las autoridades los convirtió rápidamente en rehenes de los delincuentes, quienes mantienen su poderío solapados por

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