Por Eva Murillo
Miles de toneladas de sargazo van a recalar en lo que resta del año en Quintana Roo y no existe un programa de manejo para la recolección, transportación y disposición final para que su manipulación no afecte a los ecosistemas marinos, manto freático o manglares, entre otros.
El año pasado, el Gobierno del Estado ubicó sitios en cada municipio costero para que fuera llevado el sargazo recolectado en playas o sacado del mar a través de barcazas, pero éstos, no contaban con la preparación ideal que impidiera la filtración de los jugos tóxicos que segrega al entrar en período de descomposición hacia el manto freático.
En julio de 2015, la Secretaría de Recursos Naturales y Medio Ambiente (Semarnat) publicó 26 Lineamientos Generales para la Remoción del Sargazo, de las Playas del Caribe mexicano, que se enfocan a la recolecta del alga en la zona de playas, al cuidado de las zonas de anidación de tortugas, y al tipo de vehículos que pueden ingresar a los arenales y las zonas por donde circular.
Sobre la disposición final compartió la responsabilidad con los municipios al estipular que “el depósito definitivo se realizará en los sitios y formas autorizados por la autoridad local competente (Semarnat, municipio) a la mayor brevedad posible, evitando impactos ambientales al suelo o a cuerpos de agua”.
En ese mismo año, también fueron emitidos los Lineamientos Técnicos para el Bloqueo y Retiro del Sargazo en la Zona Marina.
A pesar de no existir un programa de manejo que indique cómo recolectar el alga, cómo transportarla y a dónde llevarla, basándose en estudios científicos, las autoridades ambientales federales y estatales han impuesto multas por la mala disposición de la planta marina, ya que, han detectado que es llevada a zonas de manglar o en donde hay otro tipo de flora protegida por las leyes.
El viernes pasado, el Comité Técnico Estatal para el Sargazo enfatizó la necesidad a corto plazo de incorporar el manejo del sargazo en un plan integrado de manejo costero y cuenca.
Recomendó a la Conanp diseñar un plan de manejo que sirva para articular las acciones de contención del sargazo y para la recuperación, así como la conservación de los ecosistemas costeros.