Renán Castro Madera
Graves acontecimientos se han suscitado en las últimas horas en el Estado, encabezados por el atentado perpetrado contra 5 policías estatales.
Si bien los graves hechos delictivos se suscitaron en las tres principales ciudades quintanarroenses, ocurren en un marco de excesiva soberbia y jactancia de un jefe policíaco a quien le queda pequeño el mundo y que sin medir las consecuencias expone de más a sus subordinados, dado que no hay nadie que le ponga un freno a su excesivo protagonismo que raya en enfermedad.
Jesús Alberto Capella Ibarra, acostumbrado al halago fácil y las actitudes serviles, disfraza su incompetencia con el manejo de datos que en nada reflejan la peligrosa realidad que viven los habitantes de nuestra Entidad.
Capella Ibarra desprecia a Quintana Roo, porque se siente el super policía que la sociedad no valora, aunque elementos sobran para ser criticado, dado sus magros resultados en el Estado, pese al millonario presupuesto que administra y que no se reflejan en avances sustanciales en la materia.
Ayer, el reprobable atentado que sufrieron 5 de sus colaboradores, se originó a consecuencia de sus inmaduras declaraciones, al revelar el curso de unas investigaciones delicadas y peligrosas en contra de elementos policíacos de diversas corporaciones asentados en las ciudades más importantes, esto es Chetumal, Playa del Carmen y Cancún.
La mañana del martes, fiel a su costumbre, Capella Ibarra reveló en una entrevista que elementos policíacos de las tres ciudades más importantes del Estado trabajan para el Crimen Organizado y que no daría tregua hasta limpiar dichos cuerpos de seguridad para devolver la paz y tranquilidad a Quintana Roo.
Si bien es obligación del titular de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado la prevención del delito, no se debe permitir azuzar y amenazar a través de los medios de comunicación con revelaciones fuera de lugar sobre investigaciones altamente peligrosas, sin que se interpreten como un acto de inmadurez e inexperiencia que pone en riesgo a más de uno de sus colaboradores.
Y peor aún, ayer por la mañana arremetió nuevamente contra los criminales, pero a través de las redes sociales, lo que alimentó el grado de peligrosidad en que se desarrollaron los operativos para detener a los autores del incalificable atentado.
En lugar de permanecer callado e incrementar sus operativos en la búsqueda de los autores materiales e intelectuales de los atentados de ayer suscitados en Chetumal, Playa del Carmen y Cancún, prosiguió con sus amenazas y retos como si se tratara de una competencia de “fuercitas” y no de un trabajo planificado, donde imperen el orden y la inteligencia, para honrar a sus subordinados víctimas del odio irracional del Crimen Organizado.
Quintana Roo no puede estar en manos de una persona que lejos de llevar a cabo un trabajo integral, planificado, con una operación de inteligencia efectiva, donde prevalezcan la discreción y los resultados positivos, toda vez que la sociedad ya no aguanta más agravios y eso ha quedado en el olvido.
Las bravuconerías no tienen cabida en esta cruzada en contra del Crimen Organizado.
Y eso no lo entiende Capella Ibarra, porque vive acostumbrado a los espacios informativos a modo que le brindan periodistas de la Ciudad de México, que desconocen la problemática real y objetiva que vive y padece el quintanarroense en su conjunto.
Sin embargo, las millonarias sumas que le hacen llegar a esos espacios informativos, provocan una desinformación que terminan impactando a la ciudadanía, misma que se refleja en los insultos y vituperios que le infringen a cada uno de los twits que sube un día sí y otro también, nuestro extraviado secretario de Seguridad Pública Estatal.
La lucha frontal contra el Crimen Organizado es una necesidad que exige la sociedad a sus autoridades; sin embargo, no puede llevarse a cabo si se siguen cometiendo errores infantiles que pongan en riesgo de manera absurda a colaboradores de Capella Ibarra, además de civiles que tienen que encarar y enfrentar a diario la ola de violencia que envuelve a varias ciudades de nuestra Entidad.
En las investigaciones la secrecía es lo que debe prevalecer para obtener buenos resultados.
La actitud que demuestra el secretario al compartir investigaciones tan delicadas y peligrosas, evidencian su apresuramiento por el reconocimiento a su trabajo, sin importarle el riesgo en que pone a sus principales colaboradores.
Las bravuconerías que a diario manifiesta a través de sus redes sociales, son una muestra clara de su inmadurez profesional que raya en la soberbia amalgamada con la incompetencia.
Lanza un reto: “métanse conmigo y no con mujeres indefensas”… A los criminales los responsabilizamos de bestias humanas, no de ingenuos, no debe olvidarse de ello el señor secretario.
Y prueba de ello es que mientras a Capella Ibarra lo trasladan en un vehículo blindado de los conocidos como “Rinos”, y escoltado por más de 30 guardianes fuertemente armados, las víctimas de anoche se conducían en un modesto vehículo con 5 personas a bordo y su chofer, portando sólo una pistola escuadra.
El filósofo chino Sun Tzu, en su excelente libro El Arte de la Guerra, sentencia: “No puede haber un General exitoso, si dirige a un ejército paupérrimo”.
Jesús Alberto Capella Ibarra, secretario de Seguridad Pública Estatal, usted ha declarado abiertamente que enfrenta una guerra contra el Crimen Organizado, por lo tanto, se hace necesario tener la preparación, el conocimiento del terreno y, lo más importante, conocer el calibre de nuestros enemigos, para librar decenas de batallas y salir victorioso en la mayoría de ellas.
Las batallas no se ganan con saliva; se ganan con estrategias bien planeadas y mejor estructuradas; de lo contrario, es un hecho que la batalla la tiene perdida. Y si pierde usted, perdemos todos los quintanarroenses...