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Quintana Roo

Embutidos en peligrosas 'latas”

Por Yolanda Gutiérrez

Nadie se siente satisfecho en Cancún con el servicio de transporte que ofrecen concesionarias y empresas toleradas, especialmente estas últimas, al ser sus unidades las que protagonizan el mayor número de accidentes, sin contar con que los choferes no ven a los usuarios como pasaje sino como “$ 10” cada uno, motivo por el que, sin importar la seguridad, embuten en las unidades a toda la gente que pueden.

En su afán de obtener para la liquidación, la gasolina y su ganancia, parecen no saber que cuando retacan las combis, en ocasiones hasta tal punto que es imposible moverse del lugar que se ocupa, en caso de suscitarse un accidente la aseguradora no se haría responsable de los gastos médicos, en virtud que la póliza es válida sólo por el cupo original.

Esto significa que las unidades cuyos asientos fueron modificados para que en las bancas puedan acomodarse más personas, aunque no vaya un solo pasaje en pie, si se registra un accidente la aseguradora tampoco respondería por las víctimas.

Al igual que sucede en las calles y avenidas de Cancún, no hay quien garantice la seguridad de los usuarios, que en varias ocasiones también han sido víctimas de robos a bordo del transporte urbano, que casi siempre se perpetran en las unidades tipo Van cuando hay pocas personas a bordo y con tanta “limpieza” que por lo general los choferes no se enteran hasta que los delincuentes descendieron y las víctimas alzan la voz.

El hartazgo ciudadano ante el pésimo servicio parece ser suficiente como para que el Ayuntamiento rescinda las concesiones a las empresas, lo que podría hacer a causa de que ninguna de las cuatro empresas de transporte urbano ha cumplido con los términos estipulados en la concesión y convoque una licitación para encontrar otras opciones que pudieran ser más beneficiosas para la población.

Pero lejos de eso, tal parece que administración tras administración se adquieren compromisos con los transportistas para permitirles trabajar a su conveniencia, en lugar de buscar la de los usuarios que, a fin de cuentas, son quienes pagan el pasaje.

El señor Carlos Esquivel comentó que sufre por partida doble la prepotencia y velocidad de los choferes “como usuario siento los malos tratos, el calor y el hacinamiento, pero además, manejo un triciclo por cuestiones de trabajo y me expongo a ser arrollado por algún loco conductor, a veces se me atraviesan o están a punto de golpearme cuando se orillan a dejar o subir pasaje, no respetan nada, muchos ni se toman la molestia de poner las direccionales y cuando te quieres dar cuenta, ya los tienes encima”.

Es que las empresas concesionarias se manejan sin control alguno, invaden rutas, los operadores del volante suelen echar carreritas entre ellos y los usuarios temen por su integridad física debido a que los choferes usan el celular casi de manera continua, olvidando que transportan personas e incluso insultan a quienes se atreven a reconvenirles esta actitud, sin recordar que prestan un servicio a la comunidad y tienen la responsabilidad de ofrecer seguridad al pasaje a lo largo del trayecto.

En este sentido, un ama de casa comentó que “a veces manejan como si fueran a recibir una herencia, en muchas ocasiones me he sentido con miedo a bordo de un camión, sobre todo de las combis, cuando los ves manejar como locos, sin respetar semáforos, cambiando de carril de manera continua solo por adelantar dos metros, he sentido miedo, mucho miedo, de sufrir un accidente. Sobrepasan su capacidad de pasajeros pero aún así las autoridades no les dicen nada, recuerdo cuando implementaron los operativos para evitar que fuera gente parada, solo unos días, después volvieron a las andadas y solo controlan un poco el exceso de pasaje cuando hay un accidente, hasta que a la gente se le olvida, luego otra vez vuelta a empezar”.

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