Por Yolanda Gutiérrez
El centro de Cancún resulta muy poco o nada atractivo para nuestros visitantes y quienes caminan por avenidas como la Tulum y Yaxchilán quedan pasmados ante las condiciones de dos de las principales arterias, descuidadas y repletas de grafitis, comercios cerrados, y múltiples letreros que anuncian la venta o renta de locales.
Si el aspecto de la avenida Tulum es signo de una economía “por los suelos”, caminar por algunos tramos de la Yaxchilán puede evocar una ciudad en guerra, con sus negocios asolados por las bombas, es tanto su nivel de deterioro y estado de abandono.
Con este panorama, no es de extrañar que los comerciantes de la zona centro hayan perdido las esperanzas en la temporada vacacional; vieron pasar las primeras semanas del periodo de asueto sin apreciar el repunte en que confiaban, lo que achacan a varios factores, entre ellos la presencia de sargazo en nuestras costas.
Aun cuando las vacaciones de verano conllevaron una mayor afluencia de visitantes nacionales, estos no llegaron con la intensidad esperada por el sector comercial turístico, al menos a comparación con años anteriores por estas mismas fechas.
Y el primer cuadro de la ciudad languidece cuando aún no concluye la temporada, ante los escasos atractivos de avenidas como la Tulum y Yaxchilán, que sólo se reactivan a medias gracias a los visitantes que se hospedan en los hoteles de la zona, quienes han contribuido a mantener la economía de fondas y restaurantes, principalmente.
Según mencionó Juan Carrillo Padilla, vicepresidente de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco), a comparación de otros años no llegó la cantidad de turistas nacionales que suelen disfrutar sus vacaciones de verano en Cancún, lo que achaca a la amenaza del sargazo.
“No hemos visto esta temporada muchos camiones charteros ni autos con placas de otros estados cargados de familias que vienen de vacaciones y esto repercute primero en los hoteles, que no lograron el repunte esperado”.
Abundó que en temporadas anteriores los centros de hospedaje del primer cuadro se llenaban, mientras que durante julio y las dos primeras semanas de agosto la mayoría no alcanzó el soñado cien por ciento de ocupación.
“Si los hoteles no tienen buenas ocupaciones y los negocios del centro no repuntan su demanda turística, esto repercute también en el pequeño comercio local porque al percibir menos propinas los trabajadores, también se reduce su poder adquisitivo y, por ende, tampoco los trabajadores pueden comprar lo que quisieran, con lo que es imposible reactivar la economía en las regiones y colonias”.