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Quintana Roo

De la Redacción

 

A lo largo de los 27 kilómetros de la zona hotelera se pueden cometer todo tipo de hechos delictivos, incluidos robos a casa habitación, asaltos a negocios, ejecuciones, tiroteos y desapariciones de turistas sin que los responsables sean atrapados, pese a los filtros que supuestamente se instalan en el kilómetro cero y a la altura del monumento a Fonatur.

El último hecho que ocupó todos los reflectores fue la desaparición del joven turista originario de Monterrey Sahir Alexis López Ruiz, registrada el pasado 11 de junio; el estudiante entró en la discoteca Palazzo acompañado de un amigo y hasta la fecha se desconoce su paradero ni qué pasó con él, aunque se sospecha que pudiera haber sido golpeado en uno de los túneles del antro, donde los peritos encontraron restos de sangre.

Es grave el hermetismo de las autoridades quintanarroenses, que han preferido guardar silencio en lugar de explicar cómo, pese a los filtros y operativos en los que supuestamente participaron durante las vacaciones de verano corporaciones de los tres niveles de gobierno, un turista puede desaparecer sin dejar rastro en pleno Punta Cancún, uno de los lugares más concurridos en horas nocturnas.

Lo curioso es que, pese a que en los accesos a la zona hotelera se implementan filtros, la vigilancia policial no sirve de mucho y la prueba está en que de todos los delitos de alto impacto perpetrados en el área turística, que incluyen ejecuciones, ataques a balas y robos a establecimientos comerciales, además de, en las últimas fechas, desapariciones forzosas, no se ha logrado detener a ninguno de sus responsables.

Este fin de semana largo se espera una mayor presencia de visitantes nacionales que aprovechen el puente para celebrar el Grito de Independencia en Cancún, que se sumarán a los turistas extranjeros que disfrutan su estancia en el destino.

Tanto unos como otros corren el riesgo de ser víctimas de algún delito, especialmente robo de pertenencias en la playa o del interior de los carros, si llegan en vehículo propio, ya que los amigos de lo ajeno no tienen empacho alguno de abrir los automóviles e incluso romper algún vidrio para llevarse lo que encuentren de valor en el interior.

Tampoco se salvan de los robos a casa habitación las familias que habitan en exclusivas zonas residenciales y, aunque reconocen que este delito se da con menos frecuencia que en las regiones de Cancún, también afecta a la zona hotelera, especialmente en casas que son habitadas por temporadas y sus propietarios se dan por enterados de que les robaron cuando regresan a Cancún, por lo general a pasar sus vacaciones.

Trabajadores que dejan sus vehículos en la vía pública han sido víctimas de los famosos cristalazos, a veces hasta a plena luz del día, y cuando salen de sus centros laborales se encuentran con la sorpresa de que les han sustraído los objetos de valor que dejaron en el interior de sus carros.

Y mientras, los recorridos de las patrullas de la policía prácticamente brillan por su ausencia y son escasas las unidades que se aprecian circulando sobre el bulevar Kukulcán, en tanto que son pocos los accesos de playas que cuentan con vigilancia; de hecho, sólo se observan uniformados a la altura de Gaviota Azul, concretamente cerca de Plaza Forum y en Delfines, aunque en este último balneario, por lo general, sólo hay un policía que, por su edad, poco le falta para jubilarse.

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