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Quintana Roo

Cerca del colapso la Zona Hotelera

Por Yolanda Gutiérrez

Preocupa a todos, menos a las autoridades que otorgan los permisos, el grave problema de saturación en los servicios básicos que no tardará en presentarse en la Zona Hotelera, al haberse aprobado proyectos que claramente no soportarán la infraestructura actual, especialmente en lo que concierne al suministro de energía eléctrica y agua potable.

Y entre las incipientes construcciones y los elefantes blancos que adornan el área turística, la Zona Hotelera empieza el año con una imagen poco agradable para el turismo, que por un lado se encuentra con tramos tapados con bardas de madera, donde se llevan a cabo las construcciones y por otro se tropieza con estructuras deterioradas, como lo que fuese la discoteca La Boom, el edificio de Pepe’s Tiger o el cenador del restaurante Mare Nostrum, perteneciente al hotel Elán, un elefante blanco de enormes dimensiones que, pese a su belleza, no pudo operar por problemas financieros.

Tanto del lado del mar como en el área de la laguna se desarrollan proyectos, algunos aún incipientes como el polémico Grand Island, que contempla tres mil cuartos de hotel además de una pista Nacar, que arrasaría con hectáreas de manglares y otras especies protegidas, además de destruir el ecosistema de los animales que habitan entre la vegetación.

Sumado al Grand Island, que ha prendido los focos de alerta entre diferentes sectores de la sociedad, especialmente ambientalistas, en la Zona Hotelera se construyen actualmente otros dos desarrollos, el Gran Solaris, a un costado del balneario público Delfines, que desde un principio levantó una gran polémica que concluyó con su clausura, pese a la cual los responsables se pasaron por el arco del triunfo la clausura de la Profepa y giraron instrucciones a los albañiles para que, pese al reducido sello que se fijó en la barda que rodea la obra, continuasen con el trabajo.

El tercer proyecto es un hotel de lujo para adultos que se levanta a un costado de playa Langosta que, con este desarrollo, corre el riesgo de quedar privatizada, con lo que los cancunenses podrían perder un espacio público más.

Además, se rescató el espacio que ocupaba el restaurante especializado en comida cubana La Farándula, donde se construye lo que será un edificio de departamentos de lujo, después de muchos años de fungir como uno de los elefantes blancos más terroríficos de la Zona Hotelera.

En el kilómetro 12 se dan los últimos toques al anexo de Plaza La Isla y se implementó una nueva Rueda de la Fortuna, más alta que la actual y que se levanta mucho más cerca de la laguna, con lo que tanto el inmueble como el juego mecánico representan un riesgo ambiental para los manglares que rodean el cuerpo de agua.

No es la única construcción que se desarrolla del lado de la laguna: sobre el bulevar Kukulcán, más o menos a la altura de los kilómetros 12 y 14 se aprecian sendas bardas de madera que obstruyen la visión más allá de estas, pero todo parece indicar que se llevan a cabo algún tipo de trabajos, aunque se desconoce si los responsables contarán con los permisos correspondientes.

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