Quintana Roo

Familiares preparan altares para honrar a fallecidos por COVID-19 en Cancún

Las muertes que dejó la pandemia se reflejarán en muchas casas de familias mexicanas que demostrarán a sus seres queridos lo importantes que fueron con ofrendas tradicionales.
La familia de Manuel Tuyub recibió con gran impacto su fallecimiento, por lo que esperan sentirlo cerca a través de un lugar en su honor. Fotos: Mario Hernández.

El COVID-19 llegó a la vida de Manuel Tuyub de manera silenciosa y abrupta. Como muchos fue puesto en confinamiento ante la emergencia sanitaria, sin embargo, tras la reactivación económica en el destino, contrajo el virus al igual que algunos de sus compañeros con quien trabajó en un hotel de la zona hotelera de Cancún.

Hoy, es una de las mil 840 personas que perdieron la batalla contra esta enfermedad en Quintana Roo.

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Para su hija Stefany, la temporada de Día de Muertos será diferente, ya que por primera vez realizó un altar con la esperanza de sentirse cerca de su padre una vez más.

Manuel visitaba a su hija todas las tardes. Un día, le hizo saber a su familia que sentía una ligera molestia en las piernas, lo que adjudicó al trabajo, ya que tenía poco de haberlo retomado. Poco después comenzó con una ligera tos, que no tomó en cuenta, porque no era una persona enfermiza y, cuando lo hacía, su recuperación era muy rápida.

Lo que más alarmó a la familia es cuando comenzó con los episodios de fiebre durante dos días, sin embargo, con todo y eso, él no quería consultar con un doctor hasta que su familia lo convenció.

La primera vez fue a un consultorio de Farmacias Similares donde le detectaron los síntomas propios del coronavirus. El médico le recetó un tratamiento y le indicó que debía estar en aislamiento por 14 días. Manuel no quería que sus hijas lo visitaran por temor a contagiarlas. Con el apoyo de amigos enfermeros se orientaron para atenderlo en casa.

Todos los días realizaba sus ejercicios para mantener fuertes los pulmones con un vaso de agua, un popote y jabón. La fiebre cedió al igual que la tos, sólo continuó con el malestar del cuerpo, sin embargo, la familia se mantuvo al pendiente e insistían de que sí por alguna razón sentía algo diferente, que no fuera normal, les avisara para acudir al médico nuevamente.

Un domingo, cuando parecía que todo estaba normal, comenzó a sentir que le faltaba el aire. Una de sus hijas corrió a buscar un nebulizador para que le ayudara con la respiración, pero no funcionó; entre más pasaba el tiempo, menos podía respirar. De forma inmediata lo llevaron al área de urgencias del Hospital General Jesús Kumate Rodríguez, pero no fue atendido de manera inmediata pese a su situación.

Ante la impotencia porque no lo atendieron, las hermanas se movilizaron con un tanque de oxígeno. Antes de colocar la mascarilla, Stefany notó que el cuerpo de su padre había cambiado el tono de su piel, por lo que decidieron llevarlo a un hospital privado donde confirmaron que la enfermedad ya estaba en un estado muy avanzado, por lo que Manuel fue entubado.

La familia consideró trasladarlo al Hospital General, por cuestión de economía, donde permaneció durante un mes.

Durante la hospitalización, la familia se comunicaba a través de audio con el celular y cartas que los enfermeros le hacían llegar.

Al paso de los días, Manuel presentó una mejoría, así que los médicos informaron a la familia que sería dado de alta porque ya se encontraba en etapa de recuperación.

El día que Manuel iba a recibir su alta, la familia decoró con globos su vivienda; sus tres nietos se encontraban ansiosos por recibir a su abuelo, después de varios días de no verlo. Prepararon su maleta y, cuando llegaron al hospital, recibieron la noticia de que Manuel nuevamente presentó problemas para respirar por lo cual su esposa tomó la decisión de mantenerlo en observación.

Ese mismo día, en la tarde, Stefany recibió la llamada que nadie desea: la trabajadora social le informó sobre el fallecimiento de su papá. En ese momento no comprendió nada. De estar a un paso del alta médica, de pronto murió y sería la encargada de dar la terrible noticia a la familia.

Una vez de asimilar lo que estaba pasando, Stefany tomó la determinación de ser la encargada los trámites necesarios para la entrega del cuerpo. Una vez en la funeraria, a la familia le permitieron ver el cuerpo de Manuel a distancia antes se ser incinerado. No podían creer que ya no lo iban a volver a ver con vida. Ahora esperan con ansia el Día de Muertos para brindarle honor a la persona que les regaló tanto amor durante toda su vida.

Liberar emociones y sentimiento

Ismael González, tanatólogo en Cancún, explicó que la muerte de alguien cercano por coronavirus, con su experiencia, es mucho más complicada porque al dolor por la pérdida al ser un evento inesperado ya que los pacientes no presentaban complicaciones de salud antes de la llegada de este virus, es muy probable que en estas circunstancias no haya podido acompañar en sus últimos momentos, y tampoco se pudo hacer un rito de despedida que ayuda a superar esos momentos tan complicados.

Cada persona se comporta ante la pérdida de una forma diferente, desde una tristeza muy invasiva con sentimientos de culpabilidad hasta mucha rabia o enfado. Todos son válidos y normales, hay que dejar que fluyan para que termine.

En estos casos hay que expresar, de manera libre, los sentimientos de tristeza, enfado o bloqueo. Es de suma importancia sentir un acompañamiento, no estar solos, aunque sea por videoconferencia o redes sociales y planificar cómo se quiere honrar a ese ser querido, cómo darle un último adiós colectivo cuando termine el confinamiento.

También es importante cuidarse, hacer ejercicio y comer sano porque nos va a ayudar a superarlo antes, además que es importante solicitar apoyo psicológico.

Por Angélica Gutiérrez