Por Yolanda Gutiérrez
Buena afluencia en los principales balnearios del destino en una jornada en la que predominó el cielo despejado y clima algo fresco, especialmente en los momentos en los que la brisa se transformaba en viento, lo que propició que pocos bañistas optasen por darse un chapuzón.
Durante un recorrido llevado a cabo por algunos arenales públicos y playas “privadas” se pudo constatar que en los primeros turistas y cancunenses disfrutaban del sol y el mar; de estos últimos, muchos de ellos llevaban consigo todo lo necesario para la jornada, en tanto otros optaron por consumir en los restaurantes y clubes de playa.
En los arenales colindantes con los hoteles los turistas se recostaban en camastros y dejaban que los rayos del astro rey acariciasen sus pieles, en tanto que otros se protegían bajo sombrillas y degustaban las bebidas de su preferencia, servidas por el atento personal de los centros de hospedaje en los que se alojan, siempre al pendiente del menor deseo de sus huéspedes.
Se observó que en las playas privatizadas indebidamente por los empresarios hoteleros compartían espacio los turistas extranjeros con los nacionales que igualmente se alojaban en los centros de hospedaje; entre los primeros, según revelaron meseros encargados de atender a los visitantes, destacó la presencia de chilenos, europeos, argentinos y colombianos, además de asiáticos, norteamericanos y canadienses.
Mientras que en los balnearios públicos, pasado el mediodía la afluencia de bañistas locales era notoria; bien con sus propias sombrillas o rentando las que se ofrecen en los diferentes negocios, familias y grupos de cancunenses se disponían a almorzar o consumir las botanas que habían traído de sus casas o comprado previamente.
Algunos trajeron neveras de distintos tamaños repletas de bebidas con o sin alcohol, mientras que los más pequeños retozaban entre las olas, cerca de la orilla, sin que pareciera afectarles la fresca brisa, bajo la atenta mirada de los guardavidas y los mismos adultos que los acompañaban.
Algunos de los pequeñines salían temblando del agua y corrían hacia sus mamás que, solícitas, les tendían una toalla o playera de buen tamaño para protegerles del frío.
También se encontró en los arenales a varios grupos de jóvenes, quienes disfrutaban del mar y brincaban las olas, algunos con el apoyo de tablas de surf, mientras que otros se preocupaban más por apagar su sed con todo tipo de bebidas.
En las playas certificadas, personal de Zofemat revisaba las neveras que llevaban consigo los usuarios a fin de evitar que los bañistas introdujesen envases de vidrio a los arenales, medida que, a criterio de prestadores de servicios, debiera implementarse en todos y cada uno de los balnearios, sin importar si ondea o no la Blue Flag.
“Es que parece que sólo tienen derecho a no lesionarse con un vidrio roto los bañistas que vienen a playas certificadas y el resto, que le hagan como puedan”, fue el comentario de un mesero que presta sus servicios en uno de los clubes de playa de Gaviota Azul.