Por Yolanda Gutiérrez
ISLA MUJERES, 25 de febrero.- De nueva cuenta invadió un club de playa los arenales que el ayuntamiento recuperó para disfrute de los isleños en el área del “Riíto”, frente al hotel MIA, donde, a finales del año pasado, trabajadores de la Zona Federal Marítimo Terrestre (Zofemat) reacomodaron arena en un total de 220 metros lineales.
La playa pública ha quedado prácticamente invadida de camastros y sombrillas que apenas dejan paso libre ni mucho menos espacio para que los bañistas puedan acomodar sus pertenencias sobre la arena, cuando uno de los compromisos de la actual administración al recuperar los arenales que se habían perdido con la erosión, era que la playa quedaría libre para el disfrute de propios y extraños.
Antes del reacomodo de la arena sólo quedaba una estrecha franja entre la barda perimetral del club de playa y las rocas que asomaban producto de la erosión, pero con los trabajos se logró recuperar una importante superficie de playa que, a finales de octubre de 2019, el espacio recuperado fue invadido por camastros de un club que colinda con la playa del “Riíto”, acto que provocó la molestia de los isleños.
En su momento, Kerem Pinto Aguilar, directora de las oficinas de la Zona Federal Marítimo Terrestre (Zofemat) en Isla Mujeres, dijo que el ayuntamiento llevaba a cabo el programa con la intención de contar con más arenales para el esparcimiento de isleños y visitantes.
La invasión de camastros explotó en redes sociales con múltiples muestras de enojo entre la población local, aunque alguien comentó que para llevar a cabo los trabajos se contó también con la participación y aportación de recursos de la iniciativa privada.
No obstante, tras el alboroto, los responsables del club de playa optaron por retirar el mobiliario de los arenales, que permanecieron libres y despejados por algún tiempo, hasta que de nueva cuenta volvieron a ser ocupados por camastros y sombrillas del club de playa para adultos Gurú, que renta el par de camastros con su respectivo parasol por 500 pesos, precio muy lejos del alcance de los bolsillos de los residentes, para quienes supuestamente se rescató el espacio.
Una familia local que, aprovechó la festividad del día, acudió a la playa del “Riíto”, donde las aguas son bajas y por lo tanto seguras para los más pequeños, lamentó que no pudieron instalarse donde querían porque el lugar estaba lleno de camastros y el espacio entre éstos y la orilla de la playa no permitía sentarse ni dejar sus cosas, por lo que tuvieron que desplazarse hasta más allá de los límites del club de playa, igualmente en otro negocio privado y al filo de la sombra que proyectaban unas palmas de coco, en los límites de la zona federal que este otro establecimiento sí respetaba.