Por Lusio Kauil
JOSÉ MARÍA MORELOS, 20 de abril.- Los zapatos para varones y damas son muy caros en la actualidad, sobre todo, si son los que se vende en catálogos y a pagos; el detalle es que ahora no duran y se echan a perder, porque por lo general ya no vienen costurados como antes.
Buscar alguna persona que remiende zapato, no es fácil porque ahora casi nadie se dedica a esa actividad. En esta cabecera hasta donde se sabe, solamente existe un pequeño taller familiar donde se repare zapatos. Ese taller es de don Felipe Cab López.
Don Felipe lleva 30 años laborando en la reparación de zapatos tanto de hombres como de mujeres, y según él mantener esa actividad no ha sido fácil, sobre todo, sin el apoyo de las instituciones de gobierno.
En el taller de don Felipe hay zapatos en cajas y en anaqueles, que ya fueron reparados desde hace meses pero que los dueños no han podio ir por ellos, ya sea por falta de dinero o porque cambiaron de calzado y se olvidaron de los otros.
Don Felipe dice que hay zapatos que ya tienen más de un año de haberlos reparado, pero no han vuelto por ellos, mencionó el caso de un par de zapatos del exsíndico municipal Rodolfo Poot Pat.
El representante popular llevó sus botas para que reparen hace ya más de un año y no ha vuelto, y don Felipe Cab López, necesita recuperar la inversión que hizo para la reparación de esos zapatos, y que todavía guarda en los anaqueles de su taller.
Remendar zapatos, confiesa, no es nada fácil, porque es un oficio en el que se requiere de mucha paciencia y, también de aguante por mantenerse sentado todo el día, cortando o pegando suelas o costurando plantillas por horas.
Hay zapatos que traen para reparar, que de plano están muy jodidos, y aunque se les dice a los dueños que está difícil dejarlo bien de nuevo, ellos insisten en que se repare, aunque sea para que lo ocupen en el trabajo; y aquí en taller, se hace todo posible por dejarlo bien, refiere.
Y comparara, “reparar zapatos en muy mal estado es parecido al trabajo del médico que le llevan pacientes que están muy malitos de salud, y le piden que lo cure a como dé lugar, no importa lo que cueste, pero que quede bien”.
Don Felipe dice que el oficio lo aprendió con un hermano que reparaba zapatos en su casa, y luego, él abrió su propio taller y se dedicó a trabajar con su familia, reconoce que no ha sido fácil mantenerse por tres décadas en esa actividad, sobre sin el apoyo de ninguna institución de gobierno.
Sin embargo, hizo ver su constancia y persistencia le ha permitido hasta ahora mantener ese pequeño taller con apenas una máquina de costura, porque las otras tareas que se hace para la reparación de los calzados, como el corte de piel, el pegado de la suela hace de manera artesanal.
Y, del trabajo que vienen realizando desde hace unos 30 les ha dado escuela a sus hijos, inclusive, algunos de sus muchachos ya son profesionistas.
Don Felipe Cab López, indica que mientras pueda va estar al frente del taller, pero cuando ya caiga, espera que algunos de sus hijos, que también saben del trabajo, mantengan el taller.
En la cabecera municipal, no existe ningún otro taller de reparación zapatos.