Quintana Roo

COVID-19: piden no anteponer enojo por muertes en Chetumal

El sacerdote de la parroquia San José Obrero, Patrick Corrigan Cummins, pidió a los feligreses no anteponer enojo ante las muertes por COVID-19. “Asumamos con responsabilidad nuestros actos": dijo.
Foto: Luis Enrique Tuz

 El sacerdote de las parroquia San José Obrero y San Patricio de Irlanda, de Chetumal, Patrick Corrigan Cummins, pidió a los católicos cuidarse ante la pandemia del COVID-19.  “No podemos sostener muchos meses más de esto, veamos por el bien común. Dios Nuestro Señor les proteja y bendiga”.

Asimismo, dijo que no podemos anteponer enojos u opinión personal sobre las evidencias de contagios y fallecimientos. “Asumamos con responsabilidad nuestros actos. Dicen que si todos siguiéramos todas las medidas pertinentes, en dos meses se terminaría con la pandemia”.

Patrick Corrigan dijo que llegó a Quintana Roo en 1970, “les he visto vivir tiempos buenos y tiempos difíciles, les he visto luchar y resistir ante los desastres naturales. Hoy, un virus nos ataca".

“Les pido de corazón, así como he sido testigo de su unión para ayudarse al terminar huracanes o inundaciones, nos unamos en oración, pero también en tener la caridad de seguir los protocolos de higiene y cuidado que nos están solicitando las autoridades”

En la misma dominical que se transmitió por las redes sociales, la primera lectura fue del libro de la Sabiduría (12,13.16-19): Fuera de ti, no hay otro dios al cuidado de todo, ante quien tengas que justificar tu sentencia.  Tu poder es el principio de la justicia y tu soberanía universal te hace perdonar a todos.  Tú demuestras tu fuerza a los que dudan de tu poder total y reprimes la audacia de los que no lo conocen.  Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia, porque puedes hacer cuanto quieres.  Obrando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento.

La segunda fue la Carta del Apóstol San Pablo a Los Romanos (8,26-27): El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.  Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.

El evangelio según San Mateo (13,24-43): En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó.  Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña.  Entonces fueron los criados a decirle al amo: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?" Él les dijo: "Un enemigo lo ha hecho."  Los criados le preguntaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?" Pero él les respondió: "No, que al arrancar la cizaña podríais arrancar también el trigo.  Dejadlos crecer juntos hasta la siega y cuando llegue la siega diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero".

Les propuso esta otra parábola: El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.

Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada.  Así se cumplió el oráculo del profeta: Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré los secretos desde la fundación del mundo.

Luego dejó a la gente y se fue a casa.  Los discípulos se le acercaron a decirle: “Acláranos la parábola de la cizaña en el campo”.Él les contestó: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles.  Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será el fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará sus ángeles y arrancarán de su reino a todos los corruptos y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes.  Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su padre.  El que tenga oídos, que oiga.

Con información de Luis Enrique Tuz

Por Redacción Digital Por Esto!

JG