Quintana Roo

Marginados y en el olvido, así viven indígenas de Quintana Roo

Marginados, olvidados y engañados, así vive una comunidad indígena de Felipe Carrillo Puerto, en Quintana Roo; están en la pobreza extrema.
Foto: Eric Castillo

Donato Tun Puc vive en la comunidad Santa Amalia del municipio Felipe Carrillo Puerto, que según dice, es un poblado en el que por años sus pobladores han estado marginados, olvidados y engañados. Se trata de una localidad que se fundó hace más de medio siglo en el corazón de la zona maya por las familias Tun Puc y Puc Tun, que no ha salido de la pobreza extrema porque simplemente no existe para las autoridades de los tres niveles de gobierno, tan es así que ni siquiera aparece en el mapa de Quintana Roo.

Son 100 personas las que viven en esta comunidadindígena exchiclera, en donde no se cuenta con camino de acceso, energía eléctrica, agua potable, calles, oportunidades de educación, centro de salud, ni tienda, afirmó el delegado municipal, Hilario Tun Puc.

Santa Amalia se ubica por el kilómetro 166 de la carretera federal 307 en el tramo Felipe Carrillo Puerto a Cancún; sin embargo, para llegar al centro de la comunidad se tiene que tomar una brecha de más de cuatro kilómetros de distancia, penetrar una espesa vegetación en donde predominan los árboles de chicozapote, los cuales tienen tatuadas las huellas del machete en forma de zigzag por donde se escurrió el látex para elaborar goma de mascar durante el auge chiclero en la zona maya.

En un claro de la selva se observan unas casas elaboradas de palos con techo de huano, otras de lámina de zinc y cuatro de mampostería. Las gallinas, pavos y perros, forman parte del paisaje cotidiano, el cual no ha cambiado mucho.

Futuro incierto

El ingreso para los 30 hombres en edad productiva de Santa Amalia es de menos de 500 pesos mensuales, los que obtienen cuando acompañan a sus esposas en la venta de tamales horneados a la cabecera municipal de Felipe Carrillo Puerto o Solidaridad.

Su alimentación se basa en lo que produce la tierra con el fruto de su esfuerzo: maíz, yuca, calabaza, naranja dulce y agria, y lo complementan con aves de corral; de vez en cuando comen carne de cerdo; de la res y el pescado ni siquiera conocen su sabor.

A este poblado maya la modernidad no ha llegado, al igual que los refrescos de cola, la comida chatarra, medicamentos y maestros. Entre familias por las tardes practican volibol para entretenerse.

La población la conforman 30 familias y un total de 100 habitantes -58 hombres y 42 mujeres-, entre niños jóvenes y ancianos. La más longeva es doña Hilaria Puc Canul, quien en su andar da muestra de que con sus 80 años tiene dificultades para caminar.

Los 100 habitantes, desde el más pequeño al mayor, hablan lengua maya, aunque la excepción es Gregorio Tun Nahuat, quien aprendió a hablar español por necesidad y al salir a buscar una mejor oportunidad de vida en Playa del Carmen.

Sin embargo, la transculturización es inevitable para los pueblos indígenas, sobre todo en los jóvenes que salen de la comunidad hacia las ciudades, y cambian su forma de vestir, de caminar y hasta la música que escuchan.

En la comunidad tienen una pequeña capilla en donde realizan celebraciones, en ocasiones especiales, cuando piden por la salud, por las cosechas de maíz, frijol, calabaza, entre otros frutos.

Además de molino de mano, se apoyan con un motor para agilizar la transformación del nixtamal a masa para la elaboración de tamales horneados. Esa es la única máquina, aparte de tres camionetas.

Mayor marginación

Severiana Nahuat Dzib, de manera amable invitó a los reporteros a entrar a su vivienda construida con palos y huano, en la cual se filtra el agua cada vez que llueve; incluso tienen el cuidado de no colgar las hamacas por donde caen los chorros de agua. En la charla comentó que no sólo viven entre filtraciones de agua cada vez que llueve, sino entre penumbras porque el panel solar que les envió la presidencia municipal de Felipe Carrillo Puerto, que actualmente preside José Esquivel Vargas, no funciona al 100 por ciento, sino que únicamente generan electricidad para conectar un rato la radio y un foco. “Vivimos en penumbras y comprar velas para alumbrarnos, nos sale caro”.

Afirmó que ha hecho la solicitud en la presidencia municipal para que les envíen un técnico, pero que a la fecha no les han dado respuesta.

El gobierno federal, estatal y municipal, sólo apoya a los pueblos indígenas de mayor población, mientras que a los pequeños, los mantienen en total marginación, expresó.

Señaló que mientras no haya voluntad de las autoridades de los tres niveles de gobierno en atender a la población, podrán pasar 50 años más y su comunidad continuará en la misma situación.

Asimismo, dijo que desconoce si hay una fecha para la celebración de los pueblos indígenas a nivel mundial, porque cada 9 de agosto se la pasa en su casa trabajando.

Sin apoyos

Gregorio Tun Nahuat afirmó que el gobierno del estado no los ayuda en nada, pero sí lucra con sus necesidades. Por ejemplo, se mandaron a construir 19 baños con biodigestores en la población, por parte de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso) bajo la responsabilidad de la maestra Rocío Mendoza Moreno, los cuales no fueron concluidos, pero sí se publicó el hecho como un logro de la administración estatal.

Incluso durante el recorrido demostró que el proyecto denominado Sistema de Saneamiento Integral “Baños con biodigestores”, que tuvo un costo de un millón 792 mil 532 pesos, no sirvió, ya que todo el material está regado en los terrenos de los beneficiarios y los dos que concluyeron no funcionan.

La señora Hilaria Puc Canul dijo que el Sistema DIF estatal y municipal, no los apoya en nada cuando tienen necesidades apremiantes en salud, educación y alimentación. “No nos han enviado ninguna despensa”, afirmó.

Agregó que aunque vive en condiciones de pobreza no envidia nada; lo único que le pide a Dios es salud.

Por su parte, Donato Tun Puc afirmó que el gobierno federal les retiró el apoyo de Progan, Procampo y Crédito Ganadero a la Palabra.“No llega ningún apoyo a esta comunidad, porque no existimos en el mapa del estado de Quintana Roo, ni del municipio Felipe Carrillo Puerto”, dijo.

La señora Evelia Tun Puc afirmó que mantienen la tradición de enseñarles la lengua maya a sus hijos, porque es lo poco que les queda de su cultura, pero sobre todo porque los niños desde que inició el año no han tenido clases por la falta de maestros.

Se dispone de la escuela preescolar y primaria denominada “Jacinto Pat” y la secundaria, las cuales son atendidas por personal del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe), pero por la pandemia del COVID-19 los maestros se fueron y hasta la fecha de hoy no han regresado para las inscripciones del próximo ciclo educativo.

Asimismo, dijo que por ser indígenas sufren de toda marginación, porque la mayoría habla lengua maya, y no son atendidos cuando acuden a las oficinas del gobierno federal, estatal y municipal.

“Por ser mayas nos engañan con los apoyos, porque no terminan con los programas, como pasó con los baños con biodigestores, láminas de zinc, tinacos y con el agua potable”, comentó.

La joven señora Cristina Canul Angulo, a sus 18 años de edad ya tiene dos hijos de tres años y dos años respectivamente. Su vivienda está en la entrada de la población;  ahí cuelga las fotos de los candidatos a la presidencia municipal como un recuerdo, porque como funcionarios ya no vuelven.

“Necesidades tenemos muchas, por ejemplo un consultorio médico o centro de salud para atender a los niños, a los viejitos. Cuando alguna persona se enferma la tenemos que sacar hasta la orilla de la carretera federal en triciclo, en espera del paso de una combi con rumbo a Felipe Carrillo Puerto”, indicó.

Gelmy Araceli Tun Tun solicitó que el gobierno del estado, que encabeza Carlos Joaquín González, concluya los baños con biodigestores, porque actualmente no les sirve para nada.

 Durante la pandemia por el coronavirus tampoco han recibido apoyos; suponen que por ser una comunidad pequeña no son tomados en cuenta.

“Cuando hay campañas de elección los candidatos llegan a todas las poblaciones indígenas, pero cuando son funcionarios nunca los volvemos a ver”, dijo la entrevistada.

Los habitantes de Santa Amalia afirmaron que el Día Internacional de los Pueblos Indígenas sólo es un escenario para que las autoridades del gobierno destaquen los apoyos que les han dado a los habitantes de los pueblos indígenas, pero la realidad es otra y se puede palpar, en comunidades como la suya.

Sobreviven en condiciones de pobreza

En el norte del estado, la situación para las comunidades indígenas de Lázaro Cárdenas no es diferente a la que se vive en Santa Amalia; sus habitantes apenas sobreviven a los estragos de la pandemia haciendo mínimas ventas de comida y productos artesanales; falta atención médica de calidad y laactividad económica turística es escasa.

Domitila CobáCupul, mujer y madre maya del ejido San Pedro, es una viuda con tres hijos, dos de ellos con trastornos cerebrales de epilepsia. Comentó que durante lo que va del año ha tenido que sacar adelante los gastos de su casa con la venta de tamales y algunos otros productos como jícaras y tejidos, ya que la pandemia ha reducido sus ingresos a la mitad, pero lo que más le preocupa es el difícil acceso que tiene a los medicamentos para tratar la enfermedad de sus vástagos.

“Tengo que buscar algo para vender aquí en el pueblo, hay días buenos y malos, pero ahorita sólo recupero la inversión y muy poco de ganancia; lo que más se me dificulta son los medicamentos de mis hijos, porque aquí no hay, viene una caravana de salud cada mes pero sólo dan consulta, nunca me dan lo que necesito, por eso tengo que salir a Kantunilkín a conseguirlos y gasto mucho”, dijo. 

Otra mujer que también ha tenido que sortear los gastos diarios vendiendo alimentos junto a su esposo es María LeidiTuz, quien antes de la pandemia ayudaba a su esposo con la venta de carbón y elaboraba hamacas para venderlas a los turistas que llegaban de Holbox. Hoy ha tenido que invertir el poco de dinero que reciben por los sacos de carbón que les queda para hacer tortillas a mano y venderlas entre los habitantes de La Esperanza.

“Estamos haciendo venta de tortilla a 22 pesos el kilo, al día vendemos aproximadamente cinco kilos, lo que sale es para la comida diaria; esto es lo que más me ha resultado, porque no se invierte mucho, sólo como 40 pesos y ahorita que está difícil la situación, es un ingreso que se agradece”.

La pandemia dentro de estas regiones del estado no se ha manifestado con tantos contagios y muertes, pero sí ha hecho aún más visible la desigualdad entre las comunidades rurales y las zonas urbanas de Quintana Roo, aunque dentro de las grandes urbes también hay colonias que sufren pobreza.

Sonia Cohuoh, al igual que la señora Domitila, comentó que dentro del ejido de San Pedro no hay un acceso directo para que un médico los atienda, sólo la caravana de la Secretaria de Salud que llega cada mes, que únicamente les proporciona la receta, pero los medicamentos los tienen que salir a comprar a Katunilkín o Leona Vicario y si no hay, hasta Cancún. “Aquí está cerrada la unidad de salud, no tenemos doctores; cuando mis hijos se enferman me los tengo que llevar fuera para que los atiendan, enfermarse aquí es un lujo, porque no tenemos quien nos atienda cuando más se requiere, pero aquí gracias a Dios, no nos hemos enfermado este año”, puntualizó.

La Esperanza y San Pedro son un ejemplo de este pueblo maya viviente, con una lengua viva y costumbres que han aprendido a lo largo de generaciones. Hoy, dentro de este contexto económico capitalista, muchos han tenido que emigrar a la ciudad en busca de mejores oportunidades y los que se han quedado viven con la esperanza de que los gobiernos que actualmente los rigen, velen por sus necesidades básicas y hagan valer sus derechos.

Población importante en la Península de Yucatán

De cada 100 personas en la Península de Yucatán, 38 son indígenas; Yucatán es el estado que concentra mayor número de este sector poblacional, con un millón 52 mil 438 personas, según datos del informe “Indicadores Socioeconómicos de los Pueblos Indígenas de México, 2015”, el último reporte en esta materia realizado por el gobierno federal. En este indicador le siguen Quintana Roo y Campeche.

Las cifras, sustentadas con la Encuesta Intercensal realizada en 2015 por el Inegi, indican que Campeche tiene una población total de 889 mil 931 personas, de las cuales 199 mil 335 son indígenas, es decir, el 22.2 por ciento. 

Quintana Roo tiene una población de un millón 501 mil 562 personas, de las cuales 32.5 son indígenas, que corresponde a 488 mil 244 personas. 

En Yucatán el 50.2 por ciento de los 2 millones 97 mil 175 habitantes son indígenas. 

De hecho, Yucatán ocupa el sexto lugar a nivel nacional de las entidades que concentran el mayor número de población indígena después de Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Estado de México y Puebla. 

Estadísticas de Quintana Roo 

En la región, Quintana Roo es la entidad que expulsa mayor número de población indígena, con una tasa de migración de casi 45 por ciento. 

Del total de habitantes de este sector 55.6 por ciento (271 mil 448 habitantes) son nacidos en el estado mientras que 44.2 por ciento (215 mil 877 personas) llegaron de otras entidades. 

El nivel de analfabetismo de la población indígena es el más bajo de los tres estados, con 26 mil 376 personas sin instrucción, es decir, el 7.6 por ciento. 

Del total de población clasificada como económicamente activa, 97.2 por ciento tiene un empleo. En 2015 se censaron 205 mil 808 personas mayores de 12 años activas para trabajar de las cuales 199 mil 980 sí contaban con empleo.

Sin embargo, 10 mil 68 trabajadores reportaron no recibir ingresos por su trabajo. 

En Quintana Roo hay 123 mil 410 viviendas particulares de personas indígenas, las cuales cuentan con acceso a agua potable, energía eléctrica y drenaje. 

Sólo 35 mil 486 hogares (28.8 por ciento) reportaron usar carbón o leña para cocinar. 

Radiografía de Yucatán 

Del total de la población indígena, 96.8 por ciento son nacidos en la entidad y el resto llegó de otros estados. Esto se traduce en 1 millón 19 mil 193 hombres y mujeres nativos y 31 mil 81 foráneos. 

Del total de población autóctona, 100 mil 947 personas mayores de 12 años son analfabetas, es decir, el 13 por ciento de la población. 

Respecto a la población económicamente activa, 98.1 por ciento tiene un empleo. En 2015 se censaron 409 mil 159 personas mayores de 12 años activas para trabajar; 401 mil 429 sí contaban con empleo.

Sin embargo, 22 mil 651 de los trabajadores reportaron no recibir ingresos por su trabajo. 

Los indicadores señalan que en Yucatán hay 257 mil 427 viviendas particulares de personas indígenas, las cuales cuentan con acceso a agua potable, energía eléctrica, aunque sólo 78.2 por ciento informó contar con drenaje. 

En la entidad más de la mitad de este sector continúa cocinando con leña o carbón. El informe señala que 56.5 por ciento de quienes cuentan con vivienda particular no utiliza gas o energía eléctrica para cocinar los alimentos.  

Panorama de Campeche 

Las personas indígenas nacidas en la entidad representan el 85.2 por ciento del total de habitantes de este sector poblacional: 169 mil 927, mientras que 29 mil 163 nacieron en otro estado y emigraron hacia este destino. 

El porcentaje de analfabetismo es de 13.5 con 19 mil 777 personas sin acreditar ningún grado de estudios. 

Del total de la población 75 mil 685 son perfiles económicamente activos, de los cuales 73 mil 976 tiene un empleo, aunque 4 mil 824 aseguraron no percibir ingresos. 

En Campeche se contabilizaron 47 mil 851 viviendas particulares. 

Al igual que Yucatán, los domicilios censados reportaron tener acceso a servicios públicos básicos, pero 56.8 por ciento informó cocinar con leña o carbón. 

Por Luis Enrique Tuz y Diego Ramos

Por Redacción Digital Por Esto!

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