Son las 19 horas del domingo 23 de agosto. Un amigo de Jordi “N”, de 15 años, fue a visitarlo a su casa en la Región 247, en la colonia Tierra y Libertad y al entrar a su vivienda, el papá le dijo que estaba en su cuarto. Se dirigió a la habitación, y al abrirla, encontró a Jordi sin vida, colgado de una viga con un lazo de plástico.
Ante la aterradora y triste sorpresa, el niño salió a darle la noticia al progenitor del menor, quién gritó “¡Jordi!” y corrió a verlo. Lo abrazó entre gritos y llanto. Lo desató, trató de reanimarlo, pero no lo consiguió.
El llamado al 911 fue muy tarde y sólo llegó una ambulancia a la casa para confirmar la trágica noticia, dejando un hogar entre lágrimas y una gran interrogante: “¿Por qué?”
Es la pregunta que resuena en cada uno de ellos y se repite constante: ¿Por qué un niño de 15 años, quien tiene toda una vida por delante, que es un gran hijo, que va bien en la escuela, que sus amigos lo quieren, que sus maestros también y que sólo ha recibido amor de su familia, toma la fatal decisión?
Un estudio que data de 2017 realizado por el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), alertó que los suicidios en jóvenes y niños iban en aumento a la par del incremento del uso de redes sociales en las que el acoso puede darse más fácilmente e, incluso, su uso excesivo puede generar conductas nocivas como frustración, exclusión y hasta omisión de las emociones al tratar de reflejar una vida perfecta ante sus amigos.
Sobre este tema, la presidente estatal de los Centros de Integración Juvenil, Leslie Hendrick Rubio, afirmó que las redes sociales potencian el acoso que sufren los menores en las escuelas, sin embargo, admitió que no se podría decir que su uso genere suicidios. Ante ello, alentó que las autoridades y organismos de la sociedad civil hacer un llamado a los padres de familia para que vigilen muy de cerca el uso de redes sociales de sus hijos y tengan un control de las mismas.
Otra gran problemática que provoca que los niños tomen tan radical decisión es el abuso que sufren en casa, y que la mayoría no es percibido porque se guarda y en ocasiones se desata en la fatal decisión, por sentirse que son violentados y creen que no existe ninguna solución y piensan que no pueden acudir a nadie debido a que, por lo regular, son las personas cercanas a ellos quienes los violentan en lugar de cuidarlos por lo que buscan, como respuesta, la salida falsa.
Sobre este tema, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) señala que en el país se registran más de 50 suicidios infantiles mensualmente, en los que enfermedades mentales se relacionan con violaciones y abuso sexual, seguido de golpes, atraco con arma y acoso, que propician esta decisión en menores de edad.
Sin contar que, por cada 100 mil habitantes, hay 3.3 por ciento de psicólogos; 1.6 de psiquiatras; 1.4 de enfermeras y 0.5 por ciento de trabajadoras sociales, además de que 61 por ciento de las personas con casos de depresión agudos no toman los medicamentos que les ayudarían a sobrellevarla.
El drama de los suicidios infantiles es más común de lo imaginado. De acuerdo con el Inegi, en México se registran al menos 52 suicidios infantiles al mes. Del 2008 al 2018 se reportaron seis mil 862 menores de 18 años que se quitaron la vida.
En lo que va del año, en Benito Juárez al menos cinco menores se han quitado la vida, en rangos de edad que van desde los 12 años, según reportes emitidos por la Secretaría de Seguridad Pública.
En 2019, a nivel estatal, la cifra llegó a 12 niños, de los cuales cinco eran menores de 15 años y siete eran de entre 16 y 18 años.
El Inegi también señala que entre los métodos para suicidarse empleados por los niños está el ahorcamiento, estrangulamiento o sofocación, representando 85.3 por ciento, mientras que 4.9 por ciento lo ocupa el uso de cualquier tipo de arma de fuego como la segunda forma frecuente de quitarse la vida.
Otros de los motivos es la soledad en la que viven, en un mundo tan materializado en el que los padres piensan que dándole todo a sus hijos serán felices, sin embargo, la realidad es otra.
Una dolorosa carta de despedida
Un caso desgarrador de suicidio fue el que cometió Brayan “N”, un joven que plasmó su soledad en una carta póstuma que dirigió a su padre:
“Papá, te pido disculpas por haber hecho esto, pero espero que no me odies, ya que no debí de haberlo hecho, pero ya no te quiero estorbar más. Creo que he sido un mal hijo y considero que este es mi castigo, no tengo mucho que decir, pero espero que te des cuenta y de que tengas a la pareja que buscas y que si tienes la oportunidad de tener otro hijo lo cuides muy bien.
Dile a mi tía que la quiero mucho y sobre mi abuela ve a visitarla, por favor se que tienes mucho trabajo, pero el trabajo no lo es todo recuérdalo.
Si te diste cuenta te dejo el dinero que está ahorrado y el teléfono, creo que es la primera cosa que cuido en mi vida, ja ja, bueno dicho esto adiós y cuídate y perdona mi letra toda fea, ja.
Quiero decir que esto es por mi propia voluntad y no tiene nada que ver contigo papá, de hecho estoy agradecido por lo que me has dado te quiero. Si te preguntas por qué lo hice, es por curiosidad de que hay más allá de la muerte, sé que estoy loco pero ya que.
Pero como dicen la curiosidad mato al gato.
Sé que me habías dicho que te pueden meter a la cárcel, pero no pueden y no deben, tú eres inocente, aparte sería ridículo que lo hicieran, pero cuando se trata de un ladrón ni la mano meten ellos son corruptos ja ja ja”.
Concluye la carta de dos hojas blancas, con dibujos en los que pintó dos alas, y que dejó sobre la mesa de la sala antes de ahorcarse con una soga en su vivienda ubicada en la Región 259, en el fraccionamiento Villas Otoch Paraíso, el 20 de febrero de 2020.
Sobre la soledad, Leslie Hendrick reconoció que se ha incrementado más con la contingencia por la pandemia, ya que en Cancún hay más niños y adolescentes que se quedan solos porque los padres, preocupados por su manutención, salen a trabajar y los dejan sin supervisión, lo que ha provocado un problema social.
Finalmente, recomendó a los padres fortalecer los vínculos familiares, estar alertas de sus emociones e incrementar la comunicación para detectar los problemas que tengan; además, dijo que es muy importante que se puedan reforzar las líneas de atención por parte de las autoridades.
“Nuestros voluntarios están trabajando de la mano con la línea de emergencia 911, brindando atención telefónica o video llamadas a quienes lo requieran por vivir situación de ansiedad, pánico y violencia, para paliar la situación o cuando menos sentando las bases para disminuir estos fenómenos sociales que nos afectan y que nadie quiera que sigan ocurriendo”, concluyó.
El suicidio en Quintana Roo ha sido un tema que no se ha tomado en cuenta por las autoridades al no existir un hospital psiquiátrico que atienda los problemas que lo derivan. Para un estado que se ubica en el quinto lugar nacional en suicidios, y que de enero a julio suman 71 casos, mientras que en 2019 fueron 124, según cifras de la Fiscalía General del Estado, casos que se concentran, en su gran mayoría, en Benito Juárez y Solidaridad.
Por Rafael García