Los vestigios mayas localizados en la cabecera municipal de Kantunilkín, los de El Naranjal, San Ángel y El Cedral, entre otras comunidades, presentan evidente deterioro por el abandono de las autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en el estado de Quintana Roo.
En la edición de ayer informamos que en la comunidad de Santa Melba se comenzó la limpieza de montículos considerados vestigios mayas y decretados como reserva por el INAH, pero que mantiene en el abandono. Así es el caso de Kantunilkín, San Ángel, El Naranjal, el Cedral y Chiquilá, donde hay una iglesia de la época colonial que también sufre el desprecio de esta instancia federal.
En pleno centro de Kantunilkín se encuentra una pirámide maya delimitada por la calle Reforma, entre Emiliano Zapata y Rafael E. Melgar, conocida como el cerro mayor Kantunich, donde se constató su abandono.
Hace algunos años, por iniciativa propia, promotores culturales sumaron esfuerzos para realizar los días 21 de cada mes, una ceremonia a la Madre Tierra con el llamado“Fuego nuevo”. El cerro mayor Kantunich comenzó a limpiarse, quedando expuestas piedras labradas del vestigio maya y que la dependencia no dio importancia requerida, pero tampoco permitió que autoridades locales hicieran algo al respecto.
Es más, se observan cómo las piedras de la pirámide van desapareciendo poco a poco; además que las raíces de los árboles destruyen la geometría de la construcción.
En Kantunilkín hay grandes montículos dentro de la ciudad, algunos devastados por los propios habitantes quienes vendieron las piedras labradas para albarradas o cimientos de casas; también hay cerros en las afueras de la ciudad y dentro del ejido.
En la comunidad de San Ángel, a unos 15 kilómetros del poblado, se localiza la zona conocida como Las Ruinas, donde hace más de dos décadas se encontraron vestigios y pinturas rupestres que se han deteriorado con el paso de los años y el olvido en el que los ha mantenido el INAH.
En la comunidad de El Cedral, la cooperativa Beelaakalche (Sendero rodeado de árboles), comentó que la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) les otorgó 800 mil pesos para un proyecto ecoturístico con restaurante y un sendero de sascab de 2 mil 500 metros, para impulsar el lugar que cuenta con naturaleza, tres lagunas y una zona arqueológica.
Sin embargo, han enfrentado de forma constante la poca colaboración, incluso la obstrucción, por parte del INAH que no les permite limpiar la zona arqueológica, pero a la que tampoco quieren acudir a inventariar o asear, lo que impide que sean explotados turísticamente para el beneficio de las familias locales.
En el mismo caso se encuentra la comunidad de El Naranjal, en la zona sur del municipio, que ha pedido el apoyo de autoridades y del INAH para reactivar los vestigios arqueológicos de la zona.
De esta localidad, el INAH se llevó muchas de las piezas encontradas, como piedras y vasijas, entre otros objetos que se comprometió a devolver para el museo local, pero nunca cumplió con su palabra y actualmente el lugar se mantiene abandonado.
RM