El feminicidio cometido por los policías de Tulum evidencia las múltiples violencias que sufrió Victoria Esperanza Salazar Arriaza.
Wendy Figueroa Morales, directora de la Red Nacional de Refugios (RNR), expuso que la salvadoreña de 36 años que radicaba en Tulum, Quintana Roo, fue víctima de múltiples violencias antes y después de su muerte por parte de los agentes policiales que la detuvieron y asesinaron.
La activista desglosó estas violencias: por razón de género, por su estatus migratorio, por su condición de pobreza, machismo, institucional, abuso de poder, del Estado al no garantizar su protección y acceso a la seguridad como refugiada, y psicológica en el uso de la fuerza.
“Estamos hablando de un clasismo, estamos hablando también del capitalismo que nos lleva a esta idea de (que ella) me pertenece. Y esta misma idea de pertenencia hacia los cuerpos de las mujeres”, señaló.
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“Esa violación a los derechos humanos también se presentó por parte de la policía al no respetar el cuerpo de Victoria. Hay un trato totalmente inhumano en cómo la trataron una vez que lamentablemente la asesinaron, cómo colocan el cuerpo en la patrulla. Y todo este contexto precisamente te lleva a hablar de cómo se invisibiliza a las mujeres como sujetas de derecho y se les minimiza y se le reduce a objetos”, evidenció.
“Esto es posible, gracias a este sistema que impera: patriarcal, opresor, que anula los derechos de la víctima antes de su asesinato y después”.
Este fin de semana, Salazar Arriaza fue detenida por cuatro agentes de la Policía Municipal de Tulum, tres hombres y una mujer, acusada de realizar disturbios en una tienda de conveniencia.
Fue sometida contra el suelo, lo que provocó una fractura en la parte superior de la columna vertebral producida por la ruptura de la primera y segunda vértebra, que condujo a la asfixia de la víctima.
Esta técnica ha sido comparada con la que provocó el asesinato del afroamericano George Floyd por un agente que ahora enfrenta un juicio en Estados Unidos.
El feminicidio de Victoria desencadenó manifestaciones en distintas ciudades de México. Y el repudio de las organizaciones internacionales defensoras de los derechos humanos, como la Organización de Naciones Unidas y Amnistía Internacional.
En tanto, el Presidente de El Salvador, Nayib Bukele, acusó la existencia de más agresores detrás del asesinato de su compatriota.
Para Figueroa Morales, sin embargo, el pronunciamiento del presidente Andrés Manuel López Obrador fue tibio ante la “emergencia nacional” que vive México por la violencia incesante contra las mujeres.
“Repudió de manera, que me parece a mí, tibia. Me parece que es una situación mediática porque inmediatamente después empieza a justificar y a decir que lamentablemente en México ya no hay impunidad y que en México las mujeres somos libres. Entonces, la pregunta aquí sería: ¿cómo identifica el presidente y este gobierno la libertad de las mujeres? Cuando no hay libertad de tránsito, no hay libertad de ser quién eres y, bueno, aparecen mujeres asesinadas”, criticó.
La activista recordó que en Quintana Roo existen antecedentes de persecución y criminalización de movimientos feministas.
“Quintana Roo ha tenido acciones violentas contra manifestantes feministas en los últimos meses. México es feminicida y nos están matando, literalmente. Y no se hace nada”, lamentó.
El Presidente, enfatizó, debe asumir la responsabilidad del asesinato de Victoria porque el Estado estaba obligado a garantizar su protección y seguridad como refugiada.
Sin perspectiva de género
La militarización de los cuerpos policiales por parte del Gobierno Federal ha conducido a una actuación en la que predomina la constante violación de los Derechos Humanos y la falta de perspectiva de género, señaló la directora de la Red Nacional de Refugios.
“Seguimos con estos términos que justifican qué es lo excesivo. En realidad, tendríamos que enfocarnos en la actuación de las policías, de las autoridades, tendría que ser en respeto a los Derechos Humanos y perspectiva de género, lo cual no existió en el caso de Victoria”, acusó.
El trato de los policías hacia Victoria fue racista, señaló la activista, pues una mujer blanca procedente de América del Norte o Europa hubiera recibido un trato digno.
Para Figueroa Morales, los policías no son los únicos responsables del feminicidio de Victoria, sino también los espectadores que grabaron su asesinato sin auxiliarla.
“Esto te habla también de cómo se han naturalizado las violencias contra las mujeres y cómo se ha justificado el uso de la fuerza”, criticó.
La cifra negra de asesinatos contra mujeres en México se estima de 90 por ciento, a causa de la cadena de omisiones y negligencia y la falta de visibilización por razones de género, como la falta de un sistema estadístico de registro efectivo, no hay identificación de razones de género, ambivalencia en la tipificación del feminicidio, más la desaparición de 19 niñas y mujeres que probablemente se relacionan con el feminicidio, explicó.
A este subregistro se suma que 85 por ciento de los casos denunciados se mantienen en la impunidad, expuso.
CG