Esposas e hijos de los cortadores de caña en el ejido Pucté, viven en hacinamiento porque son numerosas y los cuartos pequeños de 4 por 4 metros, en las que se alojan por 7 meses de enero a junio, tiempo que perdura la zafra en la Ribera del Río Hondo.
En los albergues o también conocidos como galaxias en la Ribera del Río Hondo en años anteriores daban pena por las condiciones en las que se encontraban, pero debido a las recomendaciones de la Comisión estatal de los Derechos Humanos se les empezó a dar un trato digno a las familias de los cortadores de caña.
Más de 60 familias que viven en los viejos albergues y 20 en los recién construidos, pero según María Gutiérrez, tienen mayores comodidades que en sus lugares de origen, porque no pagan renta, energía eléctrica y agua potable durante su estancia en la zona cañera.
Cada familia tiene hasta tres pequeños, algunas bebes en brazos, otras tienen niñas y niños que apenas empiezan a correr y uno2 40 que acuden a la escuela preescolar y primaria del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe-migrante).
Mientras los cortadores de caña se van desde temprano al campo cañero a cortar una tonelada para ganar 60 pesos, las señoras cocinan los alimentos con leña en rústicos fogones. Las aves del patio forman parte del paisaje cotidiano, porque andan entre las personas.
Las jóvenes señoras dejan su cultura y familias en su natal Chiapas durante 7 meses, algunas de ellas como María, afirmó que no es el primer año que viaja a le ribera del río Hondo, y que regresa porque se siente cómoda junto con su familia.
Luis Alberto Acosta López, encargado de la galera en el ejido de Pucté, afirmó que por la insistencia de los cañeros ante las oficinas del gobierno del Estado se concluyeron los albergues, los cuales tienen una red de energía eléctrica, pintura y escuela Conafe-migrante.
RM