A raíz de que diagnosticaran a su esposa con cáncer, hace tres años, el señor Javier Ramírez Madrigal tuvo que dejar el negocio de la ganadería, al ser un trabajo muy demandante; por lo que decidió cambiar de giro y con lo único que contaba en ese momento era un terreno que tiene en el poblado de Leona Vicario en el municipio de Puerto Morelos, por lo que decidió sembrar hortalizas con crecimiento orgánico, lo cual rindió frutos, a pesar de la emergencia sanitaria por COVID-19, por lo que agradece que con esta actividad haya rescatado su economía.
Para Javier no fue un terreno desconocido, ya que su familia es originaria de Jalisco, por lo que gran parte de su infancia vivió entre agricultores y ganaderos; sin embargo, al principio la ganadería le era más rentable y por varios años fue de lo que se mantuvo y con lo que logró hacer un pequeño patrimonio, pero la enfermedad de su esposa le cambió por completo la vida.
El señor Javier comenzó con apenas unas plantas de tomate y los frutos los fueron comercializando entre las personas del pueblo, dijo que en ese momento no salía mucho porque la mayoría tiene sus pequeñas parcelas para el autoconsumo, pero no desistió de la idea, así que puso manos a la obra y después de dos años de trabajo duro, de despertar a las cinco de la mañana, todos los días, el año pasado notó un crecimiento en su producción y por ende en las ventas, logró cosechar 350 cajas de tomate con 18 kilos cada una.
Entre las frutas y verduras que más siembra, además del tomate, chile habanero, calabaza, pepino blanco, camote, papaya, limón y chaya, cuenta con otras áreas de producción, mientras unas ya están listas para cosechar otras apenas están en periodo de crecimiento, eso le permite contar con producto suficiente, para surtir a sus clientes.
Lo más difícil de trabajar la tierra es mover el producto a otros municipios, ya que sólo cuenta con la ayuda de otra persona, donde más se le vende es en las fruterías y verdulerías de Cancún y en la zona turística de Puerto Morelos, ya que ofrece sus productos libres de fertilizantes y plaguicidas artificiales, lo que tiene un valor extra, por lo que se ha ganado un lugar en este negocio.
Uno de los proyectos de don Javier es enseñarles a los jóvenes de la comunidad todo lo que sabe para que en un futuro ellos trabajen sus tierras, muchos son hijos o nietos de ejidatarios y cuentan con el espacio suficiente para hacerlo y que el poblado comience a resurgir con un mercado que por ahora está muy abandonado.
Piensa que las autoridades deben comenzar a ver a otras posibilidades, porque en el Estado todo está enfocado en el turismo; sin embargo, no todos los municipios cuentan con playas o zonas que a los visitantes les interese, pero la actividad agrícola podría ser la solución para que la comunidad tenga el crecimiento que se merece.