Personal de enfermería, el sector que constituye la primera línea de atención de enfermos de COVID-19, representa el 39 por ciento del personal más afectado por la crisis sanitaria, de acuerdo con datos del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Sinave).
La mayoría del personal se enferma debido a la falta de insumos para protección personal, los cuales deberían de ser proporcionados por la Secretaría de Salud, asegura personal de enfermería, “tenemos que comprar de nuestro dinero desinfectantes, cubrebocas KN95 para trabajar, porque sólo nos dan los tricapas, pero las caretas, lentes, nada hay”, afirma Rebeca “T”, enfermera del Hospital General de Chetumal.
Hasta el 13 de septiembre, el Sinave reportaba 94 casos activos de COVID-19 en personal de salud en Quintana Roo, el 62.5 por ciento mujeres y el 37.5 por ciento hombres; la edad promedio de los profesionales de la salud que ahora son pacientes es de entre 30 a 34 años de edad.
Por su parte, Blanca “V”, enfermera adscrita a una unidad de salud, expresó que en la mayoría de los centros de salud urbanos no hay ni sanitas ni papel higiénico, mucho menos insumos para cumplir con los protocolos sanitarios, por lo que deben de comprarlos ellos mismos si desean cuidarse y evitar algún contagio.
“A la unidad llegan pacientes con síntomas de COVID-19 a revisión y debemos de canalizarlos al Hospital General, pero mientras, ya tuviste contacto con él y hay que desinfectar el área; nosotros compramos nuestros desinfectantes porque no hay, toallitas y espray, para evitar contagios, sobre todo por nuestras familias”.
La misma situación se presenta en las pocas unidades médicas rurales, donde existe una enfermera, asegura Rosa “E”, quien lleva su propio espray y gel desinfectante, para cuando llega algún paciente con COVID-19, “tengo que tomarle la temperatura y estabilizarlo para mandarlo a Chetumal, porque no hay médico y yo no puedo prescribir ni diagnosticar, sólo canalizarlo al Hospital General, pero es mi obligación atenderlo y tengo que cuidarme, yo compro hasta mis guantes, porque me da miedo contagiarme”.
Sin embargo, pese a los cuidados, personal de enfermería es el grupo más afectado con el 39 por ciento, seguido por otros trabajadores de la salud con el 31.3 por ciento y médicos con el 25.5 por ciento, laboratoristas con el 2.2 por ciento y dentistas con el 1.8 por ciento.
Ser enfermera es una decisión de la que jamás podrá arrepentirse María “H”, enfermera de profesión y especialista en terapia intensiva, con más de 20 años de carrera, es una de las muchas profesionales de atención en primera línea que, pese a los cuidados con los que se recibe, se atiende y se cuida a los pacientes en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), área en la que se encuentra por la especialidad que tiene, el año pasado se contagió de SARSCoV-2, lo que puso en peligro su vida al no haber aún vacuna y el panorama era incierto por el desconocimiento que se tenía de la enfermedad.
Sin embargo, después de varias semanas de luchar contra este mal, el cual la mantuvo intubada algunos días, el cuidado de sus compañeras y todos los profesionales de la salud que la rodean y le pedían “le echara ganas”, logró recuperarse.
Contrario a lo que muchos pensarían, ella regresó a trabajar nuevamente en primera línea contra el COVID-19, a la Unidad de Cuidados Intensivos y sigue trabajando con el mismo compromiso que desde el primer día, sin importar turnos de hasta 12 horas diarias, y seguirá haciéndolo, “porque hice un compromiso, encendí una luz cuando me titulé, para velar por mis pacientes y luchar por ellos”.
Por lo que hace un llamado a la ciudadanía a cuidarse, a creer en la enfermedad, a ser responsables, “tal vez no por ellos sino por su familia, por sus seres queridos, por sus amigos y compañeros, porque, aunque se tienen profesionales de la enfermería comprometidos con lo que hacen, también son seres humanos y también tienen miedo”.
Asimismo, invitó a cuidar su salud, ya que las comorbilidades hacen a los pacientes COVID-19 más vulnerables; el 32.9 por ciento presentó una comorbilidad y el 67.10 por ciento ninguna; la enfermedad crónica degenerativa no contagiosa más presentada fue la obesidad, con un 14.82 por ciento, seguida por hipertensión, con 10.85 por ciento y diabetes, 6.81 por ciento.
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CG