Los ejidos de Juan Sarabia y Bacalar, en el Sur de Quintana Roo denunciaron ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Sermarnat), la devastación de más de mil 300 hectáreas de selva por parte de menonitas y taladores clandestinos, quienes dejaron incluso abandonado un campamento en el que se encontraban realizando el corte de tablas.
El área afectada se encuentra en el ejido Juan Sarabia, dentro de las 5 mil hectáreas de reserva forestal que tiene ese núcleo agrario, aunque en el área del ejido Bacalar, también se encontró otra zona con afectaciones, pero aún se encuentran haciendo la valoración del mismo.
José Antonio Álvarez Pantoja, propietario de un área afectada, explicó que al recorrer su propiedad, que se encuentra en una zona conocida como Los Cuervos, detectó que había sido invadida y que fue devastada sin que el comisariado ejidal, Marco Jiménez Potenciano, realizara alguna acción.
Integrantes del ejido Bacalar, que se encuentra adyacente a la zona afectada, también realizaron un reconocimiento del área detectando que había evidencias de que el lugar era utilizado por un campamento de taladores clandestinos, puesto que se encontraron herramientas y algunas tablas ya listas para su traslado.
Desde el pasado 11 de enero, el comisariado ejidal de Bacalar, Felipe Castro Gómez, denunció que el problema de la tala clandestina había incrementado en las últimas semanas, hecho que hicieron del conocimiento de la autoridad, a través de varias denuncias que no fueron atendidas en su momento.
En el ejido Bacalar, son 500 hectáreas que presentan algún tipo de afectación generada por los taladores clandestinos, por lo que en tan sólo los primeros meses de 2022, al menos han sido devastadas mil 300 hectáreas de selva.
En el caso del ejido Juan Sarabia, la deforestación completa es atribuida a los campamentos menonitas, puesto que es el único asentamiento que se encuentra cerca de la zona y quienes pudieron tener el tiempo de realizar ese tramo, mientras que en Bacalar, los comuneros no tienen una sospecha concreta.
A pesar de lo anterior, ninguna instancia federal ha realizado algún tipo de acción para frenar la devastación de esa zona de la selva quintanarroense.
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CG