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Quintana Roo

Extracción del chicle en Quintana Roo, tradición que se niega a morir

El chiclero Gregorio Cámara dijo que fue el principal motor de la economía de una Entidad naciente, pero que ahora no tiene un precio que sea redituable
La manera artesanal y todo lo que implica extraer la resina no tiene un precio que sea redituable
La manera artesanal y todo lo que implica extraer la resina no tiene un precio que sea redituable / Por Esto!

El kilogramo de chicle extraído de manera artesanal en la selva de Quintana Roo se comercializa a 100 pesos; un precio que no es costeable para los productores, pero lo continúan produciendo, debido a que de no hacerlo, se perdería la tradición.

Gregorio Cámara May es uno de los chicleros originales de la Entidad, de los que llegaron al Estado cuando esta actividad era el principal motor de la economía; hasta antes que en el lejano Oriente se comenzara a fabricar con derivados del petróleo.

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A sus 88 años sigue extrayendo, como cada año, la resina de chicle del árbol del chicozapote, durante los meses de mayor lluvia, que van de septiembre a noviembre.

Sin embargo, la manera artesanal, el trabajo a mano y todo lo que implica extraer la goma, no tiene un precio que sea redituable, pues apenas se comercializa, hasta el año pasado, en 100 pesos el kilogramo.

Actividad en decadencia

No obstante, como él, son pocos los hombres y jóvenes que continúan con la tradición de esta actividad, que no sólo está plasmada en la historia del Estado, también dentro de las raíces de muchas familias que llegaron a Quintana Roo.

Para la extracción de la resina es necesario introducirse, durante varias semanas en la selva de Quintana Roo; identificar a los chicozapotes y esperar el momento justo, cuando las matas han recibido y captado la mayor cantidad de agua que han dejado las lluvias, para empezar a hacer los surcos que dejarán caer la sabia valiosa del árbol.

Los surcos comienzan a hacerse de abajo hacia arriba, por lo que el chiclero debe ayudarse de un par de púas, una en cada pierna, así como de una soga para amarrarse al árbol e ir subiendo poco a poco, mientras se hace el corte en diagonal.

Una vez que la resina del árbol comienza a brotar, va avanzando por estos surcos y se recolecta en una bolsa que se deja atada en la base del mismo.

Luego de un par de horas se recolecta la goma y cuando se tiene suficiente, se comienza a cocinar en el campamento, en ollas de cobre hasta darle textura y la elasticidad requeridas.

Después se convierte en bloques que se entregan a la empresa encargada de adicionarle sabor y color.

En el Sur del Estado, sólo la empresa Chicza sigue laborando y comprando a los chicleros de Quintana Roo el producto que extraen de los árboles de chicozapote, el cual, en su mayoría es exportado a diferentes latitudes de éste y otros continentes.

No existe otra manera de extraer esta goma que no sea la artesanal; pero aun así, a los chicleros les sigue apasionando este arte.

El chicozapote, conocido también como el “árbol del chicle”, llega a alcanzar una altura de 40 metros. Es originario de las selvas tropicales de la Península de Yucatán, Guatemala y Belice. Representa más del 25 por ciento del arbolado selvático del país.

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NR

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