En el panteón municipal de la Villa de Dziuché no espantan, pero sí genera malestar en los vecinos los olores nauseabundos que en ocasiones emana el lugar, particularmente cuando las bóvedas de los entierros no se sellan bien, indicó Catalino Dzul, fundador de ese lugar, y quien demandó de la autoridad municipal que gestione otro cementerio fuera de la localidad.
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Indicó que el panteón se llenó hace como seis años, pero como no hay otro lugar para enterrar a los muertos, se sigue sepultando en el lugar y muchas veces tienen que sacar a los que llevan muchos años ahí, para hacer espacio a los nuevos. Recordó que el cementerio se abrió después del Huracán Hilda, en el año 1955, y desde entonces continúa en operación, pues no hay otro espacio para tal fin.
Comentó que en aquel entonces, el lugar era monte y estaba lejos de la zona habitada de Dziuché, pero cuando comenzó a poblarse, en las décadas de los 70 y 80, comenzó a edificarse alrededor del cementerio y actualmente sólo una calle lo separa de las casas. Por lo mismo, cuando hay un entierro y no se sella bien la bóveda, no sale el alma del difunto a penar y espantar a los vecinos, sino los olores del cuerpo en descomposición.
Según él, en mayo y julio los trabajadores de la Alcaldía acudieron a sellar dos bóvedas, cuyas tapas se habían caído por dentro, porque los albañiles que las hicieron no las colocaron bien ni las sellaron “porque estaban bien borrachos”. Catalino Dzul dijo que si Alcalde solicitara al ejido un nuevo predio para habilitar otro panteón, es muy probable que se le done, por lo que no tiene que esperar a que pase más tiempo. El panteón de la Villa de Dziuché se ubica a cuatro cuadras del Centro del poblado, rumbo a la Villa de Peto, Yucatán.
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HS