Cada día, los cancunenses viven un auténtico viacrucis, pues los usuarios del transporte público tienen que enfrentarse a vehículos, en su mayor parte combis, que van repletas, se encuentran en mal estado, con choferes que conducen sin la menor precaución y sin una autoridad real que los meta en cintura.
Una de las principales demandas ciudadanas es sin duda el pésimo transporte público, que por décadas ha sido deficiente, pero que quizá no acumula suficientes quejas de los usuarios, sencillamente porque ya están acostumbrados a ese mal servicio, pues muchos ciudadanos no conocen cómo debe ser un servicio en un destino turístico supuestamente de primer nivel.
Además de la mala actitud de algunos choferes y las precarias condiciones de muchas calles de Cancún, los usuarios deben trasladarse a sus diferentes lugares de trabajo, escuelas o domicilios en unidades que van como latas de sardina, con sobrecupo y agarrados hasta con las uñas de los pasamanos -algunas veces hasta sueltos o mal colocados-, lo que incrementa, en caso de un percance vial, el riesgo de sufrir lesiones severas, sobre todo de gente de la tercera edad o niños, que muchas veces deben ir de pie.
A partir dela pandemia originada por COVID-19, las autoridades municipales, en este caso la Dirección de Transporte y Vialidad aplicó nuevas disposiciones y se advirtió a las empresas concesionarias que serían sancionadas si violan los nuevos lineamientos, más de 750 vans que operan en Cancún tenían prohibido llevar más de ocho pasajeros por vehículo, situación que no se cumplió ni siquiera durante la contingencia y mucho menos ahora.
En su momento se hicieron operativos discretos para vigilar esa situación, con el apoyo del Instituto de Movilidad (Imoveqroo), pero no pasó nada y ahora menos porque sencillamente no hay autoridad real que los regule, pese a la cantidad de accidentes viales que protagonizan dichas combis, casi todos los días.
En un recorrido por algunos paraderos de la ciudad, el sentir es el mismo, el mal servicio del transporte público, pero los usuarios admiten que ya están acostumbrados, pues no pueden darse el lujo de esperar una combi con espacio porque sino, no llegan a tiempo a sus destinos.
Este dolor de cabeza de los usuarios lleva décadas, con paraderos atiborrados de unidades y pasajeros como en Plaza Las Américas, la zona cercana
a El Crucero, por mencionar sólo dos, pero que se repite en todos los paraderos, sobre todo en las horas pico.
Valga este llamado de atención a las autoridades correspondientes y a los concesionarios, para que de una buena vez pongan orden en este sistema se transporte de quinta, en un destino aparentemente de primera.
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AT