En el Estado, mes tras mes, por cada 100 mil habitantes, 344.92 personas fueron víctimas de violencia familiar, aunque el Grupo Especializado en Atención a Víctimas de la Violencia Familiar y de Género (Geavig), creé que las cifras pudieran ser otras, ya que muchas veces, por temor a que se cumplan las amenazas, que van de la mano con el daño psicológico que han padecido, impide a las víctimas buscar ayuda.
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Hasta el mes de noviembre, en Quintana Roo se han iniciado 6 mil 218 carpetas de investigación, de las cuales, 2 mil 952 fueron en Cancún, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
Lalo es un adolescente de 14 años. Se considera amoroso, noble, valiente, estudioso y con metas claras, pues quiere ser chef y por ello saca buenas calificaciones y se entretiene con películas relacionadas con temas de cocina. Lamentablemente su comportamiento violento hacia sus amigos, el chantaje con su madre y las humillaciones hacia terceros, lo hacen parecer un delincuente en potencia.
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Su madre es un ama de casa que no tuvo las mismas oportunidades que su hijo para llegar a pensar en “ser alguien” en la vida. Ella proviene de un hogar tradicional, donde los hombres mandan y las mujeres están para serviles.
El matrimonio con el padre de Lalo, hace 30 años, fue arreglado, y el maltrato que recibía de su parte no podía denunciarlo porque iba en contra de lo que creía su familia, por lo que fue adoptando una actitud sumisa, sacrificando su persona.
El padre del adolescente fue criado por una mujer que, siendo una niña de 15 años ya estaba casada, tenía dos hijos y era golpeada por su marido, modelo que siguió este hombre, tratando de ser un ejemplo para Lalo.
A pesar que el adolescente no es maltratado en su hogar, es una víctima colateral de los tratos que recibe constantemente su madre, pues comentó en exclusiva para Por Esto! que no quiere hacerle daño a nadie, pero si actúa de otra manera su padre le recuerda que “para eso están las mujeres y el nació para que lo sirvan”, por lo cual, vive a la defensiva, agrediendo a sus compañeros en la escuela y chantajeando a su mamá, sólo para verse como un hombre machista, por lo que también humilla a cualquier mujer, sin importar su edad.
Lalo comentó que su padre no es alcohólico, pero cuando llega a ingerir bebidas embriagantes cambia completamente. Es un padre amoroso, orgullosos de su hijo y muy inteligente, pero como esposo es violento, vulgar, humillante y golpea a su madre, quien ya lo ha denunciado con ayuda de vecinos.
“Desde los 12 años comencé a sentir que todas las cosas me ponían de malas, de la nada. Si alguien no piensa como yo, para mí es una persona estúpida. Siempre debo tener la razón dentro y fuera de mi casa. Mando en todas partes y a veces golpeo a la gente. Mi mamá dijo que es porque estoy en la etapa de la adolescencia y para entretenerme, comenzó a enseñarme lo que mejor sabe hacer: preparar la comida. Me gusta mucho el mole y lo preparamos moliendo todos los chiles y semillas. Por eso quiero ser chef cuando crezca”, comentó Lalo.
Pero el comportamiento amoroso y sobreprotector de su madre, que lo llevan a pensar en cosas positivas, se ve opacado por su padre, quien al notar ese lazo entre ellos, lo hace desquitarse con ella. Por eso, Lalo debe actuar mal contra la mujer que le dio la vida, actitud que está cambiando porque quiere romper con esos patrones y ejemplos que, de generación en generación, se han inculcado en su familia.
El joven y futuro chef es hijo único, y esto se debe a un aborto que tuvo su madre a raíz de una golpiza que le dio su marido cuando Lalo tenía tan solo un año. Ella no fue atendida correctamente. El hombre la mantuvo en casa por dos semanas con el producto muerto, y finalmente fue llevada al médico cuando las hemorragias parecían que acabarían también con la vida de la mujer.
Fue a raíz de una plática con una maestra que Lalo buscó ayuda para él y su madre. Aunque quiere que su padre cambie y trate a su mamá con respeto, sabe que no pasará, pues para él, el maltratar a una mujer es sinónimo de hombría, y de cambiar su actitud, lo llevaría a perder su dignidad y todo en lo que ha creído durante su vida.
Actualmente, ambos viven en una casa prestada por un testigo de la mala vida que la mujer llevaba. Ella trabaja haciendo limpieza en domicilios y lavando ropa ajena; mientras él, además de estudiar, le ayuda económicamente con el sueldo que gana en un taller de herrería donde hace de todo un poco. Su padre huyó a Chiapas, de donde son nativos, luego de la última golpiza que le dio a la madre de Lalo, que casi le cuesta la vida.
“No tenemos que imitar todo lo que hacen nuestros padres ni todo lo que nos dicen. Si somos inteligentes podemos distinguir lo correcto y cambiar nuestro destino”, fueron las palabras de Lalo, quien, por el amor a su madre y sus ideales, ha decidido ser un hombre ejemplar.
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HS