Se ha desatado una nueva oleada de quejas debido a los altos cobros en los servicios de luz y agua, en los recibos que acaban de llegar en este mes de septiembre, según informan los afectados que han recurrido a la Profeco debido a la falta de una representación local.
Dulce de Lizarraga, una mujer de la tercera edad, expresó su sorpresa al recibir su recibo de luz, que asciende a la sorprendente cantidad de 10 mil 800 pesos por el consumo bimestral. Normalmente, solía recibir facturas de 2 mil a 2 mil 500 pesos, pero este año sus consumos han comenzado a aumentar de manera significativa, ya que la penúltima factura fue de 7 mil pesos.
Su residencia se encuentra en la colonia Miraflores, en la calle 16 con Gaviota, a sólo 50 metros de la capilla católica de la Caridad del Cobre. Dulce de Lizarraga expresó su preocupación y manifestó: "no tengo el dinero para pagar este exorbitante cobro de un servicio que a menudo se corta. Vivimos de mi pensión junto con mi esposo y otro miembro de la familia".
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Reconoció que utilizan aire acondicionado para reducir la temperatura, especialmente en estos días de intenso calor, pero con la situación actual, no saben qué hacer. Planea acercarse a los ejecutivos de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para que reconsideren estos cobros.
También anunció durante la entrevista que planea acudir a la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) para buscar una solución a este problema. Expresó su deseo de tratar directamente con un ejecutivo si hubiera una representación de esta dependencia en Isla Mujeres, como lo había hace tres años.
La mujer no está sola en sus quejas sobre los altos cobros de la CFE, ya que muchas otras familias, como Hau, Pat y González, se enfrentan a pagos que son dos o tres veces más altos que los pagos anteriores o que exceden su consumo promedio anual.
En cuanto al caso de los cobros de Aguakan, también es una queja recurrente. Los residentes relacionan los elevados recibos de consumo con la sospecha de que "les venden aire en sus medidores" y se niegan a revisar sus equipos. Las familias Peniche, Salazar y Pérez han acudido a las oficinas de la empresa, sólo para escuchar que no hay nada que hacer y que deben pagar esas sumas o enfrentar el corte del servicio.
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