En Quintana Roo se han contabilizado, hasta la primera semana de noviembre, cinco mil 17 pacientes con diabetes, de los cuales dos mil 802 son mujeres y dos mil 215 son hombres, de acuerdo con el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica.
En México, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) señaló que 12 millones 400 mil personas padecen diabetes, una enfermedad crónica que puede ocasionar daños irreversibles en la vista, el riñón y la piel.
El Día Mundial de la Diabetes fue instaurado en 1991 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Federación Internacional de Diabetes (FID) como respuesta al alarmante aumento de casos de esta enfermedad en todo el mundo. No fue hasta el 2006 que la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 14 de noviembre de cada año como la fecha oficial para conmemorar este día.
Para Juan Acosta, plomero de profesión, padecer diabetes ha sido un desafío adicional en su vida. Este diagnóstico le ha generado gastos inesperados, especialmente al no contar con seguro médico, lo que hizo que su tratamiento inicial costara alrededor de 5 mil pesos. Además, los costos de su alimentación se han incrementado significativamente, ya que antes, con dos mil pesos, él y su esposa podían cubrir sus necesidades básicas, pero ahora con esa misma cantidad apenas alcanza para él, debido al aumento en los precios de productos sin azúcar y otros componentes necesarios para su dieta.
Acosta comenzó a sospechar que algo no estaba bien cuando, una mañana, despertó sintiéndose mareado, como si algo lo hubiera golpeado o estuviera bajo los efectos del alcohol, y experimentó una sed que no podía calmar con nada. Fue entonces cuando su esposa lo llevó a una consulta en una farmacia cercana, donde le recomendaron realizarse varios estudios de sangre y orina.
Con los resultados en mano, el diagnóstico de diabetes fue confirmado por el médico. Al principio, la noticia le causó miedo, ya que sabía que no era una enfermedad como la gripe, que se va con el tiempo. Lo que más le preocupaba era tener que cambiar sus hábitos alimenticios, especialmente porque le encantaban los panes y los refrescos; sin embargo, ahora apenas consume estos alimentos, ya que al comerlos se siente mal.
Actualmente sigue trabajando, para cubrir los gastos básicos y tratar de seguir las sugerencias del doctor, porque luego le sale más caro darse un gusto, no es algo que le agrade, porque siempre tiene la sensación de que está enfermo y algo le puede pasar, es por ello que acepto hablar sobre su caso, para que se den cuenta que la diabetes no es un juego, sino tiene que ver con un cambio de vida por completo.