Quintana Roo

Desde los años 60, Chetumal enfrenta problemas con el contrabando de mercancías, con productos ingresando ilegalmente por el río Hondo y el puente

Desde los años 60, el cruce de mercancías de procedencia extranjera a la ciudad de Chetumal ha sido un tema común. La mayor parte de estos productos entra a territorio mexicano de contrabando, ya sea a través del río Hondo, arriesgando el producto, la embarcación y a las personas de que sufran algún accidente o ser detectados por las autoridades, o por el puente, con la complacencia del personal de Aduana, de las Policías estatal y municipal, así como de otras dependencias.

De igual manera, a Belice también ingresa contrabando como combustible, alimentos y mercancía en general. La mayor parte pasa por el borde del río Hondo, dentro de toda la zona conocida como la Ribera del Río Hondo, que hoy día se sabe es una “tierra sin ley”, porque a decir de quienes habitan estos lugares, el tráfico incluye droga y armas de fuego.

Uno de los puntos más conocidos para el comercio ilegal de mercancías, personas, armas y droga es la comunidad San Francisco Botes, un lugar que tiene prácticamente todo acondicionado para el cruce de productos de Chetumal a Belice y viceversa, zona donde se puede pasar caminando, nadando e incluso en cayucos o lanchas. Autoridades de ambos lados de la frontera tienen conocimiento de esto, pero presuntamente son “convencidos” mediante pagos semanales por parte de quienes manejan estos negocios.

El contrabando es común en la Zona Sur de la Entidad, al igual que, en su tiempo, la entrada de productos extranjeros con el pago del impuesto correspondiente, lo que le dio a la capital del Estado una solvencia económica, al ser, en los 70 y 80, una zona libre, lo cual se terminó.

La cercanía con Belice ha hecho que el tráfico de mercancías sea un tema común en esta región, pues la gente que vive en Chetumal las cruza desde otros países que llegan al puerto del país caribeño, por las facilidades y bajos costos arancelarios. Es ahí donde llegan productos que llevaban a la ciudad de Corozal, para luego trasladarlos a bodegas cercanas al puente internacional de Subteniente López.

Posteriormente, al cerrarse la zona libre de Chetumal, y dada la gran cantidad de productos que arribaban a Belice y que no podían ser almacenados por las pocas bodegas que existían, alguien ideó abrir una zona libre en el país vecino, en el mismo lugar que se utilizaba para guardar mercancía de procedencia extranjera. Con ello, podrían mantener los artículos en las bodegas o venderlos al menudeo.

Fue entre 1993 y 1994 cuando se abrió la zona libre de Belice, lugar donde el primer producto que llamó la atención fue la gasolina, la cual la traían de Venezuela a costos muy bajos; a diferencia de los que había en Chetumal. Esto provocó filas interminables en el puente fronterizo para llenar el tanque de los vehículos, principalmente de los taxistas, quienes más la consumen.

A la par de esto y aprovechando tanta gente en el lugar, se empezaron a abrir tiendas de artículos para el hogar, ropa y calzado; pero lo más llamativo fue la venta de cervezas, vinos, licores y cigarros a precios muy bajos, lo cual hizo que el lugar creciera y tuviera un auge como nunca antes, atrayendo a gente de diversos Estados del país a realizar compras, a comer comida china y beliceña, y a beber cerveza mexicana, más barata que en el país de origen.

Los empresarios beliceños no se dieron abasto con la cantidad de gente que llegaba y quería comprar, por lo que tuvieron que invitar a comerciantes de otros países, empezando por México, específicamente a los de Chetumal, los cuales fueron de los primeros en instalarse en la zona libre y empezaron a operar el contrabando de una manera directa, con la complacencia de las autoridades aduanales. Luego llegaron empresarios chinos, indios y libaneses, entre otros, quienes iniciaron negocios de mayor envergadura y con ventas fuera de esta área.

Es así que, con la desaparición de la zona libre de Chetumal, donde había diversos productos, en su mayoría procedentes de Estados Unidos y otros de Europa, los nuevos empresarios en la zona libre de Belice tomaron el control de las ventas, por lo que, en la capital del Estado, desde los años 90 a la fecha, los operadores de dicho espacio comercial es gente de Chetumal y de Subteniente López, de donde es prácticamente la mayor parte de la mano de obra, ya que también llegan trabajadores de Belice. Es en este poblado, donde hoy están ubicadas las bodegas de la mercancía, que luego es enviada a Yucatán, Campeche, Tabasco, Veracruz y la Ciudad de México.

Las autoridades de los tres niveles de Gobierno saben quiénes son los propietarios de la mercancía que pasa de contrabando, desde cigarros, licores, ropa, calzado y perfumes, entre otras; de ahí, son cruzadas por el borde del río Hondo y por los dos puentes internacionales a bordo de camionetas Van, lo cual es previamente arreglado con el personal de la Aduana, Guardia Nacional, Ejército Mexicano y Armada de México, además de las Policías estatal y municipal, en el ámbito local.

Durante años, Ernesto Alonso de Miguel, alias “El Español”, quien fuera ejecutado, era el que mantenía el control total del contrabando en la zona libre de Belice; prácticamente era el dueño del lugar. Siempre andaba escoltado por al menos una decena de hombres armados. En su negocio era común ver desfilar a varias autoridades a cobrar su “semana” por proteger sus intereses y cargamentos; pero el crecimiento de la zona libre, el manejo de más mercancía y la creciente ola del narcotráfico empezaron a cambiar el rumbo de este negocio.

Fue así que en noviembre del 2015, un solitario sicario ingresó al restaurante donde cenaba “El Español” junto a familiares, amigos y policías, lo mató con varios disparos en la cabeza, para luego escapar, sin que hasta el momento se sepa quién fue ni el por qué, aunque se especula que se debió a la pelea por la plaza.

A partir de ese año quedó prácticamente acéfalo el liderato del negocio en la zona libre de Belice, en lo que se refiere al contrabando, ya que nadie sabía ni tenía tanto conocimiento como “El Español”, por lo que tuvieron que dividirse para abarcar poco a poco todo el comercio.

Así fue que llegó un grupo de comerciantes de la Ciudad de México, encargados de distribuir mercancía en el popular barrio Tepito, y quienes se quisieron adueñar del negocio en esta zona, pero se enfrentaron con gente con conocimiento del tema y de ahí derivaron algunos atentados en contra de integrantes de ambos bandos.

Hoy, el contrabando en la comunidad Subteniente López es una actividad que deja mucho dinero a los propietarios, pasadores, cargadores y para la gente en general, quienes protegen a todos en caso de llegar un operativo sorpresa desde la Ciudad de México, pues antes de que inicie todos son enterados a través de una clave que, según mencionaron testigos, es “Es4”, que significa que hay autoridades que llegaron al pueblo.

Subteniente López es una localidad sin ley, ahí mandan las personas que tienen el control de cruce de mercancías y drogas, algo que las autoridades saben, porque en la comunidad todos los conocen e incluso acuden a sus fiestas dos veces por año, donde hay derroche de bebidas, comida y rifas de regalos, por lo que los pobladores están conscientes que esa es su manera de vivir y las autoridades solamente pasan a cobrar y por sus platos de comida, ya que en las localidades de la Ribera del Río Hondo, en la Zona Sur de Quintana Roo, el contrabando es y seguirá siendo, un generador de empleos directos e indirectos para muchas familias.

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HS