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Quintana Roo

Jóvenes de Quintana Roo “escalan" cada vez más a la delincuencia y al narcotráfico

La violencia y el crimen involucran cada vez más a menores, utilizados como sicarios o “halcones".
Desde 2018, autoridades buscan entender cómo se transita de la infancia a la delincuencia, especialmente cuando la fi gura paterna hereda esta actividad a sus hijos.
Desde 2018, autoridades buscan entender cómo se transita de la infancia a la delincuencia, especialmente cuando la fi gura paterna hereda esta actividad a sus hijos. / Mario Hernández

En los últimos años, la delincuencia ha alcanzado todos los sectores de la sociedad en la entidad. Los ciudadanos han sido tanto testigos como víctimas, de la creciente violencia generada por grupos delictivos, quienes, para realizar trabajos estratégicos, reclutan a adolescentes. Debido a su corta edad, estos jóvenes no pueden recibir castigos ejemplares; sin embargo, por un pago simbólico, son capaces de cometer crímenes atroces con una frialdad que aparenta la madurez de un adulto.

Actualmente, en el Centro de Ejecución de Medidas para Adolescentes hay 38 jóvenes recluidos por delitos como homicidio calificado, secuestro agravado, infracciones contra la salud y portación de arma de fuego. Aunque las autoridades, para no vulnerar los derechos de los menores, no especifican si estos están ligados a alguna célula delictiva. Las cifras son claras: los menores víctimas mortales del crimen organizado son casi tres veces más numerosos que los detenidos.

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De robos a ejecuciones

En los últimos cinco años, en Quintana Roo se ha evidenciado cómo menores de edad se han involucrado con grupos delictivos. Esto se refleja en el hallazgo de sus cuerpos con visibles signos de violencia en parajes solitarios, acompañados de letreros donde células criminales se adjudican los homicidios. Los motivos para estas ejecuciones incluyen acusaciones de “chapulinear”, término que se refiere a la traición al cártel de origen al colaborar con grupos rivales.

Las detenciones de menores comenzaron a ser comunes para las autoridades a partir de la primera década del 2000.

En esa época, los adolescentes entre 12 y 17 años eran detenidos principalmente por robo, un delito que, debido a su edad, los impedía ser juzgados. Sólo eran entregados a sus padres, quienes firmaban un documento comprometiéndose a vigilarlos con mayor atención. Este proceso, sin embargo, se convirtió en un hábito para las familias, donde las conductas delictivas no pudieron ser erradicadas.

Un caso representativo ocurrió en Playa del Carmen, donde una familia conformada por unas 12 personas, destacaba por la participación de dos menores. Debido a su severa desnutrición, sus cuerpos aparentaban no ser mayores de seis años, aunque realmente tenían 12 y 14 años. Estos niños, señalados por cometer robos desde alimentos hasta autopartes, fueron encarcelados repetidamente tras alcanzar la mayoría de edad, al igual que otros miembros de su círculo cercano.

En 2021, 72 chicos fueron identificados por el Sistema Penitenciario como adoptados por bandas para vigilar, informar y servir como ojos de grupos generadores de violencia
En 2021, 72 chicos fueron identificados por el Sistema Penitenciario como adoptados por bandas para vigilar, informar y servir como ojos de grupos generadores de violencia / Mario Hernández

¿Cuándo dejaron de ser niños?

Desde 2018, las autoridades no logran determinar en qué momento estos menores dejaron de ser niños para convertirse en asesinos o, en el peor de los casos, en víctimas. Antiguamente, una regla no escrita dentro del crimen organizado establecía: “ni mujeres ni niños”. Sin embargo, uno de los factores identificados en el reclutamiento es la influencia de la figura paterna, quien, al pertenecer a un grupo delincuencial, heredaba esta actividad a sus hijos cuando era abatido o detenido.

Factores que impulsan el alistamiento

Entre los principales incentivos que impulsan a un menor a integrarse al crimen organizado destacan los teléfonos de alta gama, ropa de marca o un sueldo que no supera los 2 mil pesos quincenales. En muchos casos, esta situación es tolerada por uno o ambos padres, quienes también perciben ingresos adicionales por la “nueva ocupación” del integrante más joven de la familia. Según las autoridades, la mayoría de los adolescentes vinculados a estos grupos provienen de entornos familiares disfuncionales.

En 2021, el Sistema Penitenciario informó que 72 menores, de entre 12 y 15 años, habían sido reclutados por narcotraficantes. Estos adolescentes eran empleados como “halcones”, encargados de vigilar puntos estratégicos dentro del territorio de una célula delictiva, registrar el movimiento de las patrullas policiales e informar sobre incursiones de grupos rivales.

Con el tiempo, algunos de estos menores escalaron posiciones dentro de las organizaciones, dejando de ser vigilantes para portar armas y arriesgar sus vidas, si era necesario.

Objetos de lujo y dinero fácil, incentivos para unirse a bandas de gatilleros.
Objetos de lujo y dinero fácil, incentivos para unirse a bandas de gatilleros. / Mario Hernández

Datos sobre los detenidos

En el Centro de Ejecución de Medidas para Adolescentes hay actualmente 38 jóvenes recluidos por diferentes delitos. Entre ellos, tres cumplen condenas por violación, cinco por robo con violencia, dos por lesiones dolosas, dos por portación de armas de fuego, uno por secuestro agravado, 12 por delitos contra la salud y 15 por homicidio calificado. Las edades de los internos oscilan entre 15 y 19 años.

Un caso reciente, del cual la Fiscalía General del Estado (FGE) aún no ha informado los detalles, corresponde a la detención de un adolescente implicado en un multihomicidio ocurrido el pasado 30 de noviembre, en la colonia Santa Cecilia, en Cancún. En dicho ataque, dos menores y 2 adultos perdieron la vida tras ser baleados.

Entre enero de 2018 y diciembre de 2024, Quintana Roo ha contabilizado 101 menores asesinados en contextos relacionados con el crimen organizado. No todos estaban vinculados a los cárteles; algunos eran pequeños de meses de edad que estaban en brazos de sus padres durante los ataques, mientras que otros fueron ejecutados por traicionar al grupo al que pertenecían o simplemente por estar relacionados con un grupo rival.

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Perspectiva de los muchachos

Algunos menores, con el consentimiento de sus padres, compartieron sus puntos de vista sobre este problema. En estas entrevistas, se destacaron aspectos como el entorno familiar y social, que influye de manera significativa en la caída de los niños y adolescentes en las redes del narcotráfico.

Ingrid, de 13 años, vive en un fraccionamiento identificado como “foco rojo” en Cancún. Prefiere distanciarse de amigos relacionados con el crimen para protegerse a sí misma y a su familia. Alejandro, de 17 años, dejó la secundaria influenciado por amigos dedicados al narcotráfico, pero decidió alejarse gracias a la disciplina impuesta por su padrastro, quien lo orientó hacia un trabajo honesto.

Mónica, de 15 años, perteneciente a una familia de nivel medio, reflexionó sobre cómo el dinero no garantiza valores ni rectitud. Aseguró que en su círculo conoce jóvenes que logran escapar de las consecuencias legales gracias a sus influencias.

Martín, de 11 años, hijo de un policía, entiende las consecuencias del narcotráfico desde su corta edad y aspira a ser médico veterinario, motivado por su amor a los animales.

Los entornos familiares disfuncionales impulsan que se unan con mafiosos
Los entornos familiares disfuncionales impulsan que se unan con mafiosos / Mario Hernández

Conclusión

Entre 2018 y 2024, un promedio anual de ocho adolescentes fueron detenidos por delitos relacionados con el crimen organizado. En contraste, alrededor de 20 menores perdieron la vida cada año a manos de integrantes de estos grupos.

Las cifras reflejan una problemática compleja y urgente, que requiere la atención de las autoridades y la sociedad para proteger a la niñez de los entornos de violencia.

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