Lo que comenzó como una actividad impulsada por un programa de salud se convirtió en una historia de resistencia, empoderamiento y superación. Las Diablillas de Hondzonot, un equipo de softbol conformado por mujeres mayas que juegan descalzas y con el traje típico de la región, han roto barreras sociales y cambiado la percepción del deporte en las comunidades de la zona maya.
Hace siete años, Mirna Yazmín May Tuyub, hoy capitana del equipo, jamás imaginó que un simple entrenamiento, impulsado por una Caravana de Salud, se convertiría en una pasión que las llevaría a recorrer diferentes estados del país.
“Cuando llegó la Caravana de Salud, nos dijeron que debíamos hacer algún deporte. Entre las opciones estaban el futbol y el softbol. Nos inclinamos por el softbol porque aquí se conocía más el beisbol”, recordó.
Al principio, el equipo practicaba con una pelota de tenis y un bate improvisado en la cancha central de la comunidad. Pronto fueron invitadas a un encuentro en Sacabmukuy, donde compitieron por primera vez con otras jugadoras y lograron ganar el primer lugar.
Ese fue el punto de inflexión: a partir de ahí, comenzaron a entrenar con un instructor que les enseñó las reglas y la técnica del softbol.
Sin embargo, el mayor reto no fue dominar el deporte, sino enfrentar la crítica de su propia comunidad. “Al principio nos decían que no tenía sentido jugar, que una mujer debía estar en casa con su esposo e hijos; pero no nos dejamos vencer por los comentarios. Optamos por hacer oídos sordos y seguir con lo que nos gustaba”, relató Mirna Yazmín.
La participación de mujeres en deportes de competencia era algo impensable en la comunidad Hondzonot. A lo largo de generaciones, los roles tradicionales las habían limitado a las tareas del hogar. Sin embargo, las Diablillas decidieron desafiar esas normas y demostrar que el deporte no tiene género.
“Hoy en día, ya nos conocen en muchos lugares. Hemos viajado en avión, en barco; hemos visitado ciudades que jamás imaginamos. Todo gracias al softbol”, comentó Mirna.
Para muchas de ellas, esta experiencia no sólo ha sido un logro deportivo, sino una forma de empoderamiento y crecimiento personal.
La capitana del equipo destacó que el simple hecho de salir de su pueblo representaba una gran victoria. “Si hace siete años me hubiera dejado vencer por las críticas, jamás habría visto lo que hay más allá de mi comunidad. Conocimos a muchas personas y entendimos que la vida es más grande de lo que nos decían”, expresó con orgullo.
La historia de las Diablillas de Hondzonot es parte de un movimiento más amplio en la zona maya de Tulum, donde cada vez más mujeres están encontrando en el deporte una vía para salir de la rutina y desafiar los estereotipos.
En la comunidad Chan Chen I, Rosario Puc Tamay, integrante del equipo de softbol Diamantes, también vivió un cambio significativo en su vida y la de su familia, gracias al deporte. “Nosotras éramos amas de casa, pero jugar nos sacó de la rutina. Ahora, hasta mis hijas de 18 y 11 años juegan conmigo en el equipo”.
Para muchas féminas mayas, la resistencia cultural sigue siendo un obstáculo. “Mi abuela y mi mamá siempre decían: ‘eso no es para ti. Eres mujer, deberías estar en casa’, pero ya no estamos en los mismos tiempos de antes”, añadió Rosario.
A pesar de estas barreras, cada vez más mujeres están encontrando en el softbol una forma de empoderarse y demostrar que pueden equilibrar sus responsabilidades con actividades que les apasionan.
El éxito de equipos como Diablillas y Diamantes sirve de inspiración para las nuevas generaciones. Niñas y adolescentes que antes sólo veían a los hombres jugar beisbol, ahora forman sus propios equipos, siguiendo los pasos de mujeres que se atrevieron a desafiar los roles tradicionales.
“El ser mujer es un acto de valentía. Tenemos muchas dificultades para hacer lo que queremos, pero también tenemos la habilidad de salir adelante y demostrar que sí podemos”, afirmó Mirna Yazmín May Tuyub.
La proliferación de equipos femeniles de softbol en la zona maya es una prueba de que el deporte no solo fortalece el cuerpo, sino que también transforma sociedades. Lo que alguna vez fue visto con escepticismo hoy es motivo de orgullo para muchas familias que ven a sus hijas, hermanas y madres brillar en el campo de juego.
Las Diablillas de Hondzonot, han demostrado que no hay límites cuando se trata de perseguir un sueño. Su historia es un recordatorio de que el cambio es posible, de que el deporte puede ser una herramienta de transformación y de que las mujeres mayas tienen un lugar en el mundo del softbol.
Hoy, aquellas que alguna vez fueron criticadas por jugar descalzas y con su traje típico son reconocidas en todo el estado. Su historia ha trascendido más allá del campo de juego, convirtiéndose en un símbolo de resistencia, empoderamiento y determinación para todas las mujeres de la zona maya.